primer capítulo.

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Te amo: Naruto.

Termino de escribir mi última frase. Obviamente, con la mejor caligrafía que puedo. Mi forma de escribir no es muy placentera de leer que digamos. Aún así, espero que todo lo que intente plasmar en mi carta quede entendible para él.

Me levanto de la silla de un salto. Dejándola boca abajo, haciendo un ruido ensordecedor. Me muerdo el labio inferior. Estoy llegando tarde a clases.

Me gustaría poder estar a tiempo en cada una de las asignaturas. Sin embargo, para mí y para mí sueño, se hace casi imposible.

Tomó la mochila de la escuela. La cual está sobre el escritorio. Antes de irme, le coloco un lazo a mi tarjeta. La sostengo con cuidado y salgo corriendo de mi habitación escalones abajo.

-¡Naruto!

El grito de mi madre me hace parar en seco. Giró sobre mis talones con los ojos cerrados. Mi mamá da un miedo que te cagas.

-¿Cómo corres así, no te das cuenta que te puedes matar? -me hace la pregunta mientras aprieta la mandíbula.

Abro los ojos. Esta frente a mí con un cucharón en la mano. Tiene su delantal puesto, por lo que indico que estaba haciendo el desayuno a mi padre. Agita el cubierto como loca desaforada bajo mis narices. Una mancha en su ropa me hace recordar el día que es.

Catorce de febrero. Seguro intentaba prepararle un chocolate a mi padre antes de que se levantara.

Mi madre sigue parloteando. Gritándome mientras hace alusión con el cubierto de que me va a golpear. Sonrío inconscientemente. Pero la hora vuelve a mi cabeza. Estoy llegando muy tarde.

Retrocedo sobre mis pasos, para girarme y trotar hasta la puerta de mi casa.

-¡Adiós mamá! -le gritó, alzando mi mano.

Ella arruga el entrecejo. Y Sale de la casa mientras trota detrás de mí con sus pantuflas puestas.

-¿Adónde va usted, jovencito? -me gruñe a varios metros.

Me muerdo el labio. ¿No es obvio que voy a la escuela?, Estoy llegando tarde y me preguntan a donde voy. Pues a bailar la conga con Akamaru..., ¡Claramente estoy tratando de no reprobar el año, querída madre!

Ruedo los ojos.-a la escuela, mamá. ¿Dónde más? -le contesto con obviedad.

-¡Son las seis y media de la mañana! -me grita cuando está a pocos sentimientos.

¿La seis..., Y media?, ¡Santa cachucha!, ¿Desde cuando se me da por levantarme temprano?

-¡No!, ¡Así no!, ¡No me entiendes!

Detuve el movimiento de mi cuchara en el bol. Para luego mirar a mi madre. No tenía nada de paciencia cuando se trataba de mí en una cocina.

Tenía el rostro completamente rojo. Lo que hacía que combinara con su cabello de ese mismo color.

Mi madre suspira -vuelve a colocar el azúcar, Pero poca. Si no, ¡no será un chocolate amargo! . -se lleva los dedos a la cara. Para luego apretar el puente de su nariz.

Asiento con la cabeza. Para luego volver a clavar mi atención en el desastre que tengo en mis manos. Estoy batiendo un intento de chocolate casero. El cual ha acabado por salpicar absolutamente toda la mesa. Estiro mi brazo y tomó un pequeño envase de azúcar. Para luego tirarlo en pequeñas cantidades casi nulas sobre la mezcla.

Si esto no sale bien. Creo que no volveré a intentar cocinar.

-bien, ahora. ¿Le pondrás algo más a tu mezcla?, ¿Confites, galleras?

Mi San Valentín. {SasuNaru}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora