Pequeños encuentros cercanos.

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—Ya se fue. — Murmuró entrando a la habitación de ella.

— ¿Tan rápido?

— Si —Rio—, solo venía a molestar.

— Mmm... —Sonrió— yo prometí no decir nada.

— ¿Seguimos hablando? — Mencionó después de soltar una pequeña carcajada.

— De hecho estoy un poco cansada, pero podemos seguir si tú quieres.

—Está bien, entonces seguiremos mañana. Tal vez podamos salir a comer o algo, ¿te parece?

— Estupendo.

A la mañana siguiente Mia fue la primera en levantarse, hizo su camino hacia el refrigerador y se sirvió jugo de naranja en un vaso. Vio que el reloj marcaba las nueve y media de la mañana, un poco más tarde de la hora a la que usualmente solía levantarse cuando no debía ir a clase. Caminó con pereza hacia la sala, tiró su cuerpo en el sofá y prendió la televisión. Al cabo de unos minutos escuchó un bostezo a su alrededor, volteo y le regaló una sonrisa a un somnoliento Jason que se tallaba los ojos apoyado en el mesón de la cocina.

—Buenos días.

—Buenos días. —Respondió el chico sentándose junto a ella con un vaso de leche.

—Veo que tienes mucho sueño. —Rio ella.

—Si —Contestó el sonriendo y dirigió su vista a la ventana—. Veo que el día estará hermoso.

—Seguro.

— ¿Saldremos ahora? —La miró.

— ¿No tienes planes con Jessy?

—Creo que está enfadada, así que tal vez no me hable en unos días.

—Oh, lo siento.

—Además —La miró risueño—, tú habías dicho que hoy saldríamos juntos.

—Lo sé —sonrió—. ¿A dónde me llevaras?

—Ya se me ocurrirá algo.

Un rato después Mia había salido por algo dulce para comer, así que Jason decidió meterse a la ducha. Era de esos que se quedaban más de veinte minutos en la ducha pensando en cómo se había creado el universo, aunque esta vez pensaba en como su hermanastra se estaba colando de a poco en su propio universo.

Escuchó unos ruidos extraños, así que agarró una toalla y salió de la ducha para verificar que todo estuviera en orden.

Al llegar a la cocina, que estaba justo al lado de la puerta del lugar, vio a su hermanastra guardando lo que parecían ser una caja pastelillos en el refrigerador.

—Me asustaste —Suspiro riendo—. Pensé que Jessy se había colado o algo así.

La chica lanzó un carcajada y terminó de guardar los pastelillos —Para nada, no me confund... —Se calló al ver el torso descubierto de su hermanastro, porque en ese momento se estaba recordando a sí misma que solo era su hermanastro.

—Lo siento por estar así —Sonrió nervioso—, pero estaba asustado de que fuera alguna locura de Jessy.

—Tranquilo, se... um, seguro yo también estaría asustada si tuviera una novia loca. —Soltó una risita nerviosa.

Jason sonrió incómodo y fue a cambiarse. Mia no evitó sentir nervios al recordar a su hermanastro semidesnudo, solo una toalla los separó del que tal vez hubiera sido el momento más incómodo de su vida... o no. Sacudió la cabeza y alejó los malos pensamientos, si quería que todo fuera bien era mejor que empezara a controlarse.

365 Días junto a ella.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora