Se levanto estrepitosamente; coloco sus brazos a sus costados, pero la superficie era tan blanda que sus esfuerzos fueron en vano.
Miro a su alrededor y se dio cuenta que se encontraba en la habitación de sus padres.
–¿Que hago aquí? – pregunto en voz alta.
Se sentó en la cama y comenzó a recordar.
Un día soleado, como cualquier otro día de verano. Alex caminaba abrazado de la cintura de su hermana menor Molly.
Sus caras expresaban tanta felicidad, que la gente a su alrededor los miraba con cara de aprobación y confianza.
Justo detrás de ellos venia como un guarda-espaldas, su hermano mayor Edward. Que era el encargado que sus hermanos, no se metieran en ninguna clase de lio.
–¡Mira Alex!– grito Molly señalando una tienda de dulces.– Ya trajeron nuevos dulces.
Se acercaron a la tienda, para asegurarse que lo que decía su hermana menor fuera verdad.
–Si, es cierto– afirmo Alex acercándose al vidrio de la tienda. Volteo a ver a su hermano con una mirada desafiante.
–¿Que miras?– pregunto el, sin entender nada.
– Mh, tu me debes dinero– calculo en su cabeza, por unos minutos y exclamo.– ¡Aproximadamente cincuenta dolares!.
–¿Acaso estas loco?– pregunto intelectual mente su hermano.– Yo solo te debo cuarenta y cinco.
— Bueno entonces, la cuenta es toda tuya– dijo Molly jalando a Alex del brazo y entrando en la tienda.
– Esperen me – dijo Edward tratando de alcanzarlos.
Después de haber comprado dulces, como si fuera el fin del mundo. Salieron de la tienda con bolsas de muchos colores.
–¿ Por que siempre tengo que comprarles sus chucherías?– pregunto su hermano mayor con cara de fastidio. Revisando su cartera, preguntándose si había sobrado alguna moneda.
–Por que nos quieres, ¿no?– dijo Molly abrazando a su hermano por la cintura.
El solamente correspondió al abrazo de su hermana, con una sonrisa. Alex se unió al abrazo unos segundos después.
Cargaron las compras en una pequeña mochila, que cargaba Molly a todas partes.
Y se encaminaron a su casa, la gran casa de los O'kelly ; la familia mas rica de la zona.
Su familia había estado asentada en el condado, por generaciones. Tomando el control de todo lo que les rodea, granjas, tiendas, edificios y propiedades.
Para Alex y sus hermanos, sus padres eran un completo misterio. O nunca estaban o cuando estaban nunca se dirigían la palabra.
Pero vayamos a la razón del por que te cuento esta historia y como empezó.
–Nos vemos después de clases, Molly– dijo Alex levantando su mano en forma de despedida.
– Claro Alex– se despidió Molly.
Alex se encamino a el edificio, que se encontraba detrás de el. Su salón no quedaba lejos, pero aun así tomo un pequeño atajo por los salones.
Feliz camino, mirando el techo. Imaginando lo que seria un futuro lejano, pero lo que el no sabia es que sus sueños no pasarían tal y como el pensaba.
El pasillo se encontraba vacío, o eso el creía. Alguien se le acercó por atrás aprisionándolo contra la pared.
–¿Me vendes tu cuerpo O'kelly?– pregunto el chico.
Sus ojos eran de un amarillo ardiente, lo que le daba una mirada feroz y atrapan te, su pelo rojo y corto. Sus facciones de la cara eran alargadas y atractivas.
–¿Que rayos?– pregunto atontado por la pregunta–¿Cual es tu razón para preguntar eso?
–Oh, señorito O'kelly, ¿no sabe que es de mala educación respoder una pregunta con otra?.
–Lo siento– respondió Alex duramente.
– Esta bien te diré, Yo...– en ese momento comenzó a reír entre dientes, ocultando su cara entre su pelo– Yo deseo tu cuerpo, a mi me gustan los chicos como tu. Con un carácter bien forjado y cuerpo perfecto. ¿Es suficiente razón para ti?
–Estas loco– contesto tratando de safarse del agarre de su oponente.
–Yo estoy hablando en serio– dijo cambiando su agarre a los hombros de su presa.
– Pues yo también y no haría algo tan bago como vender mi cuerpo como una puta.
Sus palabras impactaron al chico que tenia en frente. Pero el solo levanto sus manos, con una sonrisa que decía "lo que tu digas".
Libre del agarre de su oponente, camino decididamente hacia su salón. La campana resono por los pasillos anunciando el comienzo de las clases.
Cuando las clases acabaron, Alex se reunió con su hermana. La cual le alegro el día diciéndole que en unos días irían a ver a su abuela en Chicago.
El camino a casa era muy largo, para caminarlo todo. Así que tomaban el autobús hasta la estación que quedara mas serca de la casa. Luego caminaban el resto del camino.
–Lately, i' ve been, i've been, losiyng sleep
Dreaming about the things that we could be– canto Molly moviendo sus manos al ritmo de la canción.–But baby, i've been, i've been praying hard
Said no more counting dollares– canto en respuesta Alex.–We'll be counting stars.
–Yeah, we'll be counting stars–termino por cantar Alex– Ay, que buena canción. Es nueva, ¿no?.
–Claro, apenas salio y la pusieron en el radio.– explico Molly, con una sonrisa.
Su casa, se encontraba a un kilometro adelante y a esa altura se le alcanzaba a ver el gran techo de tejado color azul.
La gran estructura cuenta con: tres pisos, 8 habitaciones cada una con una ventana y algunas con un balcón con suficiente espacio para un sillon, una gran cocina que abarca gran parte del piso de la parte de abajo, una sala y un comedor ambos real mente grandes.
Una pequeña reja de metal negro rodea la estructura.
Afuera y adentro de la reja los arboles y arbustos crecen de diferentes colores y formas. Las flores crecen en gran abundancia, formando caminos que te llevan a la eternidad.
–Oye Molly, ¿carreras de aquí a casa?– pregunto Alex con una sonrisa.
–Ok, espera–se amarro su suéter a su cintura y lista para ir.
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Hasta aqui
Ay, se va a poner bueno.
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El discurso de los siete vientos
HumorHabía una vez un chico que vivía solo, por sus problemas familiares, pero un día se da cuenta que alguien lo sigue. Ese alguien tomara parte de algo que ninguno de los dos espera participar. Del otro lado del mar vive un niño de 18 años, que compart...