Seth sale de la cafetería con el corazón a mil por hora.
Nunca en sus 22 años de vida había sentido algo remotamente cerca a lo que provocó el contacto de esa mano.
-No, no y no — se repite mientras pasa sus manos sobre su inmaculado cabello.
-No puede pasarme eso, sea lo que sea — y aun así no puede dejar de mirar su mano como si nunca antes la hubiera visto.
Deja de caminar y observa a su alrededor, está en una especie de parque lleno de árboles y flores.
Suelta un suspiro desde lo mas profundo de su ser, camina hacia una banca alejada y se deja caer sobre ella.
Ahora solo tiene que concentrarse en la universidad y su nuevo trabajo.
Con los ojos cerrados evoca todos y cada uno de esos recuerdos que enterró en lo más hondo de su ser.
La sonrisa de su madre al verlo en su traje de graduación.
El ceño fruncido de su padre al no haber obtenido el primer lugar.
Los gritos con olor a alcohol, los golpes dirigidos a él, su madre interponiéndose y recibiendo el disparo.
La mirada de dolor y asco de su padre.
Esas palabras hirientes que lo marcaron y cambiaron su vida para siempre.
Todo esto es tu culpa por no ser el mejor de tu generación.
Esos golpes eran para ti, esa bala era para ti.
Tu madre era una buena persona, era la mejor del mundo y ahora por tu culpa esta muerta.
Tú, maldito infeliz tienes la culpa de que tu madre este muerta
Lo siento papá, lo siento mucho.
Los hombres no deben pedir disculpas.
Tu no eres mi hijo porque si lo fueras habrías sido el mejor y tu madre estaría viva.
El sonido del balazo contra la cabeza de su padre.
El Seth de 18 años había caído de rodillas, había llorado hasta que se hizo un ovillo.
Así lo encontró la policía un par de horas después.
No hablo y nadie lo obligo.
Pero desde ese día supo que tenia siempre por sobre todas las cosas ser el mejor.
Y lo había logrado hasta hace tres meses cuando renuncio a un buen trabajo con un gran sueldo pero él no podía defender a un asesino.
-No podía hacerlo -
Abre los ojos, se lleva una mano a la mejilla para encontrarla húmeda, se enfurece al tiempo que se pone de pie.
Hace cuatro años juro no llorar por nada, juro no sentir nada.
-Hasta que toque su mano — ni siquiera puede creer que haya dicho esas palabras en voz alta pero sabe que es verdad.
La mano de Jaspe era tan pequeña que uno pensaría es frágil pero estaba dura a causa del trabajo y esconde mucha fuerza.
Mete las manos en su bolsillo y avanza hacia su departamento sintiendo todo su sistema nervioso aletear, su corazón martillar y el toque de Jaspe en su mano como una caricia fantasma.Llega y lo primero que hace es buscar en internet, después de todo la cafetería tiene una pagina web. Y ahí hay fotos de ella.
Las pasa con pánico en su pecho pero también algo mas cálido.
Se detiene en una donde esta de frente, sus ojos negros brillantes, su cabello castaño en un moño desordenado y sus labios, vaya como no había notado esos labios antes. Sus labios, el inferior un poco mas delgado que el superior.
-Que bella — Seth sonríe verdaderamente por primera vez en años, una sonrisa que no se compara a la de Jaspe en esa foto.
-He sido un ciego — pero entonces su mente le hace una mala jugada.
-Pero ¿cómo se si ella también lo sintió? — deja su laptod a un lado, se pone de pie y comienza a caminar en círculos.
Tiene el impulso de ir hacia la cafetería y preguntarle pero no quiere parecer ansioso y desesperado.
-Que gracioso porque así me siento — suelta una carcajada sin humor y decide esperar hasta mañana.Ojala Seth hubiera ido ese día.
Lo primero que Jaspe sintió fue un pinchazo en la nuca, lo segundo un frío sepulcral recorrer sus extremidades y por último ese olor, el aroma de antiséptico mal cubierto con desinfectante.
Cuando por fin abrió los ojos, confirmo sus sospechas.
Estaba en una cama de un hospital, vistiendo una transparente y muy reveladora bata blanca.
-Oye — intenta girar hacia la voz de Elvira pero los cables que están pegados a su cuerpo se lo impiden.
-Hey no hagas ningún esfuerzo -
-¿Qué me paso? — logra carraspear a lo que su amiga coloca un vaso con agua en sus labios.
Bebe ávidamente como si hubiera cruzado un desierto por meses.
-Dime — su amiga se sienta a un lado de la cama con cuidado de no mover nada.
-Te desmayaste luego de que tu chico del café toco tu mano — asiente mientras los recuerdos surgen, la sensación de esa gran mano sobre la suya pequeña.
-¿Qué está mal? — su amiga aparta la mirada lo que enciende todas sus alarmas.
-Dime — toma su brazo con más fuerza de la necesaria.
-Aun no hay un diagnostico pero el medico cree que puedes tener leucemia ya que — no termina la frase pero no es necesario ya que Jaspe sabe lo que quiere decir.
-Mi madre murió de eso — una lágrima resbala por la mejilla de su amiga.
-Hey, voy a estar bien — fuerza una sonrisa que no siente y abre los brazos, Elvira la abraza.
-Lo sé pero es difícil — ella asiente pues sabe muy bien lo que se siente.
-Voy a estar bien, ¿no deberías estar trabajando? — la mira como si se hubiera vuelto loca.
-Claro que no, quiero estar contigo — Jaspe la mira, sus ojos negros serios.
Elvira intenta mantener su mirada pero es demasiada la intensidad en esos ojos oscuros.
-Bien iré a trabajar pero estaré hablándote cada media hora -
-Ok, ok — Elvira se pone de pie no sin antes darle otro abrazo y un beso en la frente.
-Estaré bien — su amiga asiente no muy convencida pero sale del cuarto de hospital.
Es ahí cuando Jaspe se permite derrumbarse.
Llora porque sabe que si en realidad tiene leucemia no hay nada que pueda hacer.
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Un café para llevar
Krótkie OpowiadaniaÉl siempre va a la misma cafetería Ella siempre lo atiende Él siempre pide un café para llevar Ella siempre ha querido hablarle más allá de cuando toma su orden Él no le presta atención Hasta que un día llega a la cafetería y ella no esta Él no p...