Nunca me había sentido así.
Al menos no de esa manera, había perdido toda sensibilidad de tacto, me incomodaba tener tan cerca a las personas.
Estuve saliendo mucho tiempo con una persona a la que me debía obligar a sentir aunque fuese lo más mínimo.
Hacía tiempo que alguien no me ponía la piel como gallina, y aunque alguien hubiese podido, no se sintió como contigo.Mi piel se volvió sensible a ti. Totalmente.
Me besaste los labios una y otra vez con un amor incalculable, como si lo necesitarás desde hace mucho tiempo.
Me besaste, te bese, nos besamos.
Por mucho tiempo, y por tan poco.
Acaricie tu rostro, pase mis dedos sobre tu pelo, tú solo me abrazabas.Tus manos quietas, inocentes, solo me sostenían.
Y no sabes cuánto lo agradezco, porque mis piernas estaban flaqueando.Hacía tanto que las piernas no me temblaban, creo que nunca, en realidad. Sentir como me hormigueaban.
Besaste mis labios, mi rostro y yo sentía realmente como me fundía ante las pequeñas marcas de saliva por mi piel. Mi corazón brincaba, mi garganta raspaba y por Dios, mis piernas hormigueaban.
Entonces quise llorar, había creído que me había vuelto total piedra ante el toque de otra persona. Quise llorar porque había creído que mi corazón era piedra.
Quise llorar porque te amaba tanto.
Quise llorar porque me moría de miedo.
Quise llorar por neptuno para nosotros.
Quise llorar.