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Bien, empecemos desde el principio. 

Hoy les voy a contar la historia de como me enamoré perdidamente de la persona que menos esperaba. Suena algo cliché, no es así? Pero dejemos el romance y la dulzura para después, y hablemos un poco de mí.

Mi nombre es Alyssa, tengo 23 años y mi vida es casi un completo desastre. Y digo "casi" porque lo único que no la hace un completo desastre, es ella.                                                                                    Mis padres, una pareja de abogados que viaja por el mundo tratando de resolver los problemas de otras personas, cuando seamos sinceros, nisiquiera pueden resolver sus propios problemas. Pero bueno, dejando de lado los detalles, debo admitir que hacen su trabajo bastante bien. Ni ami ni a mi hermana nos faltó nada nunca, fuimos a los mejores colegios privados de la zona, ya saben, de esos en los que te enseñan mil idiomas y tienen un patio enorme con cancha de fútbol y mesas de ajedrez por todos lados. ¿Acaso existe alguien que siga jugando ajedrez en el 2018? Ahj, como sea. Siempre usamos ropa y zapatos carísimos, nuestras fiestas de cumpleaños eran una especie de religión para la familia. Inflables, payasos (que por cierto, arruinaron mi infancia), animadores de todo tipo, tortas enormes y color rosa por todos lados. Odiaba mi cumpleaños por todos esos motivos, nunca me gustó ser el centro de atención y mis padres siempre hacían lo posible por hacerme creer la princesa del lugar. Literalmente, me compraban disfraces de PRINCESAS DE DISNEY. Todo eso hasta los 9 años. No los culpo, ya saben, era su pequeña. Pero queridos padres, no tengo ni el más mínimo interés en ser una princesita.

 Y mi hermana de 15 años Karla, la cual se planteó  desde su nacimiento el hacerme la vida imposible, y créanme que lo hace muy bien. Karla es  de ese tipo de adolescentes que es capaz de asesinarte con tal de que el grupito de chicas populares con bolsos Channel y tacones de aguja de su curso la acepten. Superficial, fría, engreída y asquerosamente femenina. Su cuarto es un completo altar a Justin Bieber. Cuando mi hermana nació, dejé de ser la pequeña mimada de la familia, y créanme que fue un completo alivio, por ese motivo le tengo un mínimo de aprecio.

Mi vida fue bastante complicada principalmente a los 15 años, cuando tuvimos que mudarnos por, según mis padres "temas legales, temas de adultos" Nunca supimos que eran esos temas, mi familia es una experta en guardar secretos y fingir que todo está bien. Recuerdo cuando tenía 6, un verano en el que mis padres habían discutido porque mi mamá se acostó con el gerente de la empresa en la que trabajaba en aquel entonces. Estuvieron todas las vacaciones pretendiendo que nada pasaba mientras mi padre se dedicaba a tomar whisky en las noches y mi madre trataba de tapar su remordimiento cocinándole postres asquerosos. Pero eso no lo notaba nadie, para los demás éramos la familia perfecta.

En fin, nos mudamos a una casa enorme en el norte de California. Literalmente esa  casa era un laberinto, infinidades de pasillos y habitaciones que nunca usamos, salas de juego, de lectura, piscina, incluso había un gimnasio dentro de la casa. Para cualquiera vivir ahí sería el paraíso, para mí era el mismísimo infierno. Siempre odié los cambios, me costaba muchísimo adaptarme a ellos. Extrañaba mi antiguo cuarto, mis vecinos, el colegio, pero lo peor fue separarme de mi mejor amiga, Lauren. Lauren era mi único cable a tierra, dios mataría por ella. No dejamos de ser amigas a pesar de las millas que nos separaban. Hablábamos 24/7, ya saben, ella me contaba cuando la éstupida de Kylie cambiaba de novio, si el profesor de Química se acostaba con la de Historia o si el rarito del curso había sido golpeado en el entrenamiento otra vez.

Lauren era la única que sabía de mis "problemas". Sufro de ansiedad, ataques de pánico, insomnio, todo eso desde que tenía 9 años y tuve que ver como mi abuela se moría en mis propios  brazos después de que una bala perdida le diera en el pecho. Desde ese día no volví a ser la misma, y la única que me conocía tan bien  como para saber cuando estaba bien o no, era Laur. Además de eso, sabía absolutamente todo acerca de mí. Sabía que no debía despertarme antes de las 10 de la mañana porque mi mal humor a esa hora es tremendo, sabía que odiaba  las tostadas con mermelada y que amaba ver el amanecer desde el techo de casa. Y también sabía que me gustaban las chicas.

-M

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⏰ Última actualización: Feb 03, 2018 ⏰

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