Cambio de Cuerpo

Mila, la misteriosa

Unos días después.

Amanecí en mi cama con otro maldito dolor de cabeza, diablos, ni me podía levantar. Viré la vista y vi a Yurio apapachado con su kazako, unos sucios y humillantes celos recorrieron mi pecho, que envidia. Miré la pantalla de mi celular y la hora marcaba que me tenía que levantar a desayunar. Ahora que logré salir por fin de la cama, Yurio no me traería más las 3 comidas del día junto a cualquier caprichito que se pasara por la mente. Dejé la brillante y aturdidora pantalla y llevé mis manos a la cara, hace tiempo que no me sentía tan mal después de beber.

Me permití descansar hasta que el horrible dolor de cabeza mostrara señales de ceder pronto, hecho que claramente no pasó a pesar de que el tiempo continuaba avanzando. No puedo tomar nada, los medicamentos y el alcohol son una mezcla suicida, así que tendré que aguantarme las ganas de meter la cabeza en la tierra.

Me levanté con las mismas ganas que tenía de salir de la habitación (ninguna) y me fui directo al baño, tengo que confesar que todavía no me acostumbro a verme con el cabello corto, pero este es "mi nuevo yo", así que tendré que adaptarme. Abrí la ducha y esperé a que el agua caliente saliera, cosa que en ningún dio índices de que sucedería, así que no me quedaría otra que bañarme con agua helada.

¿Qué buena manera de empezar el día no?

Salí del baño entumecido y me abrigué lo más que pude.

— Frío, frío, frío — musité dando saltitos de un lado a otro. Sentí al par de enamorados removerse en las sábanas. Antes de dirigirme la palabra, se dieron un casto beso y los buenos días totalmente empalagados. Me cubrí los ojos e hice que no vi nada — Get a room — Yurio se percató de que no estaban solos y se ruborizó al instante.

— ¿Quién te manda? — regañó — fisgón.

— Ajá, ajá. Oye, no hay agua caliente —le advertí terminando de arreglarme para ir a desayunar y tomarme un bendito café.

— ¿Y eso que te levantaste por tu cuenta?

— Tengo hambre, y el hambre es más fuerte que... —sentí un nudo en la garganta — tú me entiendes — Yurio asintió y volvió a caer rendido en los brazos de Otabek, quien solo fue un oyente de la conversación.

— Tráeme una galleta o un bizcocho — ordenó levantando su mano, ahora tenía un pretexto más para estar afuera solo, cosa que de verdad no me molestaba mucho. Terminé de abrigarme.

— Vuelvo en un rato —anuncié saliendo por la puerta.

Ya en marcha al fiel Tea House, lugar donde encontraría el mejor café del campus, y un buen desayuno, me percaté de que realmente hacía frío esa mañana, escondí mi rostro en la bufanda dejando al aire nada más que mis ojos. La verdad no sentía necesidad de hablar con nadie, bueno, sólo con Yuuri.

Me pregunto qué estupidez le dije a Yuuri hace unos días; seguramente algo estilo "te odio". Pero bueno, ya lo hice y no hay vuelta atrás, casi nunca me arrepiento de lo que hago, no entiendo para qué arrepentirse, sólo te sentirás peor y no solucionarás nada.

Entré al Tea House y el olor a café me embriagó totalmente, el calor del lugar fue absolutamente acogedor en todos los sentidos. Me quité la bufanda y me fui a lo más recóndito del lugar, el Tea House no era cómo un café en un sótano como cualquier otro, este fue inaugurado con la ayuda de los estudiantes extranjeros que vienen hasta acá, las lámparas eran botellas con bombillos adentro, algunas paredes tenían pizarrones de tiza rayados hasta el tope con grandes y coloridos dibujos, siempre sonaba la música adecuada para la ocasión y el servicio se caracterizaba por ser espectacularmente amable. Hablando del servicio, una camarera se me aproximó con una libreta.

— Viktor —saludo alegremente.

— Buenos días Tanya.

— Me gusta tu nuevo look, se te ve genial.

— Gracias — dije rascando mi nuca.

— ¿Qué vas a ordenar hoy?

— Tráeme un capuchino de vainilla extra grande.

— ¿Estuviste bebiendo Vitya? —preguntó con una sonrisa mientras anotaba en su libreta —¿algo más?

— Uhm, una magdalena, de esas que tanto me gustan con chispitas de chocolate y un bizcocho para llevar por favor.

— Me parece —dijo terminado de anotar marcando exageradamente el punto final — vuelvo enseguida.

Tanya siempre es muy agradable a la hora de tratar a sus clientes, se muestra totalmente abierta, pero su vida personal es un misterio. Sólo sé que estudia para ser enfermera, no por ver el cielo eres astrónomo ¿no?

Me sumergí en mis pensamientos cuando una familiar voz me llamó.

— Viktor, hola— levanté la mirada y se trataba de Mila, que sorpresa — tiempo sin vernos, veo que su "problemita" ya se solucionó —dijo tomando deliberadamente asiento. No pude evitar sentirme mal, eso fue cómo rociarle limón a la herida.

— Hola Mila, sí... Ya soy libre, wohou — hice un gesto con los dedos esperando que fuera festivo, pero sólo dejó todo más fúnebre.

— Vaya, sí que te ha hecho mal su decisión — insinuó, ¿decisión de quién? Supongo que de Yuuri.

— Sí, creo que no me encuentro del todo bien si te soy honesto — declaré melancólico.

— No te preocupes, ella tampoco está contenta con todo esto, así que no te preocupes — ¿de qué estaba hablando Mila? ¿Y por qué formuló tan mal?

— ¿Ella? ¿de quién hablas Mila?

— Oh, creo que hablé demasiado — se tapó la boca sonriendo, pero esto es obviamente apropósito.

— Mila — reñí — ¿de qué hablas? —sé que Mila a veces es rara, pero hoy se estaba excediendo.

— Tengo algo que enseñarte luego de esto, primero come algo — soltó apoyando su cabeza en la palma de su mano, justo a tiempo, llegó mi desayuno.

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¡Hola! ¿Cómo están? 

Bueno, bueno, aquí van las preguntas del día. ¿Por qué Mila se veía tan misteriosa? ¿Qué nos estará ocultando una de nuestras rusas favoritas? ¡Hasta yo estoy emocionada!

¿Qué tal el capítulo de hoy? Espero que les haya gustado UwU Nos vemos el viernes pequeños, y agárrense, porque se pone bueno.

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Minari~