Gold Coast, 6:00 pm Australia
—¿Tienes alguna idea de dónde está mi hijo?—
Claire reconoció la voz y se volteó para observar el rostro amigable de Martha y Kevin.
—Deberías saber que aprovecha cada momento libre para estar en el mar— Ella indicaba hacia la playa con una sonrisa divertida y amorosa.
Claire había sido la niñera de Evan desde que nació y una vez que 'su niño' decidió independizarse no se sintió capaz de separarse de él. Evan siempre había sido autosuficiente, pero sabía que ella no tenía otra familia y no quería dejarla sola. Claire se había instalado en su corazón y aunque Martha era una madre muy dedicada, Evan se había declarado irremediablemente enamorado de las dos. Desde entonces Claire se había encargado de cuidarlo en su nueva casa, aunque no era mucho lo que él la dejaba hacer por estos días, desde pequeño fue protector, como un pequeño caballero. Había contratado una joven para la limpieza y con eso esperaba asegurarse que Claire no se sobrecargara, a regañadientes ella lo había convencido de continuar preparando la comida. Cada vez que Evan tenía ocasión la obligaba a sentarse, mientras el preparaba deliciosos platillos. Generalmente la hacía llorar de la risa con sus ocurrencias y Claire sólo podía sentirse cada vez más orgullosa del muchacho que había visto crecer.
Abrigaba en su corazón una pequeña preocupación y era evidente que Kevin y Martha habían venido por el mismo motivo. La mirada algo frustrada que Kevin le dirigió a Owen, su mano derecha de toda la vida, le hizo sentirse aún más preocupada, no porque su muchacho estuviera en problemas, sino porque sospechaba se venía una seria conversación padre e hijo. Sacudió sus pensamientos y ayudó a Martha a instalarse, cuando la luz del sol desapareció sintió pasos relajados acercase desde la playa.
—¿Papá?— expresó Evan sorprendido al ver a Kevin sentado en su sala junto a Owen.
—De haber contestado tu celular, mi visita no te habría sorprendido—respondió su padre con algo de frustración, pero con el espíritu amigable de siempre.
—En el océano la única señal que busco es la que me indica cuando tomar la próxima ola— le respondió esperando alguna señal de irritación y en su lugar escuchó una sonora risa.
Kevin amaba el océano tanto o más que él, todo lo que sabía y los mejores recuerdos de su vida los había pasado con su padre en medio de las olas y nadie podía entenderlo mejor. Siempre habían tenido una relación cercana, lo admiraba y sentía que había sido afortunado de contar con un hombre increíble como el. Justamente por esa complicidad sabía que esta visita no era un asunto casual, confirmada por la presencia del viejo Owen. Por ahora tendría que reprimir su curiosidad y dejar el asunto para más tarde porque era un necesario que tomara una ducha.Corría la mitad de enero y estaba a un mes de su cumpleaños, la idea de cumplir 35 no le quitaba el sueño, pero si lo había tornado algo reflexivo, había crecido siendo muy consciente de sus responsabilidades y su padre lo había inspirado a ser un buen hombre. El trabajo duro y su gran dedicación le habían permitido crear una compañía próspera, tenía buenos amigos y vivía en un lugar paradisíaco. Su familia era el pilar fundamental de su vida, aunque sus dos hermanos vivían lejos, se reunían cada vez que podían, especialmente con Harper que era la más pequeña. Las cosas andaban muy bien en todo sentido, pero desde un tiempo atrás se sentía algo intranquilo, pero nada que le quitara el sueño, decidió ignorarlo como siempre y se reunió con su familia en la cocina.
—Mamá— interrumpió el silencio con su voz grave.
—¿Cómo es posible que cada vez que te veo estés más hermosa?— ella se lanzó a sus brazos con esa mirada que sólo su adorado hijo podía provocar, mientras él le acariciaba el cabello rubio que tenían en común. Evan era el vivo retrato de su madre con la estructura de su padre y los ojos de su abuelo, como Martha siempre le decía. Abrió los brazos mientras aún sostenía a Martha y le hizo señas a Claire para que se les uniera.
—Las mujeres de mi vida, sólo falta Harper para que mi corazón esté completo— su comentario ingenioso fue interrumpido por los ladridos molestos de Ava que lo miraba como si la hubiese traicionado.
Claire y Martha se reían de su expresión aproblemada mientras él le aseguraba con una galleta a fiel compañera que era el amor de su vida.— A eso me refiero, Owen— escuchó murmurar a Kevin desde la sala. Tomó una manzana le dio un mordisco y camino hasta estar frente al preocupado rostro de su padre.
