Capítulo Treinta y Uno

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Danna.-

Diez minutos, porque los conté, ese fue el tiempo que nos llevó explicarle a Marlen, Andrea, Karly, Daniel, Carlos y Manuel lo que estaba pasando entre Antonio y yo y que, por supuesto no tenía ninguna connotación romántica.

—¿Por qué no sólo llevas un gas pimienta contigo? —cuestionó Marlen de pronto, haciéndome asentir de acuerdo—, no, olvida eso, creo que podrías ser expulsada si rocías a alguien con eso en los ojos

—Sí, por eso es que ahora somos novios —reiteró Antonio, Andrea suspiró con el ceño fruncido y se encogió de hombros.

—A ver si entendí —comenzó—, ¿están fingiendo ser novios para que ningún otro hombre se acerque a Danna? —Antonio y yo asentimos lentamente porque eso lo resumía muy bien—, bueno, eso es menos drástico que el gas pimienta, pero deberían ser menos drásticos —opinó mi prima.

—Yo sólo dije que deberían venir a la escuela juntos otra vez, no que fingieran ser novios —inquirió Manuel.

—Esto es más efectivo —contestó Antonio—, además... Omar fue el primero que nos vio, ahora no podemos como solo desmentirlo y ya

—Deberían intentarlo de verdad, se ven bien juntos —opinó Carlos encogiéndose de hombros, él me caía muy bien, pero esta vez en serio quería lanzarle algo directo a la cara. Sí, eso hubiera sido malo, adiós a la cara de niño bueno de Carlos Treviño.

Negué un poco y suspiré cansada, justo ahora sólo quería irme a casa y dormir toda la tarde.

—Si eso es todo, tengo que irme, quedé con Genaro —avisó Marlen checando su reloj.

—Ew, ese es mi hermano —murmuró Andrea "estremeciéndose" en medio de una pequeña sonrisa.

—Tu hermano no tiene nada de ew —respondió Marlen sonriente.

—Sí, sólo era eso, sólo esto queda entre nosotros, nadie por ningún motivo puede enterarse que no es real, ¿bien? —pidió Antonio, todos asintieron de acuerdo menos Karly que se acercó, entrecerró los ojos amenazadoramente y preguntó:

—¿Por qué clase de soplones nos tomas para pedir eso? —pude haberme reído, pero Daniel parecía creer que ella sí le haría daño a Antonio, creo que incluso Antonio lo creía.

—Era sólo para aclarar —respondió el amenazado dedicándole una pequeña sonrisa.

—Eso pensé —espetó Karly regresando al lado de Daniel—, nos vemos el lunes —comencé a despedirme de la mayoría porque de verdad sentía mis párpados ponerse pesados, pero Antonio me impidió seguir con mis rápidas despedidas, colocó su brazo alrededor de mi cintura reteniéndome y espero a que los demás comenzaran a dejarnos solos.

—¿Te veré mañana? —preguntó Andrea antes de irse.

—No lo sé, mañana iré a hacer mi servicio social, tal vez en la noche

—Entonces mañana los veré allá —espetó Manuel despeinando su alborotado cabello negro, su color me recordaba al de mi abuela paterna de dónde yo imaginaba había heredado el color del mío.

—¿En servicio social? —cuestionó Antonio antes que yo.

—Ajá... mi papá ya sabes, está allá de arquitecto, no sé por qué, pero también quiere que contribuya con algo de mi tiempo para la sociedad —explicó—, cómo si yo no hiciera cosas por la sociedad —se quejó.

—Separar la basura no cuenta mucho, amor —le murmuró Andrea.

—Claro que cuenta, y mucho —se defendió el pelinegro—, cuida del planeta, que es nuestro único hogar

Mentiras de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora