Mm: No, no, no. Jennifer, bájate de ahí. Por todos los cielos, te vas a caer. -La rubia tomó a la niña de los brazos y la colocó en la alfombra del salón- Una vez más Mina, me alegra verte aquí como cada mes. Los niños adoran cuando vienes, por los dulces, más que nada. -sonrió y se sentó al lado de Mina.
M: Lo sé, Momo. Venir me agrada, aunque vengo sólo cuando me siento preparada.
MM: Todo irá mejor Mina. El recital que preparaste para los niños gustó mucho a los padres, gracias -sonrió- pero dime, ¿Cómo va la vida?
M: -Se quedó callada un rato mientras veía a los niños jugar y después reaccionó- Espero que llegando a su final -perdió su mirada en un libro de la estantería, era el favorito de Nayeon, solía leerlo para los niños de aquellos días con mucha frecuencia.
*Throwback*
Dr: No debe ser nada de gravedad, puede tratarse de una simple alteración hormonal. Aunque, para la edad que tiene Nayeon, es muy atípico este tipo de problemas -volteó a ver a una pequeña de 7 años de cabellos negros y fleco recto jugar con los vasos de papel- El próximo viernes tendremos los resultados del estudio. Esperemos que no sea nada malo.
La madre de Nayeon no sabía como actuar o que hacer. El primer episodio de la enfermedad de Nayeon la había asustado demasiado. La pequeña había palidecido, no comía ni bebía nada, todo le hacía daño y lo vomitaba, sus ojos se acompañaron de ojeras profundas y obscuras, su piel estaba pegada al hueso, parecía tener anorexia y tenía desorden del sueño.
N: ¡Mamá! -obligó a su madre a salir de sus pensamientos al jalar de su gabardina verde olivo- ¿Podemos ir a casa? Tengo mucho sueño -su madre la miró y sus ojos se llenaron de lágrimas.
NM: Claro -la tomó entre sus brazos y apoyó la pequeña cabecita en su hombro- duérmete un rato. Cuando te despiertes iremos a donde tú quieras.
La madre de la pelinegra condujo en silencio hasta su casa, con tantas dudas en su mente. Pensó en tantas enfermedades como su conocimiento le permitió. Sus manos temblaban al tomar el volante y sus ojos daban vueltas al retrovisor demasiadas veces para poder verla dormir en el asiento trasero. En su corazón existía una leve sensación de esperanza, sobre todo, sobre nada. Su cabello se había crispado por el frío clima del hospital, parecía desaliñada e ida, porque lo estaba.
Su mente no dejaba de recriminarle cosas. "Debí saberlo" "es genético" "soy portadora" "debí llevarla más seguido a hacerse estudios" "es mi culpa" "que malos genes". En un intento desesperado de querer aguantar el llanto y el enojo, la madre de Nayeon detuvo el coche y se bajó en silencio. Camino hasta la acera y empezó a llorar, el peso de sus lágrimas no la dejarían en paz de ahora en más. Gritó hacia la nada y después de liberar 3 gritos, volteó al coche, donde dormía su pequeña, cansada, enferma, débil. La madre de la pelinegra le prometió a lo que fuese que cuidara de ellas que jamás dejaría sola a su hija. Y en el fondo de su corazón, pidió por una muerte sin dolor, muy, muy en el fondo de su corazón...
Al llegar a casa se quedó en el coche por 40 minutos, viendo a su hija dormir en el asiento trasero con la cobija blanca moteada de colores. Sus pequeñas manos, su nariz redondita, sus cachetes vacíos de color, sus pestañas pequeñas y lacias. Sus labios con una pequeña cicatriz en el labio inferior por un accidente, sus piecitos, sus piernitas llenas de moretones a causa de una Nayeon que alguna vez fue descuidada (y una aún más despreocupada madre). El nudo en su garganta se apretó.
....
NM: ¡No puedes irte! Nayeon no puedes dejar el tratamiento ¿entiendes? Es lo que te mantiene con vida, lo que te mantiene conmigo. Hija por favor, no te vayas -las lágrimas de la madre suplicaban por piedad a la mirada llena de ira de Nayeon, quién tenía un pie fuera de su casa para terminar dándole la espalda a su madre- ¡¡Nayeon no olvides tus pastillas!! Por favor.
N: ¡¡BASTA!! -tiró la maleta al suelo y volteó hacia su madre con fuerza y coraje- ¡Basta! Estoy tan cansada ¿por qué no lo entiendes? Llevo 13 años tomándome esas malditas y agresivas pastillas. ¡Estoy cansada, estoy deshecha, estoy medio muerta! Eso no va a cambiar mamá, me voy a morir, aún si me tomo esas pastillas que están destrozando mi hígado, por que lo sabes ¿verdad? Me mantienes viva a costa de la salud de mi hígado, en cuyo caso tengo que tomar otras pastillas para controlar el daño que le hago, o calmar los dolores que me dan por tenerlo tan jodido. Mamá -el tono de voz de Nayeon descendió hasta volverse compasivo y suplicante- Mamá hagamos como que no tengo nada ¿sí? Olvida las pastillas, el tratamiento, la enfermedad. No necesito más tiempo, no necesito joderme más otras cosas para mantenerme medio viva. Tengo recaídas regularmente, me internan con frecuencia ¡ah! pero eso sí, te aseguran que al menos, prolongo mi miserable vida. ¿Eso es lo que quieres? -tomó las manos temblorosas de su madre- Porque yo no. Quiero viajar, quiero conocer, quiero vivir como si no estuviera colgando de un hilo. Mamá, aún tengo tiempo, tengo 20 años, al menos 5 quiero vivirlos sin tomarme esas cosas ¿puedo?
La cara de su madre estaba perdida, llena de preocupación y tristeza, con toques de coraje e impotencia. ¿Qué no querría una madre para su hija sino su felicidad? Es lo que se decía con frecuencia, pero ese día más que nunca.
NM: No es correcto que dejes las pastillas, mi amor. Sé que es difícil y duro y... -la voz de su madre por fin quebró- lo lamento tanto, hija lo siento mucho -lloró en los brazos de su hija, agotada y preocupada- quiero que tengas esa vida que tanto anhelas, pero... ¿estás segura que no te arrepentirás? -le lanzó una mirada esperanzada a un cambio de idea
N: No mamá, no estoy segura. Pero quiero hacerlo, quiero intentar vivir por primera vez, dejar de sobrevivir y hacerlo en verdad. Mami -tomó sus mejillas- gracias. Gracias por estos 20 años de esfuerzo y amor. Sé que debió ser tremendamente difícil para ti, mamá, lo siento. Lamento no ser una hija sana, ni una hija buena, pero te prometo que soy una hija que te ama -abrazó a su madre con fuerza. Se sentía quizá más angustiada y preocupada que ella, pero quería tomar esta decisión- déjame hacerlo mamá, por favor.
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Una y tantas Lunas. [MiNayeon]. Short Story
FanfictionSu amor fue como un fosforito, corto pero inexplicablemente intenso. En aquellas noches sin ella, Mina contaba las lunas y prometió no dejar de contarlas hasta que volvieran a estar juntas. ¿Cuántas Lunas es posible contar? Mina ya había perdido la...