Capítulo 21 -El Mercenario Legendario Parte (1/5)

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Mi historia comienza hace 200, 500 o tal vez 1000 años, dejé de contar los días hace mucho. No recuerdo gran parte de mi vida, así que mi historia no va a ser muy larga. Empezaré desde el comienzo.

Nací en un pequeño pueblo rural situado cerca del mar, mis padres eran campesinos, no teníamos mucho dinero, y aunque no teníamos lujos nunca nos faltó la comida. Los ataques de monstruos no eran frecuentes y los pocos que habían podíamos repelerlos con facilidad.

Cuando era un niño me sentía muy solo, no me llevaba muy bien con los demás niños. Mi primer amigo fue un cachorro que mi padre trajo a casa, deben haber notado que me sentía solo, era peludo y totalmente negro, excepto por las patas y el pecho que eran de color blanco. Le puse de nombre Lexus, crecimos juntos, eramos inseparables.

A los 13 años ocurrió un ataque de monstruos en el pueblo, una manada de lobos hambrientos. Los guardias eran buenos, pero ese día uno de los monstruos se les escapó, el lobo se dirigió a una granja y atacó a un niño. A pesar de todas las memorias que he perdido jamás olvidaré ese día. El lobo me había tumbado al suelo, la adrenalina de ese momento hizo que viera en cámara lenta como el lobo acercó sus fauces hacia mí. Lexus saltó hacia el lobo embistiéndolo con todo su cuerpo, Lexus era grande, su cabeza estaba a la altura de la mía sin tener que pararse, pero el loboera más grande. Lexus cogió al lobo del cuello, sin soltarlo, a pesar de que el lobo lo sacudía con todas sus fuerzas, habrán pasado 20 minutos antes de que llegaran los guardias.

Todavía recuerdo los ojos de Lexus, mirándome como siempre, contento de que lo sostuviera y le hiciera cariño, dándome una última lamida, como diciendome que no me preocupe. El lobo había logrado hacerle un corte con sus garras cerca del cuerpo, Lexus estaba desangrandose. Tal vez si hubiera dejado al lobo, si no me hubiera ayudado habría podido vivir, pero los perros son así, hay una razón por la cual los llamamos los mejores amigos del hombre, Lexus estuvo dispuesto a dar su vida por mi sin dudarlo. Los guardias encontraton a un niño acariciando a su perro muerto, a un par de metros estaba el lobo muerto.

Fue cuando tenía 15 años que decidí dirigirme a la ciudad más cercana, en ese entonces vivía en el Imperio Fuego. No sabía los conflictos que estaban ocurriendo en ese entonces entre los herederos al trono.

Como todo jóven lleno de sueños e ilusiones pensé en conseguir un trabajo que me trajera fama y fortuna, para un jóven recién salido del campo como yo la mejor opción era unirme al ejército. Para suerte, no se si decir buena o mala, estaban reclutando a jóvenes sin importar mucho su capacidad o inteligencia, seguramente porque el conflicto que se aproximaba requeriría gran cantidad de soldados.

Todavía recuerdo mi primer día en el ejército, fallé en gran parte de los ejercicios exceptuando en dos, el de tiro con carabina y el de control de mana. Había aprendido en el campo a cazar con una vieja carabina de mi padre, y para arar el suelo había aprendido naturalmente a usar mana tanto en mi cuerpo como en las diversas herramientas necesarias para el arduo trabajo.

A pesar de fallar en casi todo fui seleccionado para formar parte de una nueva unidad experimental, la unidad de gunbladers, una nueva clase de soldado que utilizaría un arma con la función de disparar magia a larga distancia y con la habilidad para pelear cuerpo a cuerpo. Estaba feliz por recibir el honor de formar parte de esa unidad. En ese entonces los únicos que podían usar magia eran los nobles y aquellas personas con suficiente dinero como para obtenerla mediante cristales o mediante estudios, el poder usar magia mediante un arma sin necesidad de tener que aprender a usar bien el hechizo sería algo revolucionario.

Pasé los tres primeros años entrenando con mi unidad, fueron años terribles, la espada-pistola era un arma peligrosa, el mal manejo de mana podía causar que explotara, usarla bien en situaciones de combate era extremadamente difícil. La situación política comenzó a empeorar en ese entonces, el primogénito del emperador era un hombre frío, inteligente, un poco inhumano; por otro lado, el segundo al trono era un hombre querido por el pueblo, hacía lo posible por ayudar a las personas, solía ir a los lugares más pobres del imperio con miembros de la iglesia para ayudar a los más necesitados, darles comida y curarlos, era bueno pero tonto, fue fácil para la iglesia manipularlo y ponerlo en contra de su hermano, quien estaba claramente opuesto a la iglesia. No recuerdo todas las razones de la causa del conflicto, pero el hecho es que terminó dividiendo las ciudades del imperio en dos, aquellas que apoyaban a la iglesia y aquellas que apoyaban al heredero al trono. El emperador estaba en edad avanzada y demasiado viejo como para poder prevenir el conflicto que se avecinaba.

