Capítulo Cuarenta y Cuatro

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Los lunes apestaban, era oficial, debería escribirse en la biblia.

Eso me quedó claro cuando caminaba por el pasillo a mi salón y Omar emparejó su paso con el mío, decidí ignorarlo y lo estaba haciendo muy bien hasta que él extendió su brazo sobre mi abdomen haciendo que me detuviera. Pensé en ser grosera, pero él no merecía las energías que gastaría siéndolo.

—¿Necesitas algo? —pregunté poniendo una pequeña sonrisa en mi cara, Omar sonrió más ampliamente y enarcó una ceja.

—Conversar contigo, ¿acaso no puedo?

—Estoy yendo a mi clase, ahora no es un buen momento —para ti nunca habrá un buen momento, quise gritarle y seguir con mi camino.

—No me tomará mucho tiempo —prometió, cambié mi peso de pie y esperé a que él siguiera hablando.

—Ok —murmuré.

—Tamara estuvo llamando varias veces a Sofía el fin de semana

—Eso no me concierne, así que si me permites

—Claro que te concierne —interrumpió—, sobre todo si Antonio está de por medio —mi expresión debió haber cambiado dándole a él algo que estaba esperando, sonrió con ironía y asintió un par de veces—, me lo imaginaba —siguió.

—No me concierne —me obligué a repetir decidiéndome a seguir con mi camino hasta mi salón.

—Sólo quiero prevenirte Danna —inquirió tomando mi brazo impidiéndome seguir—, cuando algo se les mete en la cabeza no hay poder humano que se los saque, y si quieren hacerte ver tu suerte, lo harán

—Yo no les he hecho absolutamente nada —espeté—, ¿me estás previniendo? —él asintió con seriedad—, ¿o me estás amenazando? —Omar esbozó una media sonrisa y suspiró con cansancio.

—Más bien te estoy haciendo una oferta —respondió sin soltar mi brazo—, en cuanto te des cuenta de que tu adorado Pollo no es lo que creías yo estaré aquí, dispuesto a consolarte —acortó la distancia entre nosotros dando un paso al frente.

—Preferiría meter la cara en algún retrete —respondí jalando hacia mí mi brazo, Omar lo dejó ir regresando a su expresión seria.

—Después no digas que no te lo advertí Danna, ese muchacho del que tanto te fías no es sincero contigo como tú lo eres con él

—Supongo entonces que debo creer en tu honestidad —musité.

—No, sólo, mantén en tu mente mi propuesta —antes de irse besó mi mejilla y me dejó de pie ahí en medio del pasillo, siendo observada por algunos mientras pasaba la manga de mi sudadera por encima de mi babeada mejilla; entonces, fue, cuando disgustada y por alguna razón ajena a mí observé a Antonio caminar al lado de Tamara por el pasillo, creo que pude haber rodado los ojos antes de irme al fin al salón.

Antonio.-

Ella no me estaba hablando, no es como si me preocupara en realidad, pero Danna no me estaba hablando y se supone que ella debería ser quién intentara arreglar todo este asunto, ¿no es así?

Sobre todo porque aún no lograba saber por qué demonios ella estaba hablando con Omar el lunes por la mañana.

—Ve allá y habla con ella —aconsejó Carlos.

—No hablaré con ella —decidí—, ¿sobre qué hablaríamos?, tal vez debería preguntarle, oye quieres salir conmigo o ya tienes planes con Saúl, ya sé, si es que tienes planes con ese sal conmigo y después con él, no me molestará —ironicé, Carlos sonrió ampliamente y suspiró antes de responder mi pregunta.

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