Prólogo *Editado.*

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Ante sus ojos la luz era segadora, no podía moverse aunque su mente le pedía a gritos hacer alguna cosa; los gritos de las personas era casi nula a su alrededor, el olor de los muebles quemados impregnaban sus fosas nasales, la gente corría a su alrededor intentando salvar a cualquier ser viviente que se encontrará en aquella casa.

Los llantos de su hermana lo hicieron regresar a la cruda realidad, su mirada se desvió hacía la castaña a su lado, la chica estaba en el suelo, llorando con toda su alma. Quería acercarse a ella y abrazarla, decirle que todo estaba bien y que mañana todo regresaría a la normalidad pero no podía mentir, ni siquiera él podía creer en las palabras que su mente formulaban, quería que todo fuera una pesadilla, alguna mala broma de algún Dios pero el estallido en la casa, el sonido de la ambulancia y carros policiales le indicaba que está era la verdad de su situación, que al final de este día jamás volvería ver a su padres; ya no tendría un beso de despedida de mamá, un consejo de su padre sobre como debería cuidar a su hermana, un fin de semana juntos... Ya nada volvería a esos días de calor familiar.

Las lágrimas comenzaban a caer de sus ojos, quería ser fuerte por su hermana, ahora solo se tenían a ellos mismo, pero no podía, no podía ser fuerte cuando todo su mundo se caía a pedazos, tenían 15 años, el miedo paralizaba su cuerpo ¿Qué podía hacer? ¿Qué sería de ellos ahora?

Se había calmado, no sabía cuando llegó ahí, no sabía porqué él se ofreció a reconocer los cuerpos de sus padres, pero ahí estaba de pie, frente a dos cuerpos tapados, el frío del cuarto, el espantoso hedor a muerte le hacía tener la piel de gallina; no escucho bien lo que él encargado de la morgue le dijo, solo quería salir cuanto antes de ahí, quería alejarse de aquello, quería huir tan lejos que nadie lo reconociera.

Las sábanas fueron levantadas, los cadáveres irreconocibles hicieron que su estómago se revolviera y su visión se tornará nublada, lágrimas corrían por sus mejillas, su voz no salía, quería gritar, hablar o tan siquiera emitir un sonido pero nada. El brillo de los anillos hizo que reconociera los cuerpos, aquellos anillos que sus padres orgullosamente portaban le dijo que ya nada volvería a lo que era.
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El castaño despertó de golpe sudando y buscando por todos lados, tratando de reconocer en el lugar donde estaba, uno, dos, tres minutos pasaron hasta que pudo reconocer en donde se encontraba, con desesperación llevó sus manos a su cara y la cubrió, una lágrima traicionera brillo a la luz de la luna mientras se escapaba entre sus manos, se escapaba al igual que la felicidad y paz mental que alguna vez pudo haber tenido; un ligero sollozo se escucho en su habitación, la luna era la única que lo acompañaba en las noches que lo atormentaban.

Cuando por fin libero la poca frustración que tenía se dirigió directamente al baño a borrar la evidencia de su sufrimiento, mirándose en el espejo se sintió asqueado de su propia visión y termino vomitando aquello que no había ni cenado. Las pesadillas nunca lo habían abandonado desde sus 15 años, odiaba toda su vida, no era feliz, no era capaz de pegar un ojo e incluso con las medicinas que tomaba no podía seguir ese ritmo de vida, se sentía cansado en todos los ámbitos posibles y aún así, tenía que mantenerse cuerdo, tenía que mantenerse bien por su hermana y sus tíos-abuelos quienes los habían adoptado.

―Estoy tan cansado... ―fijando su mirada en el techo de aquel cuarto. -ya nada podrá salvarme.

[......]

Los rayos del sol traspasaban las blancas cortinas de la habitación. El chico, quién no pudo seguir durmiendo estaba en la esquina de su cuarto mirando a la nada, se sentía cansado de todo y no sabía ya ni en qué pensar. El sonido de las aves llamo ligeramente su atención, con suavidad se paró de su rincón y camino hacía la ventana, corriendo la cortina con toda la tranquilidad que lo caracterizaba pudo apreciar el día que lo acompañaba, ya no tenía nada que hacer así que se dispuso a bajar y hacer el desayuno, preferiría evitarse el desayuno de su tío Stan.

El misterio en tus ojos. {¡¡Editado!!}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora