Sin importar mi rumbo, desplegué la primera botella del bolso, destapándola y vertiendo el líquido de fuerte sabor por mi garganta sin tener piedad por mi vacío estómago.
¿Por qué? ¿Por qué tengo que sufrir tanto? ¿Qué hice para merecer tal cosa? Me tiré en alguna parte del campus y comencé a llorar, que patético ¿no?, el gran Viktor Nikiforov llorando cómo un idiota en medio de la noche en el campus. Sin pensarlo mucho, volví a dar un gran trago el que me mareó un poco.
Cada día que pasaba lo sentía peor que el otro, y lo único que tenía en mente era la ausencia de Yuuri en mi vida, ¿por qué lo hizo? Si tan sólo me hubiera explicado ese idiota, les apuesto que no estaría así. Quiero y no quiero saber algo de él, una rabia hacia su persona partía aún más mi corazón. Seguí tomando, ya todo se tornaba un poco distante, tomar con el estómago vacío es la mejor herramienta para embriagarte rápido, aguantarme el hambre en el restaurante estaba dando frutos.
— Eres un imbécil Yuuri — balbuceé — un imbécil, imbecilisimo, y no te dejaré salirte con la tuya.
Lo decidí, iré a mandarlo a la mierda, así lo olvidaré por siempre y para siempre, me lastimó y ahora yo tengo que pagar las consecuencias por sus estúpidas y tercas acciones. Terminé de beber de la ahora vacía botella y encendí un cigarrillo, abrí una lata de cerveza y me fui camino a su estúpida facultad.
Me tambaleaba de un lado a otro, pero siempre asegurándome de no verter el líquido de mi lata. Yuuri Katsuki, te irá mal, que lo sepas. Entré por la facultad y nunca me había costado tanto subir una escalera, antes de llegar al tercer piso, saqué la penúltima cerveza de la que dispondría esta noche, me la tomé al seco sintiendo ya todo borroso, esto sería duro, tiré al suelo la lata y me dirigí a su odiosa habitación. Toqué firmemente la puerta apoyando en el marco para no caerme.
—Abreeee — balbuceé con molestia total.
— ¿Sabe qué hora es? — soltó abriendo su puerta con la mirada baja. Y ahí estaba, igual de hermoso que siempre, su despeinado cabello comunicaba genuina belleza y sus redondos cachetitos seguían igual de provocativos que el primer día. Una cálida sensación inundó mi pecho, pero yo no vengo a derramarme por él. El nipón se quedó completamente petrificado, como si hubiese visto un fantasma — Viktor ... ¿qué haces aquí? — murmuró incrédulo.
— ¿Qué qué hago aquí? — reí todavía apoyado en la puerta para no perder el poco equilibrio que me quedaba — Pues estoy aquí para decirte que te odio mucho —sonreí.
— ¿Estás ebrio? —preguntó olfateando mi aliento, inmediatamente coloqué mi mano en su cara, tapándola casi completamente, empujándolo hacia atrás.
— No te he dado permiso para olfatearme — solté con un siseo en cada palabra, lo apunté con el dedo índice —que maleducado.
— Debes volver inmediatamente a tu facultad — dijo saliendo por la puerta — yo te llevo.
— No, no y no. Ya tengo 25, casi 26 años, me puedo cuidar sólo, y no te necesito a ti, ni tus estúpidos consejos. Que cara dura de tu parte ofrecerme ayuda, idiota.
— ¿Ah sí? ¿Entonces porque estás aquí? — preguntó se cruzándose de brazos cómo si tuviera la verdad absoluta.
— ¿Qué no me escuchaste? Vengo a decirte que te odio mucho, y que la verdad, si un camión te atropellara en este momento, yo no lo estaría conduciendo porque manejar ebrio es inmaduro, pero si le pagaría al chofer. — ¡Ja! Ganando con responsabilidad e ingenio desde el año 1.
— Cállate Viktor, estás diciendo estupideces.
— No, cállate tú. Ni me has explicado el porque te enojaste cómo un idiota y ahora me echas de tu facultad, eres una miserable rata — me acerqué a él con un dedo en su pecho señalándolo, perdiendo el equilibrio, no caímos al suelo, él se mantuvo firme sosteniéndome para no impactar contra el suelo.
— ¿Cuánto bebiste? — dijo sujetándome de los hombros.
— ¿Qué te importa, cara de torta? —comencé a reír desmesuradamente, soy tan gracioso. Sentí cómo olfateaba mi cuello.
— ¿¡Estabas fumando!? —creo que ahora sí se molestó. Me alejé de él tomando la postura anterior. Sonreí y miré a un lado —¡ Viktor! —me regañó, sólo pude reírme bajito y encogerme de hombros aceptando la culpa — ¿Acaso no sabes lo mal que te hace?
— ¿Por qué me regañas? Tú causaste todo esto, mírame, estoy devastado — carcajeé —y seguramente te importa una mierda.
— ¿Dijiste una mala palabra? —preguntó ignorando toda mi declaración, eso sí me hizo enojar, no pude evitar poner los ojos en blanco.
— Sí Yuuri, digo malas palabras, mierda, mierda, mierdaaaa, supéralo —le saqué la lengua extendiendo mi dedo corazón o "sacándole el dedo grosero".
— ¿Quién eres y que hiciste con Viktor Nikiforov?
— No Yuuri, aquí la pregunta es qué le hiciste tú a Viktor Nikiforov — se quedó callado, sabía que no diría nada, cosa que me hizo molestar aún más. Abrí la mochila torpemente y saqué la última lata, ni me digné a mirar al idiota que me hace hacer todo esto. Abrí la lata acercándola a mi labio inferior.
— Viktor deja de beber, dame eso —intervino el castaño tratando de quitarme la lata mientras yo lo alejaba con el brazo.
— Yo bebo si yo quiero. — aseguré antes de empujarlo y terminarme la lata al seco. Un pequeño eructo se me escapó y no pude evitar reír — Que refrescante ¿no? —el chico sólo se quedó mirándome con tristeza y asco —Bueno, eso era lo que te quería decir, que te odio mucho y ojalá te caiga un tanque encima — hice una reverencia y me largué de aquel sitio tarareando quien sabe qué tambaleándome de un lado a otro.
No me siento nada mal por esto. Su mirada fue lo mejor, su desentendimiento fue la recompensa, ahora, sólo me queda llagar hasta mi habitación sano y salvo y acostarme a dormir antes de que Yurio llegue.
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¡Muy buenos días Lectores! ¡Volví! ¡Sana y salva!
¿Cómo han estado? Si me preguntan, yo bien, muy contenta con los resultados de mi campamento y muy feliz por volver para escribirles.
¿Qué les pareció el capítulo de hoy? Recuerden que ya nos veremos el miércoles.
¡No olviden comentar, votar y compartir!
Nos leemos!
Minarii~
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Cambio de Cuerpo
Fanfiction[AU Yuri!!! On ICE Universidad] Victuuri. La vida a veces puede dar giros inesperados, pero ¿qué justamente tuviera que cambiar de cuerpo con el grandioso estudiante Viktor Nikiforov? ¡Es algo totalmente descabellado! ¿¡Que haré, qué haré?! ¡Viktor...