Único.

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[Sus pequeños pies se movieron con rapidez, esos mechones negros que relucían al tener una reflexión con el sol, resonaban alrededor de las paredes la risa infantil de la pequeña Marinette quien escapaba de los brazos de su padre, el cual continuaba con el juego de ser un ogro en busca de atrapar a la princesa de vestido azul, al tiempo que Sabine simplemente admiraba la escena conmovida de pies a cabeza, adoraba cuando las cosas se ponían divertidas dentro de su pequeño hogar.

—¡Mamá! —pidió entre risas tratando de dejar de reír, tratando de continuar con su escape, moviendo sus pies para llegar a su habitación, sin embargo antes de continuar con su escapada, los fuertes brazos de su padre la elevaron por los cielos.

—la reina Sabine no te salvará esta vez, te haré pagar por comerte el pastel de chocolate con muchas cosquillas —aunque el mayor aun no iniciaba con su batalla la azabache no dejaba de reír pataleando agitando la tela del vestido azul pomposo, la recostó en uno de los sillones color salmón iniciando a cumplir con lo dicho.

—es injusto —gracias a sus risas le costaba pronunciar correctamente cada palabra mencionada, su padre sonrió con ternura así como lo hacía Sabine desde el marco de la puerta, interrumpió la acción de hacerle cosquillas para cruzar sus brazos mientras que la menor intentaba dejar de reír —¿Ya no eres un ogro papi? —preguntó con inocencia al tiempo que levantaba su tiara hecha con papel del suelo.

—ya no mi princesa —tras levantarse de aquel sillón formó una reverencia que causó la risa de su hija, sin embargo se colocó de pie tomando con la punta de sus dedos un poco de la tela para lograr que se alzara y así imitar la reverencia antes realizada por su progenitor, Tom río mientras extendía su mano en dirección a su princesa, la cual no dudo en tomarla —es un placer tenerla aquí su majestad.

—es un placer ser recibida por usted rey Tom.

—espero que le agrade nuestro humilde castillo princesa.

—es mejor simple que ostentoso.

—parece que sus lección han dado frutos.

—cuando recibes una poción de pay por aprenderte el significado de una nueva palabra es fabuloso —exclamó —señor Tom ¿Soy su invitada de honor?

—por supuesto.

—supongo que no se molestara conmigo.

—claro que no princesa Marinette ―un suspiro de alivio salió de sus labios al tiempo que jugaba con sus manos, era una mala señal.

―accidentalmente rompí el refractario de mamá —y aunque la expresión de Sabine cambio drásticamente Tom río a la vez que entendía que era momento de contentar a su esposa. 

—Marinette Dupain-Cheng —mencionó su madre con molestia, al notar la cara cargada de susto de su pequeña no evitó reír, sacudió su cabeza asimilando que ya no tendría lugar en donde prepararía su pay, se soltó a reír por la travesura de su pequeña.

La aura familiar se vio interrumpida por el sonido del timbre de su hogar, Sabine suspiro mientras tomaba la mano de su primogénita obligándola a salir al pequeño jardín que adoraban el patio, la fémina de ojos grises apretó sus labios regalándole una última mirada a su esposo rogando en silencio que todo lo que sucediera pudiera arreglarse.

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—¿Quieres ver una película Marinette? —preguntó Sabine tratando de distraerla mientras continuaba con el labor de acomodar la ropa de aquél lugar, la azabache suspiró enredando sus dedos en el cabello de la muñeca que le había obsequiado su abuela muchos meses atrás —creo que ese es un no.

Je Le Promise [One-Shot]. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora