Para Stiles y mi corazón roto,

5.9K 702 194
                                    

Lo descubrí un año atrás. Tu sabes que siempre fui bastante perspicaz y pude notarlo desde el principio. Además, te conocía mas de lo que tu lo hacías y podía notarlo todo.

Fue un miércoles, recuerdo como regresaste del trabajo con una sonrisa divertida y olias a alcohol. Al parecer habían cerrado un caso en la comisaría y tu habías salido a tomar unos tragos con los chicos, celebrando. Eso no me preocupó.

Recuerdo que te lleve a la habitación y mientras te quitaba el uniforme, te escuchaba con diversión balbucear cuanto te habías divertido y que eras el sheriff del mundo. Y claro que lo eras, cariño.

Al día siguiente tu no recordabas nada, y cuando estaba lavando tu uniforme encontré un papel en tu bolsillo, tenía un número escrito en el. Tal vez confiaba demasiado en ti, o solo quise hacerme ciega en ese momento, pero no pensé nada malo tampoco.

Pensé que habías conocido a un amigo policía o algo así, Isaac me dijo una vez que a ese bar prácticamente iban solo policías y a veces también oficiales de otros pueblos. No me preocupe en lo absoluto.

Pero entonces empezaste a salir todos los miercoles a ese bar, amor, y me di cuenta de la rutina.

Llegabas al día siguiente, animado, feliz, sin una gota de remordimiento. Y Scott ya tenía tu cuartada lista porque a fin de cuentas, era tu hermano y siempre creí que yo no le agradaba.

Luego noté el olor.

Siempre pensé que sería perfume de mujer, si algún día pasaba. Pero no, fue perfume de hombre lo que encontré en todas tus ropas. Y ninguno que tu tuvieras o que hubiese olido antes. Parecía más bien un olor natural, a bosque y cuero.

No quise pensar mal, porque tu estabas tan feliz. No quise pensar que tenía algo que ver los puntos morados en tu cuerpo que querías ocultar de mi o que tus salidas se volvieron mas seguidas, hasta que simplemente dejaste de decirme cuando lo hacías.

No mucho después empezaron las llamadas.

Siempre tan tarde y tu te alejabas tan misterioso. Tan escurridizo, como si lo que sea que hablabas fuera el tesoro mas precioso y nadie pudiese enterarse. Eras poco sutil, y siempre contestabas demasiado feliz como para que solo fuese del "trabajo".

A la rutina se le sumaron tus escapadas. Ya eras un adulto, amor, pero te escabullias como si volviesemos a tener dieciséis. Sólo que esta vez no lo hacías para verme a mi.

Todo se volvió tan normal que me preocupa más mi comportamiento que el tuyo, no dejó de doler, pero supongo que te amaba demasiado como para aceptar que tu ya no lo hacías.

¿Sentiste culpa, arrepentimiento, o alguna simple empatía de lo que yo pudiese estar sufriendo?

Se me hace difícil creerlo, la verdad, porque cuanto más pasaban los meses, más feliz te veías.

Pero no lo eras conmigo.

Ya no me besabas todo los días, no me abrazabas cada hora ni me decías que me amabas a cada minuto. Con el tiempo, eso se volvió como una cuota para mantener aquella rutina tan tóxica y distraerme hasta el siguiente día de pago.

Pude notar que tus ojos solo brillaban cuando volvías en la mañana, cuando contestabas aquellas llamadas o cuando inconscientemente tocabas con suavidad las marcas en tus caderas.

Pero, yo era egoísta, tanto como tu lo eras, cariño. Y no quise verlo, no quise creerlo, y tampoco quise dejarte ir.

Hasta que ya no tuve opción, y simplemente lo hiciste.

No fue escándaloso, no fue de telenovela, tu no eras de ese estilo. Pero si fue doloroso, se que lo fue para los dos. Cuando me sentaste en la sala, tomaste mis manos con suavidad y con lágrimas en tus hermosos ojos me dijiste lo que yo ya sabía.

𝐘𝐀 𝐋𝐎 𝐒𝐄́, 𝐂𝐀𝐑𝐈𝐍̃𝐎 | 𝐒𝐓𝐄𝐑𝐄𝐊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora