Prologo

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Con un suspiro recargué mejor mi espalda sobre el incomodo asiento de avión, acomodando mejor mis audífonos sobre mis oídos preparándome para llegar al infierno.

Sorbe mi nariz y con las yemas de mis dedos limpié las últimas lagrimas que quedaban sobre las mejillas; La nariz me ardía, los labios resecos me temblaban y mis ojos no dejaban de sacar lagrimas, estaba realmente harta de estar en ese maldito avión, sólo quería huir y regresar a mi hogar.

Una mano femenina se posó de golpe en mi rodilla provocando que yo diera un salto. Con ambas manos arranqué los audífonos de mis orejas y giré mi mirada a la dueña de la mano.

Era mi madrastra.

-¡Qué susto me has sacado!- exclamé cerrando los ojos y colocando mi mano sobre el pecho.

Aileen (mi madrastra) sonrió de oreja a oreja mientras se sostenía del asiento vacío a mi derecha para evitar caer.

-Agynes, ¿cómo estás linda? ¿estás cómoda?

-Si con cómoda te refieres a que voy a viajar a lado de dos extraños, junto al baño- señalo con el dedo los dos asientos vacíos a mi lado,- mientras ustedes viajan en primera clase, pues no, no lo estoy en lo absoluto- suspiré pesadamente mientras Aileen volteaba los ojos con fastidio-.Y en segunda, no estoy bien, nada bien. Me han obligado a dejar mi país,a mis amigos, mi instituto y principalmente a Aaron, ¿crees que es fácil?

Aileen colocó su dedo indice sobre la sien mientras me observaba llena de fastidio.

-Agynes, tienes que entender que el trabajo de tu padre era más importante que tus necesidades de adolescente, sino a tu padre se le acabaría todo el dinero y estaríamos en la ruina- se encogió en hombros con simpleza.

-Entonces ¿porqué tengo que viajar en segunda clase mientras ustedes viajan en primera?- pregunté con indignación girando mi mirada hacia ella.

-Es para que aprendas lo que es humildad, querida- pasó su mano por mi rostro con suavidad- y no se te suba el dinero y el poder a la cabeza.

La rabia comenzó a inundar mi cuerpo, recorriendo cada uno de mis brazos, manos y estomago.

-En ese caso me hubiera quedado allá estudiando y hubiese podido tomar un trabajo, vivir sola en un apartamento y terminar mi carrera gastronómica- escupí con furia.

-No es un problema si quieres trabajar, de hecho tu padre y yo ya hemos hablado de eso...

Una voz serena proveniente de los altavoces del avión interrumpió secamente a mi madrastra, anunciando a todos los pasajeros tomar asiento porque el viaje estaba a punto de comenzar.

Aileen sonrió de lado meneando su corta cabellera negra.

-Que tengas un buen viaje, cielo. Te quiero- me plantó un beso en la frente, muy a mi pesar y se fue con toda la elegancia hacia el compartimiento de primera clase, dejándome con la palabra en la boca. 

Tenia todos los sentimientos a flor de piel. Hace apenas unas horas había visto por última vez a mi novio y a mis amigas.

Todo había sido exactamente como en las películas, yo subiendo a un avión con lagrimas en los ojos mientras ellos me observaban con tristeza e impotencia, dejar a mi novio con el que llevaba tres años fue una de las cosas más difíciles que tuve que hacer en toda mi vida, lo amaba y hasta planeaba casarme con él y ahora todos nuestros planes se han ido al maldito caño. ¿Porqué? Porque a mi padre le han ofrecido un trabajo mejor en un mejor lugar dónde la paga es el triple. Si, hubiese sido tonto que no aceptara pero ¡vamos, pudieron haberme dejado allá trabajando por mis medios aprendiendo a ser independiente!, pero como soy "hija de papis bien" no tengo derecho a decir ni hacer nada.

Mesa para dos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora