Capítulo 17

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   Luego de estar por, exactamente, una hora buscando ropa, me decidí a un conjunto de falda blusa, hermoso.

   Luego de estar por, exactamente, una hora buscando ropa, me decidí a un conjunto de falda blusa, hermoso

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   Luego de revolver en el baúl, me topé con unos zapatos negros altos, muy bellos.

   Luego de revolver en el baúl, me topé con unos zapatos negros altos, muy bellos

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Narra Michael:

   Estaba saliendo de la cocina cuando escucho el tamborileo de unos tacos por la larga escalera de madera. Alzo mi vista y me quedo pasmado al ver semejante belleza.

   Primero me fijo en sus pies y como esos tacos negros le estilizaban la figura, luego subo por sus largas piernas hasta su falda, la cual me pareció muy corta para mi gusto. Sin duda, la poca inosencia que tenía, la perdió con esa falda corta. Le quedaba de maravilla, como los pliegues iban y venían al bajar. Subo hasta su remera, esa blusa blanca con unas hermosas mangas de encaje. Y por último, veo su magnífica cara, esa cara de ángel. Vi sus mejillas sonrojadas y sus ojos que se cerraban tímidamente dando un movimiento sensual a sus pestañas. ¿Y qué decir de esos labios rojos pasión?. Acompañaba muy bien sus pasos con las leves ondas que se habían formado en su pelo.

   -¿Cómo me veo?- da una vuelta para que la observe mejor y luego se queda mirándome frente a frente.

   -Ya sabes que te ves hermosa, ¿para qué me haces repetirlo?- sonrío.

   La realidad es que, debía aguantar los celos que me provocaba que ella salga con él. Y lo merezco, yo acepté esa relación y debía aguantar como un caballero sin decir ni una sola palabra.

Narra Juana:

   -Gracias- le contesto y dejo un beso sobre su mejilla.

   Siento el sonido de una bocina afuera de casa y mira hacia la puerta.

   -De seguro es Manuel, chau- saludo yendo a paso rápido hacia la puerta.

   Al abrir la puerta, veo a Manuel de traje y con una adorable corbata de moño azul. Le quedaba perfecta acompañando la finísima camisa blanca.

   -Estás muy bonita- exclama tomando mi mano.

   -Igual tú- me acerco a él y nos saludamos con un beso en la mejilla.

   -Vamos- toma mi mano y me impulsa a caminar hacia el auto de él, el cual le había regalado el papá para su cumpleaños.

   Comienza a conducir con lentitud mientras cantaba una canción que pasaban por la radio.

   -Veo que nunca abandonaste tus dotes de cantante- digo riendo.

   -No, no lo hice- ríe- Aún recuerdo cuando éramos chicos y me escabullía en el cuarto de las niñas a cantarles.

   -Si, cuando la madre no te descubría y te mandaba a limpiar la iglesia de noche- ambos reimos por el recuerdo.

   -No me hagas acordar. Esa iglesia era horrible, no terminabas más de limpiarla y tiene muchas estatuas llenas de tierra.

   -Además de una forma aterradora y muy mala iluminación- acoto.

   -Cierto, siempre despertaba en el primer banco de la iglesia, porque me quedaba dormido antes de terminar. Llegaba a limpiar una estatua sola y ya me dormía.

   -Seamos cinseros, la madre nunca se enteró que había estatuas sin limpiar. Directamente no entraba a la iglesia muy seguido- sonrío.

   -Y cuando lo hacía era porque el padre Hector andaba dando vueltas por el lugar- ríe. Ambos nos habíamos tomado el atrevimiento de hacer una "historia de amor" entre la madre Graciela y el padre Hector, aunque sabíamos que era lo que podría llamarse "un amor imposible".

   Me gustaba que recuerde eso todavía, lo que significa que no me olvidó y que gran parte de mi vive todavía en él.

   -Estamos yendo a un lugar hermoso, te encantará- exclama.

   Me ponía feliz saber que había buscado un lugar que sabía que me iba a gustar. Por eso, no dude ni un segundo en bajarme del auto al escucharlo decir: "llegamos".

Adoptada por. . . ¿accidente?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora