El ambiente en el Royal Swan Ballroom comenzaba a llenarse de algarabía, la cena había sido deliciosa y de primer nivel. Viejos y costosos fonógrafos formaban parte de la decoración y los empleados utilizaban atuendos de la época, el salón estaba invadido por el bullicio de las personas charlando amenamente desde sus mesas o paseándose mientras se tomaban fotos y admiraban la decoración ambientada en los años veinte.
Harry se sentó un momento, había comenzado a sentirse aturdido por el alcohol y la música; se aflojó la corbata y desabotonó el cuello de su camisa mientras su mirada recorrió el lugar en busca de su acompañante, hasta que lo vio, caminando hacia la mesa desde la barra, llevando dos vasos de whisky y esquivando con elegancia a la gente que cruzaba el salón de un lado a otro. A Harry se le aceleró un poco el corazón al observar la espigada y masculina figura de Draco, elegante como nadie en el salón de aquel hotel de Atlantic City, con el terno sin una sola arruga y el cabello perfectamente peinado. Harry sonrió ante eso, sólo había visto a Draco despeinarse al salir de la ducha y durante el sexo, el resto del tiempo, Harry estaba seguro de que algún hechizo tenía que ayudar a que aquel suave cabello rubio mantuviese su perfección durante las veinticuatro horas del día. Se preguntó una vez más cómo es que logro conquistarlo, admiró su elegancia, sus facciones delgadas y fuertes, su mirada intensa, toda perfección ante sus ojos.
–El bar es una locura –dijo Draco sentándose y dejando los vasos sobre la mesa.
–Yo ya no debería beber más –contestó Harry tomando el vaso y dándole un sorbo de todas formas–. He perdido la cuenta de cuanto hemos bebido.
–Esto es como si fueran golosinas comparadas con un buen whisky de fuego –respondió Draco riéndose de la expresión de Harry y bebiendo con elegancia–. Veinticinco años y aún no has aprendido a beber, Harry.
–Los aurores no acostumbramos ir a cenas elegantes –dijo Harry con una sonrisa y la mirada ligeramente perdida–. No es mi culpa que tú tengas mejor cabeza que yo para el licor.
Draco lo vio e inevitablemente se enterneció. Sabía perfectamente que Harry no era ningún ser indefenso, que, por el contrario, era dueño de un genio insoportable cuando se lo proponía, sin embargo, él tenía la suerte de conocer aspectos de Harry que el mundo jamás vería y ese Harry, un poco mareado, con la risa suelta y las defensas bajas era delicioso para admirar.
–Tú tan remilgado como siempre Potter –le dijo Draco sonriendo y tomándolo de la mano–. Creo que aún no he sido suficiente mala influencia para ti.
–No, pero podemos remediarlo.
El salón era enorme pero para ellos la atmósfera era íntima, como si el resto del mundo no existiera, disfrutando de lo anónimos que eran en medio muggles, tan lejos de las miradas cuestionadoras del mundo mágico.
La banda en el escenario no ha parado de tocar y las notas de una nueva canción comenzaron a invadir el lugar. Draco sonrió y se puso de pie, jalando a Harry hacia él.
–Ven. Baila conmigo.
Harry se dejó llevar y aunque el baile no era lo suyo, permitió que su cuerpo se acoplara al de Draco al compás de los lentos acordes, apoyando ligeramente la cabeza en su hombro, suspirando en paz y una felicidad que jamás pensó que podría experimentar. La noche era joven todavía y Harry se apretó lo más que pudo contra el cuerpo de su novio, dispuesto a disfrutar de sus vacaciones.
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One Night (Drabble Drarry)
FanfictionHarry y Draco comparten una romántica noche en Atlantic City. Esta viñeta fue escrita para el Fluffyfest 2013. Acompaña a un Fanmix publicado para el mismo fest.