Sigue las instrucciones

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El banco de coral es immenso. Es sobretodo rojo, combinado con el turquesa del mar, pero hay también pequeños toques de amarillo.  Me quedo sin palabras pero tengo que concentrarme en respirar. Toco el hombro de Brendon y al girarse le hago un corazón con los dedos para indicarle que me gusta lo que veo. Él asiente, dándome la razón. 

Echo otra mirada al arrecife y lamento no haberme comprado la cámara que hace tiempo que miro, me hubiese permitido fotografiar debajo del agua. 

Empiezo a necesitar aire y mi instinto me pide salir a la superficie. Me impulso con las piernas hacia arriba y por fin me quito el tubo. Absorbo una bocanada de aire y me sumerjo otra vez. 

Seguimos disfrutando de las vistas y explorando hasta que nos cansamos y volvemos al barco. 

Pasamos la tarde en la playa, tumbados al sol y descansando. Estamos teniendo suerte estas vacaciones, nadie reconoce a Brendon, ni a mí, siendo un poco arrogante. 

Nos pasamos hasta altas horas de la noche jugando a cartas en la casita, por casualidad encontramos una baraja española y le enseño los juegos con los que pasaba las horas en el bar de la facultad con los amigos de la universidad. 

Al principio le cuesta entender algunos de los juegos y sus trucos, pero lo acaba entendiendo y se lo acaba pasando bien. 

Jueves, viernes y sábado pasan un poco siguiendo la misma rutina: playa, tiempo a solas en el patio, mientras él canta con su guitarra yo le hago fotos a él y a todo y culminamos los días haciendo el amor en la cama con la luz de la luna, que nos baña hasta que nos quedamos dormidos. 

Llega domingo quizás un poco más rápido de lo que yo hubiese querido. Me despierto en la cama, desnuda. Abro los ojos y Brendon no está. Por primera vez estas vacaciones me despierto sola. Y tenía que ser hoy. Que cumplo 24. 

Y no puedo evitar echarle de menos. Cojo el teléfono y veo que es mediodía. Tengo mensajes de Holly poniéndome al día, contándome que por fin está hablando las cosas con Pete y que ya me contará cuando vuelva y me felicita. Alba me repite por enésima vez la envidia que me tiene, me felicita el cumpleaños  y dice que me quiere mucho. 

Sonrío a estos mensajes, contesto y decido que ya es hora de levantarme. 

En la pequeña mesa encuentro una nota y se me hace un nudo en el estómago. Esta no es como las de Londres, aquí sólo estamos Brendon y yo. La cojo y sí, es letra de Brendon:

"He ido a dar una vuelta y a solucionar unos asuntos, te he dejado café y desayuno en la nevera, vuelvo a la hora de comer, te quiero". 

Hago una mueca. No soy mucho de cumpleaños, pero este me hacía especial ilusión. Como mi móvil no para de vibrar, decido que me ocuparé en responder, así que me visto con una camiseta de Brendon que he recogido limpia de una colada y unas braguitas. Me siento en la cama y me pongo a ello.

 Muchos son mensajes de fans que no sé muy bien cómo saben que es mi cumpleaños. Paro al cabo de un rato cuando oigo la puerta. 

Brendon va en camisa azul marino de manga corta, vaqueros y deportivas. Lleva el teléfono en la mano y me mira sorprendido. Levanto la ceja ante su mirada.

-¿Qué? "vivo" en esta casa también- digo seca, haciendo comillas con los dedos.

No quiero que se me note el enfado, no quiero parecer infantil, pero me sale innato. 

-Tenía que ir a solucionar un tema- resopla, desabrochándose la camisa y me echa otra mirada- eh, te has puesto más morena.

-Gracias-contesto en voz baja. 

Victorious (Brendon Urie y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora