Capìtulo 5

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 Ve como su pequeño cuerpo tiembla bajo el mío, sí que nos hicieron daño más a ella que a mí; pero los dos estábamos muy afectados. Empezaron a rodar lágrimas por sus mejillas sonrojadas. — Lo siento tanto. — Digo con convicción.

— Bueno después de un año me vine a California, Raúl, ¿Lo recuerdas? Él me dijo que te mudaste aquí, tome todas mis cosas y vine en tu búsqueda, cuando llegue lo primero que me entere fue que habías molido a golpeas a un hombre. No quiero reprocharte nada sé que fue muy duro para los dos, decidí no acércame a ti nunca más.

No sé si fue el destino o que fue pero esta noche cuando te vi casi me da un infarto, quería salir corriendo, pero necesitaba el dinero de esa bruja y termine quedándome.

— Olvidemos eso sí, podremos empezar de nuevo como si esto nunca hubiera pasado borrarlo de nuestras memorias y ya. Asunto resuelto no lo crees. — mueve su cabeza reprobatoriamente.

— Simplemente no depende de mi Alec, es un peso que tendré que cargar para siempre en mis hombros.

— Entonces te presto los míos, definitivamente son más fuertes que los tuyos. — Muevo de un lado para el otro su cuerpo, sigue siendo delicada, aun debajo de todo ese look rudo Annie es la misma.

— Pues eso no lo dudo fortachón.

Retira su mirada de la mía, se recuesta sobre la alfombra de la sala y toma mi mano, nunca supe que era lo que pensaba, siempre llevaba la mirada perdida y se emocionaba con cualquier cosa pequeña que brillaba solía llamarla mi pequeña ardilla. Admito que no le gustaba ese apodo pero eso era para mí, tan pequeña, con su color de cabello dorado que le llegaba hasta más debajo de la cintura y sus ojos grandes era como un pequeño roedor para mí.

— No quiero inmiscuirte en mis problemas Alec, la última vez que lo hice todo termino mal. — Señala mi muslo, lo había olvidado ese hombre me clavo una navaja cuando trate de huir con Annie. Después de eso no volví a saber de ellos.

La noche que trate de escapar con Annie hacia Washington, él descubro el plan, nos bajos a golpes del auto bus, nos amarro las manos y nos dejó encerrados en una bodega completamente oscura, Annie sufrido una crisis por el miedo que tenía a la oscuridad la tranquilice lo mejor que pude, pero no era suficiente yo lo sabía.

— Así que quieres robarme a mi puta. — exclamo el con la boca llena de pollo frito. No le conteste así que me abofeteó tan duro que me golpee contra la pared.

— Ella es mía no me la puedes robar, imbécil precoz me la arrancaras de mis frías manos cuando esté muerto y bajo mil metros de la tierra.

— Pues entonces te matare con mis propias manos. — grite con todas mis fuerzas.

— Ya quiero ver eso pequeño imbécil. Así que es ha esto a lo que tanto quieres Annie, pues ya no lo vas a volver a ver nunca y lamentaras el día en el que quisiste abandonarme. — Posa una navaja en mi yugular, no tenía miedo de un hombre tan asqueroso como él, no le tendría miedo nunca, dije para mí.

— ¡NOOO!, aguarda un momento. — grito ella.

— No le hagas daño, prometo estar contigo para siempre no me voy a alejar de ti nunca te cuidare y serviré hasta que muera, solo no le hagas daño por favor papi. — cómo podía llamar de esa manera a ese monstruo.

— Eso me gusta. — escupió. — Espero que lo cumplas o me encargare de matarlo y tú veas como lo hago.

— A para que no trates nada raro. — incrusto la navaja en mi muslo, sentí un dolor intenso, sangre brotaba por todos lados y mi cabeza empezó a marearme. — Es mejor que no la vuelvas a buscar.

AmourWhere stories live. Discover now