... Una mujer que había conocido en internet. Una tontería y él lo sabía. Pero hacía ya más de dos años, es decir a sus veintijoven, que no había tenido nada de acción ni de amor. Se encontraba en sequia como un amigo de el decía.
- Entonces Frida-. Thomas juntó sus manos optando a una postura retadora, intrigante.- ¿qué prefieres? El clima lluvioso o el soleado.
La mujer sonrió dejando ver su sonrisa que aunque no perfecta, si era bonita.
- El soleado y el ¿tuyo?
- Yo prefiero los días nublados. Son únicos, relajantes y oscuros. Con ganas de no hacer nada más que estar con una persona acurrucada viendo Netflix o simplemente abrazados...
La mujer lo miró extrañada y era obvio que lo viera así ya que Frida tenia diecinueve años y mente de puberta que solo quería ir a fiestas. Cosa que Thomas no buscaba.
- Oye -. Frida miró su celular sin desbloquearlo.- creo que me surgió algo.
- ¿enserio?. Contestó Thomas desilusionado más no extrañado.
- Sí, es que-. La mujer comenzó a levantarse del lugar.- es que algo le sucedió a mi abuela y está en el hospital.
- Pero hace rato me dijiste que no tenías abuela.
- Mi abuela materna. Hablo de ella-. Contestó mientras ponía su bolso en el hombro.- te marco ¿va?. He hizo un ademán con la mano.
- Si, está bien-. Suspiró Thomas.- que se recupere.
- ¿Qué se recupere quién?
- Tu abuela
- Cierto, mi abuela, gracias le diré eso. Respondió mientras caminaba alejándose de la mesa.
- Si, gracias. Contestó Thomas mientras suspiraba y dejaba caer la cabeza en la mesa.
Mientras Thomas se lamentaba hacia sus adentros unas zapatillas caminaron hacia su mesa sin el darse cuenta.
- Vaya, eso fue duro. Dijo una mujer.
Thomas levantó la cabeza y lentamente la mirada igual y entonces la vio. Vio a una mesera con lentes y ojos color miel. Su cabello chino pelirrojo caía por sus hombros como si de una hermosa cascada de fuego se tratara.
- ¿viste lo qué pasó?. Preguntó Thomas apenado.
- Creo que todo el café vio ese espectáculo.
- Rayos... creo que debería de rendirme. Murmuró Thomas mientras agachaba la cabeza.
- ¿rendirte de qué?
Entonces Thomas notó que lo había escuchado.
- De nada. Contestó avergonzado.
- No te avergüences
- No lo hago
- Claro que sí, tus mejillas se están poniendo rojas.
Thomas se ruborizó más "Demonios cómo es posible que me ponga así enfrente de una mujer tan bella como ella" pensó.
- Olvidemos todo ¿ok? Y empecemos de nuevo-. Thomas estiró la mano.- me llamo Thomas.
La mesera miró la mano del hombre y sin pensarlo la estrechó.
- Mélani. Contestó la mesera.
- Un gusto conocerte Mélani. Contestó Thomas mientras el rubor de sus mejillas se bajaba de poco en poco. Era gracioso como ese apretón de manos le había hecho sentir confianza de inmediato como si de alguien que ya conocía se tratara.
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Thomas. - Incompleto
HorrorEste texto cuenta la historia de nuestro protagonista Thomas. Esta es una de varias historias que se escribirán antes de que salga la historia de El.