Eran las 12 am sabado y yo seguía en el centro, aburrido estacione el auto y entre al bar Nelson, no había nada fuera de lo normal, no iba con nadie, y lo único que hacia era robar oxígeno y mesa a grupos de personas que la ocupaban más que yo, como sea, estaba decidido a irme cuando noté a una chica sentada sola en lo mas profundo del lugar, era pálida, de pelo hasta los hombros, muy delgada, ojos color miel y labios rosas, tenia toda una botella de vodka para ella, y yo estando sólo y ella también decidí tratar de acercarme.
- Hola. Salude mientras me sentaba frente de ella.
- Hola. Dijo mientras devolvía su mirada a su celular.
- ¿un cigarrillo?. Le pregunté mientras extendía mi brazo sostenido la cajetilla.
- Amm si, gracias.... *suspiro* Soy Stephania, ¿y tú?. Pregunto mientras guardaba su celular en el bolsillo.
- soy Daniel, ¿y que te trajo aquí hoy?.
- la irritante necesidad de salir y sentir que estoy rodeada de gente, ¿y a ti?.
- supongo que lo mismo y el echo de que necesitaba despejar mi mente con un trago. así seguimos todo el rato platicando de lo que sea hasta ganar un poco de confianza, bebiendo de la botella de vodka y fumando hasta que.
- Sabes, me agradaste, ¿quieres salir de este lugar?. Dijo Stephania.
- ¿en serio?, claro, ¿pero a donde?. Pregunte seguido de un trago.
- La playa, no sé, sólo quiero algo con menos ruido y menos gente, por cierto, ¿tienes para completar lo del uber?.
- No te preocupes, traigo auto.
- oh bueno, dejame ir al baño y nos vamos.
- okey. Llegábamos después de un minuto de caminar al estacionamiento.
- Wow, lindo auto, ¿es un mustang de los 50's?
- Si, es el único auto que he tenido. Dije seguido de abrirle la puerta, subí y comenzamos nuestro trayecto. En el camino ella me hacía más y más preguntas.
- Y dime, ¿a qué te dedicas?. Pregunto mientras encendía el 3er cigarro.
- Soy maestro de canto en bachillerato, y toco en bares cómo solista. Respondía mientras paraba en un semáforo y buscaba un cigarro.
- No me digas, ¿musico frustrado que no pudo alcanzar sus sueños?. Dijo mientras soltaba una pequeña risa.
- Ja, si, ¿y tú?.
- trabajo en una tienda, en el centro, nada del otro mundo. Respondió con un tono de cansancio y disgusto. Así paso hasta que llegamos al estacionamiento de la playa, al llegar se acostó en la arena, mirando con un poco de alegría al cielo mientras yo me sentaba, al estar sentado ella recuesta su cabeza sobre mi regazo diciendo.
- ¿acaso no es hermoso esto?, las estrellas, el suave y posible excitante sonido del agua y las olas chocando entre si.
- si, supongo. Dije mientras veía cómo Stephania se levantaba, al estar de pie ella comenzó a desvestirse, de arriba a bajo, hasta quedar completamente desnuda, ella sólo me vio de reojo y se fue al mar mientras tiraba al suelo el encendedor después de a ver encendido un cigarro, se veía hermosa en el agua al poco brillo de luz de luna, sus ojos color miel brillando entre tanta oscuridad y tan poca pero bella luz, decidí entrar, así que procedí a desvestirme, al estar frente ella no podía apartar mi mirada de sus ojos, y creo que en ella pasaba lo mismo, mi corazón comenzó acelerar, mientras notaba cómo en ella su respiración hacía lo mismo, y mientras más tocábamos, nuestros labios se acercaban más, más y más, hasta el punto en el que nuestra saliva era un mismo veneno, esa noche el mar fue la cama donde se llevó acabó nuestro romance lujurioso, mis manos recorrieron y tocaron hasta la más oculta herida y hasta el último rincón de su cuerpo, la besé de la boca hasta los píes y ella se encargaría de dejar mi espalda cómo si hubiese estado con una fiera, dejar marcas desde mi cuello hasta mi zona púbica, para luego al descansar la arena seria donde nos acostaríamos. Era de día, solo que se sentía cómo si hubieran pasado años, mi barba y mi cabello estaba más larga de lo normal, no como lo recordaba ayer, me encontraba en la playa, pero, todo era diferente, y cuando me di cuenta que apretaba algo en mi puño lo abrí para ver que sería, estaba ilusionado con que sea el número de Stephania, pero no, era una foto, éramos ella y yo, pero diferente a cómo recordaba la noche anterior, ella se veía un tanto mayor, con un corte diferentes, yo también, hasta que un sin fin de recuerdos llegaron, hasta el punto de recordar que ella no estaba ya conmigo, pero no recordaba que había pasado con ella, no recordaba nada más que el echo de que ella no estaba, lo demás paso como una estrella fugas, en mi mente me atacaban miles de opciones que cualquiera de esas pudiese ser cierta, ¿se largo?, ¿la mate?, ¿se suicido?, ¿yo me largué?, ¿qué sucedió?.
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cuentos de un niño con insomnio
Short Storysueños, alucinaciones, fantasías y anécdotas