El inusual plan mortal

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SAMYRA

-¿A qué no te imaginas con quien acabo de hablar?

Wilmer me miró con confusión a la vez que tomaba un trago de café que según provenía de México. Nos veíamos en el café Mayo, ese clásico establecimiento abarrotado de milenials, donde perjure no volver, curiosamente ahí servían el café que necesitaba.

-¿Con alguien? ¿Que posea una boca y el privilegio?.-cuestionó el perdido en alguna parte de mi cara. Me acuerdo que arrugué la nariz y menee concordante mi cabeza.

-Valla, tengo una casa productora en Florida que grava pequeños outcast para cortos animados que suben a una plataforma, quieren que asista y participar en la colaboración de una voz.

-¡Una buena nueva! ¿Cuándo te vas?

-El 10 de junio.-el día marcaba que faltaban unos 3 días.-Hugo también va.

Invirtió su ánimo en un segundo, torció el gesto.-¿Para qué?

-Simplemente lo llamaron.-no lo dejó pasar y siguió haciendo preguntas, solamente conteste con.-sí tanto te interesa pregunta. Es cotilleo si él no consiente que te lo diga.

Bajo la cabeza humillado; otra rebelión fúnebre de mi persona. El punto es que cada vez que analizaba su rostro, sentía traicionando al planeta y a mi persona.
¿Cómo es posible que sea tan cruel ante un carácter bondadoso, una expresión deliberadamente agradable para la vista? Me repetía una y otra vez mientras iba sentada en el avión volando hacia Florida, sintiendo la presencia de Hugo a mi lado, acalorada de la humedad que desde las nubes se puede distinguir.

Maldije no salir unos días antes o después, ya que si si hubiera tomado esa decisión,el 12 de junio del 2016, prescindiría de las últimas experiencias de la maldita existencia esplendorosa de Hugo.

Llevábamos tres días vagando libremente por los límites de Florida avistando los rayos del sol introduciéndose en mi piel y corazón; dorando cada milímetro del cuerpo ya bronceado de Hugo, quien después de terminar la grabación finalizada del audiolibro, protestó desear ir por un trago en los bares ardientes del centro.

-Investigue que justo hoy, en el bar Pulse, se estará festejando la "Latin Night". ¿Tendrías el honor de acompañarme?.- preguntó imitando una invitación de baile de graduación que asemejaba cómicamente un programa de chistes.

-Mañana es el vuelo, ¿crees que venimos de vacaciones?

Sus pupilas se dilataron; en ese momento leí algo completamente erróneo a las galaxias de sentimientos que viajaban en su mente, deduje torpemente que le estaba gustando demasiado que no se quería ir.
Suspiró y dejó caer los hombros, haciéndome sentir aún más culpable e insensible. Dicté los pros y los contras de cada decisión que tomaría, lo único malo en ir es estar tan ebria que perderíamos el vuelo, contrariamente e involuntariamente no estaría borracha hasta haber acabado con cada licor del bar, tampoco cuestioné las raíces de ese dichoso bar, no investigue absolutamente nada lo que me hizo confiar más de lo que debí. Un minuto después accedí a lo que más tarde haría mis sueños unas terribles pesadillas.

Tal vez las consecuencias son solo para la memoria que te entierra en un sin fin de laberintos en donde hasta que el corazón deje de latir, seguirá existiendo. 3:00am. Ni un minuto mas ni un minuto menos. Empezaron los tiroteos. Sentí la asfixiante necesidad de volar y salvar a la única persona que asemejaba amigo, pero no había manera posible de hacerlo. Acabábamos de llegar, con el whisky en el sistema como sangre misma de las neuronas; la luna creciente tapó la sangre que se derramó, bautizó las lágrimas secas de miedo e aclaró los estridentes gimoteos de criaturas inocentes. El llegó, no quise saber la razón, empezó a atravesar bombas letales en el peso muerto de mal nacidos. Una de esas balas atravesó mi cavidad visual, tercamente no tocó ni una célula de mi euforia, no obstante si perforó el motor de Hugo.
En el avión de vuelta a Barbados me pareció escuchar que el plan de emergencia de catástrofe en el vuelo era: sálvese usted primero y si puede ayude a quien necesita. También lo había escuchado en el 1er despegue, lo habíamos escuchado. El cerebro de algunos no reaccionan en un accidente con eventos anteriores, si no con los sentimientos actuales, así me di cuenta que el alma de Hugo adonde iba su camino iba a hacer una parada en mi vida, saboreé el amor en sus últimos actos. Hugo Martinez de 20 años, nacido en Colombia pero vivido en Barbados, murió por un balazo en Florida en un antro gay. Enamorado por miles de años de Samyra Kranchizqui.

En el funeral, el sacerdote ataviado de inverosímiles líneas de vejez dijo que la cremación es la mejor salida, como yo lo entendí, era preferible que pudrirse 10 metros abajo de la tierra. El fuego amainó la furia interna con la que luchaba cada segundo digiriendo tempestades horribles que ni al más pecador s ello desearía.

La inusual muerte me llevó a realizarme que ya no podía llegar nunca más al cielo ese donde todos hablan, ese enigmático lugar donde las flores muertas retoñasen y los ancianos vuelven a nacer. Siempre me quedo en 15 paso, sin lugar a dudas todo lo que asciende tiene que descender.

Y sin más descaro comencé a soñar. Divague infinitamente en la vida que siempre quise tener. Fantaseé con la familia perfecta perdida en un universo alterno que hasta que todo se acabe no llegaré. No me permito despertar hasta un mes después que mis labios se habían olvidado de la textura del agua y comida y mis oídos se quedaron sordos de pretextos. Un mes después la historia inacabada exigía continuidad, no pare de escribir para que toda la gracia de mi alma se hubiera desahogado lo suficiente para volar a la superficie de los sentimientos que sin duda alguna se quedaron en esa noche de balas y lágrimas.
Asistía monótonamente a las clases escondiéndome de las preguntas que no se relajaban día con día de la misma persona, esa cara sin quemaduras de infierno. Nunca sabré por qué un solo suceso desastroso incitaría a una era de peleas en una cabeza ya partida de siglos, ni Rudolf ni Wilmer ni esa pequeña engendra de voz risueña Leila salida de un cuento fantástico pudieron desentrañar la maraña de alfileres que estaba hecha mi garganta que no permitía que saliera ni entrara nada.
30 días después, a las 10:59am descendí un camino que me resultaba desconocido e inicié la rutina que recobraba en los días en que tenían horas y nombre. Me encontré perdida en la escena de Wilmer sumido en su computadora en la mesa de la cocina, el sabía que mi aliento llegaba a su memoria pero desechaba la grandiosa idea de mi volviendo a ser Samyra, alguien a quien una sola noche logró quitarle la poca cara y voz que le quedaba.
Me dolía y raspaba cuando logré separar las melodías atoradas.
-¿Qué día es?

Levantó la vista, vislumbró mi silueta sin forma y sonrió mansamente.-Es sábado, querida. Un día perfecto e imperfecto para salir.

Le sonreí de vuelta, se destrabó el tiempo, volví a envejecer, se volvió más vieja la amistad. Y el relato volvió al presente, a la realidad.








No hay formalidad en la literatura, solo partes de vida para completar, y estoy dispuesta a terminarla, ¿lo estás tú?

15 pasos al cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora