historia
Un mundo feliz tiene lugar en una sociedad futurista incómodamente estéril y controlada, comúnmente conocida como "Estado Mundial". La historia empieza con un grupo de jóvenes estudiantes que están de visita en el "Centro de Incubación y Condicionamiento de Londres", escuchando las explicaciones del director del centro, cuyo nombre es... El Director. Sí, es todo un poco escalofriante.
El director explica a los estudiantes el proceso por el cual se cultivan seres humanos en botellas para luego ser adoctrinados (léase: lavarles el cerebro) para que crean ciertas "verdades" morales. Este aleccionamiento, también conocido como "hipnopedia" o "educación a través del sueño", enseña a los ciudadanos que el valor de la sociedad debe ser siempre superior al del individuo. Las personas existen para servir a la comunidad. Su función es ser consumidores y trabajadores, lo que a su vez mantiene la economía sólida y estable. Compra un montón de ropa. Usa un montón el transporte. Haz tu trabajo.
Para que el sistema funcione mejor, los seres humanos se dividen en varias castas: Alfas, Betas, Gammas, Deltas y... tarááán tarááán... Epsilons. Los ciudadanos Alfas son inteligentes, altos y musculosos; los Epsilons son bajos, tontos y feos. Este mundo decidió que la mejor manera de hacer que los que no son Alfas sigan siendo tontos es darles sustancias peligrosas cuando aún se encuentran en el tubo de ensayo. En este caso, utilizan alcohol y les privan de oxígeno. Además, las castas inferiores se cultivan por lotes; así, cada Epsilon posee 99 copias exactas de él mismo. Si pensabas que tener un hermano mayor era duro, ¡imagina tener 99 clones!
Pero sigamos con la historia. Pronto nos encontramos con otros dos personajes de la novela, Lenina Crowne y Henry Foster, ambos trabajadores de la planta de incubación. Lenina es muy guapa, y Henry –como el resto de trabajadores– se ha estado acostando con ella. Pude parecer raro, pero este tipo de relaciones son habituales en esa sociedad. En el Estado Mundial, el sexo es informal, regular (una vez al día) y explícito. "Todo el mundo pertenece a todo el mundo", lo cual significa que cuando un hombre quiere acostarse con una mujer, dice públicamente algo así como "Oye, tú, hagamos el amor esta noche", a lo que ella responde: "De acuerdo". Básicamente funciona así. Los niños pequeños juegan entre sí a juegos eróticos y las orgías son eventos quincenales obligatorios.
La otra actividad importante en este mundo consiste en ingerir un narcótico llamado soma, una droga que envía a sus deprimidos consumidores a "una eternidad en la luna": una especie de evasión alucinante de la realidad. Recibimos mucha de esta información de boca del Director a medida que avanza su explicación ante los estudiantes; el resto lo descubrimos gracias a Mustafá Mond, un pez gordo que resulta ser uno de los diez Controladores Mundiales.
Mustafá explica al mismo "grupo de estudiantes" (léase: "mero recurso argumental") cómo se creó esa sociedad. La versión abreviada es que el mundo se estaba volviendo un desastre así que la población mundial dijo al unísono: "¡No podemos más! ¡Por favor, quítennos todas nuestras libertades y la individualidad en nombre de la estabilidad universal!" A lo que los poderes de turno respondieron: "De acuerdo". Por eso ya no hay guerras, ni tristeza, ni individualidad, ni historia, ni literatura (¡!), ni familias, ni lazos emocionales, ni soledad, ni libertad científica, ni religiones (Dios ha sido reemplazado por "Ford"; sí, Ford de Henry Ford, el hombre que creó la línea de montaje y la producción en masa). Lo qué si hay es sexo. Mucho sexo.
Esa es, a grandes rasgos, la base de la historia. Mientras vamos asimilando esta información, nos encontramos con otro personaje, Bernard Marx, un psicólogo Alfa-Plus (o Alfa-más) que, por alguna razón, no tiene la genial característica física de la mayoría de los Alfas: es bajito. Bernard se siente marginado porque es "diferente", y todo el tiempo que pasa a solas lo pasa reflexionando sobre grandes cuestiones y planteándose cosas como: "Ojalá la gente no fuera tan promiscua y pudiera tomarse en serio el amor" o "Me gusta mucho Lenina, pero prefiero tener una larga y bonita conversación a acostarme con ella". Cuando finalmente se lo comenta a Lenina, ésta lo avergüenza hablando públicamente de sus planes sexuales.