Como mujer naciste y así morirás
Un suplicio, un pecado
Un dolor silencioso, un grito ahogado,
Débil cuando quieres, fuerte cuando debes
Cansada de la rutina
Fatigada y decaída
Valiente en los inconvenientes
Tímida ante el Dios omnipotente
Oh mujer, dime cuánto has sufrido
Se te nota en los ojos, ese mirar solapado;
dime cuántas lágrimas han caído ya por tu dolor disimulado
Cuéntame el por qué, ¿acaso lloras de inanición?
¿Deshonra? ¿acaso duele tu corazón?
Muéstrame tus manos
Sí, esas manos puras y cansadas;
Ya son tres las rosas plantadas; la primera
la más codiciada, perfecta, asesina
Dime rosa con espinas, ¿no te duele dañar la mano amiga?
Tú, cansada mujer,
Enséñame tus cabellos blancos,
Cada uno nacido del llanto, insomnios y descansos
Oh mujer, ¿no crees exagerado el paso del tiempo y su tacto?
Mujer de ceda, quiero que me digas
Cuánto han de aguantar tus caderas
¿Cuántas millas han caminado?
¿Acaso no son suficientes nueve meses de embarazo?
Tú mujer, cuatro son las décadas sobre tu regazo
y tan sólo Dios conoce tu dolor exacto
Querida mujer, ¿cómo es que resistes tanto?