Cuando llego a mi apartamento tras la comida con Meredith tengo mal cuerpo. Me duele el estómago y tengo un nudo enorme por los nervios. Y aparte estoy cabreada, muy, muy, cabreada.
No sé quien se ha creído que es para darme ordenes, pero claro que más tonta soy yo por hacer caso a su estúpida petición y volver a casa para esperarle. Encima sin saber siquiera a que hora se dignará a presentarse. Si es que soy gilipollas.
Me pongo a ver la televisión en un absurdo intento por tranquilizarme y a la media hora de nuevo estoy de pie por la casa dando paseos sin sentido alguno.
No sé porqué estoy así. Se supone que ya no era nada para mi tras lo que me dijo en el viaje a California.
Se suponía que yo tenía que seguir con mi vida y que solo había sido un polvo de una noche, pero no era nada de eso. Volver a verle me había hecho sentir de nuevo la necesidad de verle aunque fuera a peor lo que empezaba a sentir.
No podía quedarme allí encerrada así que lo mejor sería irme a dar una vuelta y así cuando viniera no me encontraría en casa y por supuesto darle el plantón.
Spencer Mills no hacía lo que a un hombre le diera la gana.
Estaba dispuesta a salir por la puerta, abrigo en mano cuando choqué con Grace, mi mejor amiga.
– Spencer, no sabes lo que ha pasado. - dice llorando a moco tendido sobre mi hombro.
– ¿Grace, qué pasa?
– Es, es, es Tom.
– Vale, espero tranquilízate ¿quieres?. Pasemos dentro y me cuentas lo que ha pasado tranquilamente. - mi amiga asiente mientras respira entrecortadamente por el berrinche que tiene encima.
Llevo sin verla desde que me fui a California. Mientras yo estaba allí en un viaje de trabajo ella había decidido cogerse unas vacaciones para irse con Tom, su novio, pero parecía que la cosa no había acabado muy bien entre ellos. Ya que Grace estaba aquí llorando como un magdalena y no con Tom haciendo a saber qué. Pero si ella estaba aquí era que algo malo había sucedido.
Grace era una persona que lloraba muy pocas veces, se diría que es como una persona de hielo y que el llanto es inexistente en ella. Pero ahora estaba llorando por tantas veces que no lo había hecho.
– ¿Qué ha pasado? - pregunto dándole otro pañuelo de la caja.
– Es Tom.
– Sí, eso ya me lo has dicho.
– Es que bueno hace tres semanas me cogí vacaciones. Ya que tú no estabas y la redacción estaba tranquila decidí darme un descanso con él y nos fuimos de viaje los dos solos. Todo era genial Spens pero... - de nuevo rompe a llorar.
– Grace. - susurró mientras la acerco a mi para abrazarla.
– Nos fuimos a Las Vegas.
– ¿A las Vegas?
– Sí y bueno de locura nos...
– ¿Qué? ¡No jodas Grace! ¿Te has casado?.
– Estábamos borrachos y no... no controlábamos lo que hacíamos.
– ¿Estás llorando por eso? O ¿hay algo más?
– Para mi era una especie de broma, no creía que Tom se lo tomaría tan en serio y...
– Grace intenta terminar una frase por favor. - le pido nerviosa.
– Está bien, pero es que no es fácil.
– Venga. - la animo con un poco más de tacto por mi parte.
– Me ha dejado.
– ¿Perdón?
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30 Días ©
RomanceSpencer Mills tras empezar como columnista en German Phillips, uno de los periódicos más famosos de Londres, conocerá a la persona que le cambie su vida para siempre. Harta de planificar su vida constantemente decide correr el riesgo y conocer a Dan...