Cuando la guerra civil comenzó tenía tan solo 20 años, el emperador acababa de morir y ya no había nadie que pudiera detener el conflicto. Veinte años tal vez suene como una edad avanzada para algunos, pero toda edad es demasiado poca como para ver el conflicto que vi. Soldados de fuego matandose unos a otros, pueblos masacrados por razones estúpidas, violaciones, asesinatos.

Mi unidad estaba bajo mando del nuevo emperador, para ese entonces no eramos más que cuatro personas. Teníamos perfecto control de nuestras armas y magia, comparados con todos los demas estabamos por lo menos cien años más adelante en tácticas, podíamos atacar más lejos que nadie más, más rápido y más eficientemente.

Me gustaría decir que los años del conflicto son imborrables, que todo el sufrimiento y dolor fueron grabados para siempre en mi memoria, pero no es así, no más, recuerdo más que nada momento, los más traumantes.

En los momentos más obscuros, cuando pensaba quitarme la vida y acabar con mi vida, recordaba los ojos de Lexus, llenos de amor y aprecio por su amigo. Él había dado su vida por mi, no tenía el más mínimo derecho a quitarmela, sería una falta de respeto hacia mi mejor amigo.

Diez años después de que me uniera al ejérctito el conflicto acabó, el emperador, el primogénito del anterior emperador y el segundo hijo, el nuevo papa de la iglesia acordaron la paz, el emperador se llamaba Carmina, el segundo hijo Lumina, cada uno se retiró a extremos opuestos del Imperio.

Yo abandoné todo y decidí unirme a un grupo de soldados sin nada ni nadie a quién volver. Decidimos formar un grupo de mercenarios, una especie de compañía militar privada, algo por encima de la abundancia de bandidos que había en la época, algo que sirviera para acabar con la gran cantidad de monstruos de la época y hacer un poco de dinero. La idea de formar el grupo fue de un soldado extraño, supuestamente había heredado dinero de su familia y nos dio los recursos necesarios y planes para el futuro de la compañía, quería que se llamara Lockheart, pero nos decidimos al final por Yggdrasil.

Aceptabamos en pago lo que la gente pudiera pagar, algunas monedas, comida, promesas, solo queríamos hacer un poco de bien en este terrible mundo.

Fue cuando tenía treinta y dos años que tomé una misión solo para acabar con unos monstruos en un bosque sagrado. Un grupo de bandidos se había alojado ahí y habían matado a los protectores del lugar, solo un niño sobrevivió y nos pidió ayuda. Su pago fue él mismo, se ofreció a formar parte de Yggdrasil, ese fue el comienzo de que Yggdrasil se volviera un lugar para huérfanos.

El bosque era bello, no habían monstruos, por lo menos no en el sentido tradicional, eran bestias inteligentes, el niño les decía 'Kamis', eran sagrados para los kemonos, una raza similar a la humana que llegado al continente cruzando el océano unos cuantos siglos atras.

Fue fácil encontrar a los bandidos, el tiempo en la guerra me había vuelto bueno rastreando enemigos. Su campamento estaba bien organizado, estilo militar, eran ex-soldados, gran cantidad de ellos se habían vuelto bandidos. Estaba riéndose de algo, me acerqué sigilosamente para ver que o quién era aquello a lo que le estaban tirando piedras. Era similar a un perro, era pequeño y totalmente negro excepto por sus patas y pecho. "Lexus", pensé, pero Lexus había muerto. Tras calmarme ví que el perro tenía dos colas, dos pequeños cuernos y pequeñas alas. Mi cuerpo se movió solo, utilicé la técnica que cobró más vidas que cualquier otra en la guerra, consistía en aplicar los principios de Barrier, un hechizo que crea una barrera a la espada-pistola, aplicando gran cantidad de mana y manipulandolo podía crear una espada de espada de luz cuya distancia podía controlar con mi mana. Esta técnica no tenía nombre, no lo merecía, estaba hecha solo para matar. Los bandidos murieron en una fracción de segundo, ni siquiera supieron que fue lo que acabó con sus vidas.

Me acerqué al monstruo que habían estado tormentando, la envolví en mi capa y me la llevé de ahí. Así fue como conocí a Alexandra.


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