Ahora tú ya formas parte de mi larga noche,
eres el hada que me fue enviada por la luna,
para guiarme atreves de este desierto de plata.
Eres mi vicio, y el sendero que debo recorrer
si me provocas con una de tus miradas: ¡ya!,
sólo me queda darte una parte de la magia...
que aún resuena en cada una de mis palabras:
Porque...
Soy quién carga con la fuerza de su espalda
las penas que habían condenado a tu alma,
pero ahora convertidas en estas alas, sí...
un par de alas de cristal; para poder volar
a través del torbellino que envenenas, con...
ese estúpido color violeta de tus tormentas.
¡Pido clemencia!
De rodillas se le reza al dios de mis pecados,
¡por!, ser un maldito adicto al dolor de tu pasado;
pero es que, lamentablemente te amo tanto, ¡que!;
ya ni siquiera me importa destrozar mis labios
entre las oscuras grietas necróticas de tus besos,
tropiezo, por andar buscando las tierras del olvido;
donde se puede enterrar este maldito delirio mío:
Y, respiro...
Siento como la fresca brisa que rodea tú ausencia,
llena mi pecho convirtiéndose en un cálido suspiro,
¡que!; vaga de aquí, allá, por las calles de esta ciudad
como un terrible fantasma de brillo escarlata; hasta...
poder encontrar un pequeño altar de entre las raíces
que dejaron mis pies al andar pensando tanto en ti
a cada momento. Otro que se pierde en tu recuerdo.
Lamento... ser así de surreal y nada perfecto,
escapando del silencio que juntos invocamos
cuando nuestros caminos se cruzaron, y...
tus ojos coquetearon con las luces de neón
que iluminan el oscuro rincón del sentimiento:
Donde ahora mi pobre espíritu se baña
con lágrimas de hielo, porque... amarte
ya no me sabe a verano, sino a invierno.
Tú:
Luz es la aurora que viste de mi cielo,
y bajo esa blanca falda de tus nubes,
mi negro corazón de cedro se quema
como si fuera leña entre tus pestañas.
Parece eres más de tiernas caricias que de palabras.
Mi pequeña Alicia, perdida dentro de las maravillas
que he escrito para ti con mi sangre y no con tinta,
también; soy sastre en trance por ceder a tu belleza,
sólo tú sabes vestir para lucir tan puta como princesa:
Con esa silueta cualquiera cae presa entre tus piernas...
Pero nena, yo obedezco a un instinto más primitivo,
por ello es que entre el calor de tu cuerpo sobrevivo;
mi piel guarda el último vestigio del amor prohibido,
y si todavía lo niegas, entonces simplemente dime:
¿Por qué sigues a mi lado, después de acostarte conmigo?
Ya he regresado a todos los lugares que juntos descubrimos,
pero los pétalos de las rosas purpuras se habían desvanecido,
el tiempo se pasó tan rápido al haberte conocido; imagino...
que eres a través del espejo, el reflejo del que más aprendo,
pues al haberte aceptado con tu pasado y todos sus defectos;
tuviste que firmar el contrato de mi alma... a corazón abierto.
Y, un eco de esa verdad llegara hasta tus oídos...
como el idilio que susurra con su voz de ternura,
porque eres para mis manos midiendo tu cintura;
como mi pecho es el lecho que te sirve de cama:
Anda...
Ven y nada entre las sabanas, sirena de mis sueños,
sumérgeme entre las pasionales aguas de tus senos;
arrastrándome hasta las profundidades de tu cuerpo
¡que!, quiero morir ahogado por tu pasión, y después
renacer al amanecer; entrelazados sólo nosotros dos
por los rayos del sol, no... somos más que sombras
durante el día, para que la primera estrella del ocaso
sirva de guía; para estos versos, presos de la lujuria
que me inspiras, has... de saber que eres todo lo que
yo no soy, por eso juegas a ser mi mitad perdida y;
fingiendo el tono de una mujer herida, dices «ides»,
que tú; de ninguna forma, mereces ser mía...
Tranquila, si te sientes digna de las telas que te visten de musa
en mi pasarela, tú modela, y si caigo en la tentación; ¡yo!,
confeccionare para ti las rimas, que ajusten esta canción:
solamente a tus medidas; sí... solamente a tus medidas.
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Rapoesía
PoesíaPero nena, yo obedezco a un instinto más primitivo, por ello es que entre el calor de tu cuerpo sobrevivo; mi piel guarda el último vestigio del amor prohibido, y si todavía lo niegas, entonces simplemente dime: ¿Por qué sigues a mi lado, después de...