—Tengo curiosidad por saber a qué se debe esta visita, ¿porqué no pareces haber venido a disfrutar de las olas?—
Evan conocía a su padre mucho más de lo que a este le gustaba reconocer, era un médico dedicado y un padre ejemplar, pero sobretodo eran amigos. Los ojos verdes de Kevin parecían atormentados y nerviosos, por eso le estaba dando un empujón. Sabía con certeza que esta no era una visita casual y esperaba que le dijera de una vez que lo estaba pasando.
—Vas a cumplir 35 el próximo mes— dijo Kevin arrastrando sutilmente las palabras. Si la situación ya le provocaba curiosidad ahora tenía toda su atención, era obvio que sus padre no habían cruzado el país para recordarle su cumpleaños.
—Y estoy algo inquieto con tu "situación"— ya se había terminado la manzana y el pelo le goteaba ante la atenta mirada de su padre. Repaso su aspecto mentalmente, estaba descalzo usando un pantalón deportivo; es verdad que no llevaba camiseta, pero vivía en la orilla de la playa y sus padre siempre lo había visto así. Decidió examinar a Owen, su postura rígida sólo consiguió ponerlo más tenso. Kevin tenía 60 años cumplidos recientemente, era un hombre de hábitos saludables y no recordaba que hubiese estado enfermo, le asombraba la mirada cansada con la que lo observaba y se preguntaba si esa salud inquebrantable tenía algo que ver con el asunto.
—No estoy enfermo si es eso lo que estás pensando—
Evan soltó un sonoro suspiro de alivio, pero antes que su cuerpo terminara de relajarse las siguientes palabras de su padre lo volvieron a tensionar.—Sólo que cuando yo cumplí 35 tenía tres hijos y no le declaraba amor eterno a mi perro— aunque hubiese intentado habría sido imposible oprimir la carcajada que se le soltó. Aunque al parecer era el único al que el asunto le causaba algo de gracia. Ahora que ya sabía lo que atribulaba la mente de su padre volvió a su estado de completa tranquilidad.
—Debo reconocer que me aliviaste con el comentario— dijo tratando de justificar su carcajada.
—En efecto temí que tuvieras algún problema de salud, pero veo que el que necesita intervención soy yo por la manera en la que tú y Owen me observan. En mi defensa debo aclarar que las mujeres de la actualidad no son como las que ustedes conocieron— dijo dirigiendose a los dos.
—Saben que amo mi familia, pero sería peligroso poner a mis futuros hijos en manos de una de esas locas, si saben a que me refiero. Si logran encontrar a alguna que sea la mitad de buena persona que mamá y Claire yo seré el más agradecido— dijo pensando que su comentario sería suficiente para zanjar el tema. No lograba descifrar si su padre estaba feliz o molesto con sus palabras, pero la sonrisa sospechosa de Owen le indicó que seguramente había hablado más de la cuenta.
Había tenido algunas novias, pero parecían más enamoradas de la tarjeta de banco que de su sonrisa. Las que había conocido en los últimos años eran frías, violentas e histéricas y no podía aguantar 5 minutos en su compañía. Había crecido viendo la elegante dulzura de Martha, la sencillez de Claire y no concebía imaginar su vida con una mujer caprichosa y egoísta.
—Sé que las cosas han cambiado mucho los últimos años, pero es imposible que ninguna mujer en el planeta te parezca adecuada. Tu idea me parece perfecta y apenas la encontremos serás el primero en recibir la buena noticia— la mandíbula se le desencajó con las palabras de su padre. Su buena relación no había estado exenta de conflictos que siempre consiguieron resolver, pero nunca le había dicho algo equivalente a semejante disparate.
Estaba seguro que nadie lo conocía como él, a los veinticinco años fue padre por primera vez y no eran tantos años lo que les distanciaban. Habían construido una relación estrecha, pero nunca se había interesado en intervenir tan bruscamente en su vida. Desde los primeros años le condujo a tomar las mejores decisiones y no recordaba que haya intentado obligarle a nada después de los doce. ¿Qué clase de bicho extraño lo había picado y porque parecía tan decidido?La puerta se abrió y el angustiado rostro de su hermana los sacó abruptamente de la conversación. Era evidente que habían problemas en el paraíso, Martha corrió a abrazarla apenas percibió las lágrimas caer por sus mejillas. Evan sólo esperaba conocer la causa de su tristeza para saber con que destino tomar el avión y a quién tenía que destripar.
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Difícil de creer
EspiritualEvan se consideraba a sí mismo como un hombre no demasiado complicado. Estaba disfrutando de una etapa fantástica en su vida y no tenía motivos para sentirse infeliz: una carrera, padres, hermanos y amigos. Todo funcionando a la perfección. Y jus...