Capítulo 1: El invierno según Viktor

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¿Qué te haría sospechar que tu pareja te engaña?

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¿Qué te haría sospechar que tu pareja te engaña?

Por supuesto, uno preferiría no pensar en ello porque la simple idea causa un mal sabor de boca. A nadie le gustaría descubrir que la persona que ama es infiel.

Todos aprendemos, tarde o temprano, que el mundo no es perfecto y las personas pueden lastimar, pero no lo esperamos de aquella a la que se le entrega el cuerpo, la mente y el corazón. Ésa a quien se le confían los secretos. O por quien se comienza a pensar sobre el futuro.

No.

En definitiva, es algo que nadie quiere sufrir.

Quizá por eso existía gente que se volvía loca de celos, razonaba Viktor. Naturalmente todos desean confiar en su pareja, sin embargo, cuando surge la espina de la duda, es casi imposible deshacerse de ella. Las ideas y preguntas nacen de la inseguridad se vuelven constantes: “¿qué hace cuando no está conmigo?”, “¿de verdad no piensa en nadie más?”, “¿aún me ama?”, “¿sólo son amigos?” “¿está mintiendo?”

La confianza va goteando como de una fuente resquebrajada hasta quedar peligrosamente vacía.

Por supuesto, hay tantas reacciones distintas como personas distintas hay.

Hay quienes prefieren comprobar que sus sospechas son ciertas antes de cometer una locura, otros simplemente pierden la cabeza y unos más se consumen por dentro en lugar de comunicar sus preocupaciones. Viktor pertenecía al primer grupo de personas.

Años atrás podría haber jurado que conocía a Christophe Giacometti como a la palma de su mano. Sin embargo ahora no podía evitar pensar, con humor amargo, que al parecer su palma tenía líneas y cicatrices que jamás vio.

Suspiró con pesadez.

No le gustaba ese dolor instalado en su pecho. Era casi una molestia física que le impedía respirar, a pesar de saber que su cuerpo estaba pleno de salud... No podía decir lo mismo de sus sentimientos.

Bajó la vista de nuevo al causante de su sufrimiento inmediato: las fotos en su teléfono celular.

No habían pasado más de dos horas desde que Chris se fue a comer, con unos amigos de la secundaria, según sus propias palabras. Las fotos del detective privado que contrató, contaban una historia muy diferente. Una versión con menos ropa y en la que lo único que su esposo parecía saborear era la piel desnuda de un joven moreno.

Se llevó una mano al rostro y la alianza dorada en su dedo anular atrapó los hilos de luz entrantes por la ventana, lanzando lánguidos reflejos que herían la vista de Viktor. Pausa. Cerró los ojos, una lágrima solitaria humedeció sus pestañas y acarició su mejilla lentamente, pero la apartó con el dorso de la mano. No tenía tiempo ni paciencia para llorar.

En lugar de ello, se levantó dejando el teléfono sobre la mesa, se metió las llaves en el bolsillo del pantalón y, tras llamar a su vieja mascota, Makkachin, salió del departamento.

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⏰ Última actualización: Feb 19, 2018 ⏰

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