Capítulo 1

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Miré las maletas enfrente de mí una vez más y luego a la mujer con la que pronto contraería matrimonio; por primera vez desde que mis padres me habían literalmente comprometido con ella a la fuerza, me pregunté, ¿Realmente soy feliz con ella a mi lado? Es decir, Hannah era linda. Una mujer con clase y sin duda bella, pero nunca habíamos tenido mucho en común, aun así la conocía desde pequeña, por obviedad era de mi agrado.  

— Dae, ¿Quieres darte prisa?  

Dí un largo suspiro y tomé sus maletas junto a las mías para caminar hasta la parada de taxis. Sin embargo, este no nos llevó muy lejos porque esta era una ciudad pequeña, donde es más fácil caminar que tomar un taxi y sin duda, más hermoso.

Verona.

El lugar que William Shakespeare escogió para situar la historia de amor más romántica jamás contada, se ha ganado el nombre de la ciudad de Romeo y Julieta. Millones de visitantes acuden cada año al "balcón de Giulietta", donde la leyenda (y no la obra del británico) sitúan una de las escenas más conocidas de todos los tiempos. 

En mi opinión es algo demasiado cliché una boda en este lugar, sin embargo mi prometida y sus padres así lo habían querido y yo, como el hombre que nunca puede tomar decisiones, accedí.

Llegamos al hotel y se encargaron de subir nuestras maletas, pero a pesar de que estaba cansado, no quería subir con Hannah a dormir en ese momento.  

— ¿Vienes?— Preguntó con un tono dulce y sonreí de lado.

— En realidad planeaba salir a caminar un rato, apenas son las 5 y quería ir a tomar algunas fotos al balcón de Julieta.— Se acercó hacia mí y besó mis labios cortamente.

— Tú y esa cámara. Probablemente termines casándote con ella.— Ella rió y yo sólo pude sonreír de lado.—Te veré para cenar ¿Vale?"

— Vale.

Me alejé del hotel y caminé con mi cámara atada al cuello revisando algunas de las fotos que habíamos tomado en el avión y nuestra escala a aquí. En menos de lo que había pensado estaba dentro del patio de la casa de Julieta, con interpretes haciendo una réplica de la escena del balcón cuando Romeo y Julieta se juran amor eterno justo encima de mí. Tomé una foto y seguí caminando. La tradición es tal que en el patio de la casa se erige una estatua de bronce con la figura de Julieta la cual, según el mito, presagia buena suerte en el amor si se le toca el seno derecho. 

Me le quedé mirando unos segundos hasta que una voz me interrumpió.

— ¿Quieres una foto con ella?—Volteé. Un chico moreno de estatura slta y ojos marrones me veían con una sonrisa agradable.

— Dudo que sea de un caballero tocar los senos de una chica en la primera cita.—Sonrió aun más.

— Podría darte fortuna en el amor.

— Lo dudo.

— Entonces, ¿Podrías hacerte un lado? Porque yo si quiero esa foto.—Reí y mordí mi labio inferior.

— Entonces ve.— Él se paró justo a lado de ella y tomé una foto. Oh grandioso, ahora tenía la foto de un extraño irresistiblemente guapo tocando a Julieta.

— Soy JongIn, por cierto.— Dijo cuando bajó y me miró de nuevo directo.

— JongDae.  

— Tienes una linda cámara ahí, JongDae. ¿Eres fotógrafo?

— Escritor, en realidad.— Me sonrojé. — Pero tomar fotografías es una de mis cosas favoritas.

Caminamos fuera de ahí.

— ¿Te gustaría tomar un café?— Sus ojos marones me distraían, porque eran tan profundos y... Hermosos, a decir verdad.

— En realidad, no puedo ahora.— Dije apenado.  

— Ah claro, no quieres tomar café con alguien extraño, ya entiendo. 

— En realidad no quiero tomar café con un coreano que vive en Italia.—Reí.

—¿Cómo sabes que soy coreano?

—¿Acaso has escuchado tu acento? — Reí de nuevo.— Además, ¿Qué clase de coreano se viene a vivir a Italia?  

— Oh, no llevamos ni una hora de conocernos y ya te estás burlando de mí.— Hice un mojín con su labio inferior y era adorable.—Ni siquiera sabes si vivo aquí.

— Es una broma. Me refiero a lo del café, lo de tu acento sigue en pie.— Rió y debajo de sus ojos se formaron pequeñas arrugas.— Como te decía, en realidad no puedo ir a tomar ese café porque tengo que regresar a mi hotel y de hecho ya es tarde.— Dije viendo mi reloj.

  — ¿Al menos me darías tu teléfono?

Lo miré y mi boca se abrió para hablar, pero no salían palabras. ¿Debía decirle que estaba comprometido? O quizás tan sólo quería ser mi amigo y yo quedaría en total vergüenza planteando el hecho de que también me gustan los hombres, algo que he mantenido solo para mí por muchos años y no me agradaría decírselo a alguien por un error. 

— ¿Por qué no mejor tú me das el tuyo? Prometo llamarte.— Fue mi respuesta. Él se quedó unos segundos confundido pero luego asintió y me dio un papelito con su numero en él.

— ¿Prometes hacerlo? Por el meñique.—Dijo y yo reí fuertemente, pero él permaneció serio.

— Oh, hablas en serio.

— El meñique siempre es serio.— Sonreí sin despegar los labios.

— Vale.— Junté su meñique con el mío.— Lo prometo por el meñique.— Sonreímos y luego me fuí de ahí.

El primer día en Verona fue el primer día en el que mi vida comenzó a dar un giro total.  



Les gusta como inicio la historia?

xoxo 

Letters to Juliet 【KAICHEN】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora