Capítulo 19: Secretos

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Tenía unas ganas de comer pastas y Pepe cumple mis antojos, me lleva a un restaurante italiano muy estético, todo estaba súper bien ambientado y todo el personal hablaba italiano, fue un detalle bien realista. Cerca de mi casa hay un restaurante de comida china y es atendido solo por chilenos, algo no calza. Mientras esperamos la comida, una banda de música contemporánea toca para los comensales. A Pepe le llegan un montón de llamadas, pero las ignora para continuar hablando. Me entran varias dudas sobre quien estaba sentado conmigo, pensándolo bien, no lo conocía casi nada.

—¿Por qué me miras así? —pregunta Pepe—.

—Nada, es que me surgió una duda —le comento—.

—¿Ah sí? ¿Y cuál sería? —pregunta dudoso—.

—Es que… si se supone que vives acá, ¿Por qué te estas quedando en un hotel?

—Lo que pasa, es que… —Se toma un trago de vino antes de continuar hablando—. Por contrato tengo que vivir aislado, el hotel queda muy cerca del lugar de grabación, entonces por eso.

—Pero un día podemos pasar por tu casa, me prometiste conocer tu huerto, ¿recuerdas?

—Sí, o sea… —interrumpe otra llamada—.

—Contesta, debe ser importante, te han marcado muchas veces —le digo con tranquilidad—.

Siento que me ocultan algo, y odio eso, trato de evitar imaginarme cosas en mi cabeza, siempre armaba escenas súper dramáticas y al final no era nada, solo mi imaginación. Pepe regresa a la mesa con una sonrisa y pidiendo disculpas.

—¿Quién era? Parece que está un poco preocupada —menciono tratando de parecer tranquila—.

—¿Preocupada? No, era de la empresa, recuerda que mañana comenzamos las grabaciones.

Había olvidado por completo que a eso veníamos, soy una irresponsable, tendré que amanecerme leyendo los guiones. La comida ya está en nuestra mesa, me limpio a cada rato la boca, la comida traía mucha salsa, yo creo que ya parecía payaso con tanto rojo en mi boca, me excedí con ese color esta noche.

Termino de comer el último pedazo de lasaña y Pepe hace un gesto con sus manos, creí que estaba pidiendo la cuenta pero no, los chefs del restaurante traían una torta encendida con fuego y un montón de globos.

—Bienvenida a España, mi amor —dice Pepe con una sonrisa—.

Enredada en tus cintasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora