Eso que me enamora (one-shot)

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Su cuerpo, a penas tapado con las sábanas de seda blanca, es una obra de arte sobre nuestra cama. El contraste entre su piel canela y la tela que lo cubre es exquisito a la vista. Está profundamente dormido y su rostro, apoyado en la almohada, refleja una paz plena.
Ahora, después de tantos años de noviazgo con Cha Hakyeon, me puse a pensar en todas las razones que hicieron que me enamorara perdidamente de él. Su sonrisa, la dulce voz que posee, el inconfundible y delicioso aroma de su cuerpo; pero por encima de todo, fue esa sensualidad suya la que me volvió loco.
Se remueve en la cama dejando en evidencia su completa desnudez y aunque esto es ya costumbre para mí, no puedo evitar deleitarme con lo que tengo frente a mis ojos. Hakyeon es, sin dudas, un hombre hermoso. Las tersas piernas, bien favorecidas por las interminables horas en la sala de prácticas de baile, piden a gritos mi tacto. Sus glúteos son totalmente apetecibles y bien formados; son definitivamente la mejor parte de su cuerpo. Una estrecha cintura y el plano abdomen adornan la mitad de su anatomía. La espalda y pecho, aunque no están musculosos, son perfectos, delicados y totalmente deseables. Sus manos, esas manos traviesas que siempre tratan de tocarme, son grandes y resaltan la seguridad que lo caracteriza. En su rostro se refleja la ternura e inocencia de un niño, pero yo sé bien que él es pícaro y sexy.
Sus ojos se abren y me observa sorprendido al percatarse de que estoy parado frente a la cama mirándolo fijamente.
— ¿Qué sucede, Taekwoon? ¿Por qué me miras así?
—Solo estoy comprobando que tengo el novio más lindo del mundo —dije sin moverme de mi sitio.
—Mmm…pervertido —comentó con una sonrisa maliciosa.
— ¿Quién te manda a dormir desnudo? ¿Me estás provocando?
—Tal vez.
— ¿Quién es el pervertido entonces?
—Sigues siendo tú, Woona. Recuerda que me acosabas mientras dormía.
—Loco.
—Abrázame.
—Estás sin ropa. ¿Qué tipo de abrazo se supone que quieres?
—No te hagas el inocente, Taekwoon —dijo tratando de tentarme—. Tú y yo sabemos que eres el menos inocente de los dos.
—Siendo así, no creo poder resistirme —dije con voz juguetona y me acerqué a la cama con pasos lentos e intimidantes—. ¿Qué sucede, Hakyeon, te comió la lengua el gato?
—Todavía no, pero estoy ansioso por que mi enorme gato me la coma.
Salté en la cama sobre él y nos unimos en un profundo beso, donde nuestras manos no estaban nada quietas. Nuestras lenguas exploraban cada centímetro de la cavidad bucal del otro y las erráticas respiraciones, rimaban con los latidos de ambos corazones.
Creo que no hay hombre en este mundo tan especial como Hakyeon. Después de tanto análisis me di cuenta de que es imposible para mí tratar de resistirme a él. Tal vez no pueda explicar con certeza qué es eso que me enamora, pero aseguro que mi Yeon es único. Él es mi gran enfermedad incurable.

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