Capítulo 29. Febrero, mes del amor.

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Poco a poco el tiempo corría.
Estábamos a 1 día para 14 de Febrero.
Sí. El día del amor.
Y la amistad.
Me senté en el suelo.
Pensaba.
¿Amor?
-¿Qué rayos es el amor?- Interrumpió mi pequeña hermana de 10 años con su pregunta y una mirada traviesa.
-Amor es... cuando me hago de cenar y hago el doble porque ya se que vas a querer.
Amor.
De mi mente no salía mi chico de los ojos tristes.
Regularmente no tenía dinero para comprar regalos.
Ni siquiera para mis familiares.
Entonces casi nunca daba un regalo en una fecha "especial".
Pero esta vez fue completamente diferente.
Esta vez había guardado lo suficiente.
Compre chocolates, dulcecitos, rosas y muchas hojas de colores.
Y comencé a hacer una lista para repartir cada cosa que había comprado.
Estaba dispuesta a hacer un bonito detalle para la personas a las que apreciaba.
Porque.. si no era ahora...
¿Cuándo?
Entonces, comencé, con papel transparente y papel para regalos de corazones, envolví las rosas a modo de darle un toque diferente.
Y empecé a hacer mis cartas.
Doble una hoja de papel por la mitad, y marque un medio corazón, lo recorte y quedó el corazón perfecto.
En la esquina de abajo dibujé de cada lado un pequeño punto negro y en el pico del corazón una bolita negra más grande, recorté  dos círculos pequeños de otro color y pegué uno de cada lado.
Dándole al corazón, forma de ratón.
Adentro escribí un par de palabras y ponía los chocolates o dulcecitos dentro.
Hice muchos ratones, pero entre todas esas cartas había una bastante diferente, y qué para ser sincera, era mi favorita.
La de mi chico de los ojos tristes.
Una carta que hice con muchísimo cariño.
Tan diferente a las demás.
Casi tan diferente, como lo era el.
La carta estaba hecha doblada a la mitad con un corazón transparente en el medio.
Dentro tenía muchos chocolates.
Y otra carta.
Una carta que se inflaba.  
Por fuera tenía un mensaje y por dentro otro que lo complementaba.
Así como el me complementaba a mi.
Esa carta, se la di a alguien más para que la entregara por mi, porque en ese entonces el verme con él parecía casi imposible.
Y así sucedió.
Pero si te soy honesta yo esperaba una respuesta negativa a mi gesto de amor.
Porque alguna vez...
Me rechazaron.
Rechazaron mis pequeños detalles de una forma que me marcó.
Porque dolió.
Dolía bastante esforzarme para hacer algo bonito para demostrar que he pensado en ti, las cosas que hacía con tanto amor...
Para una sola respuesta.
-No lo quiero.-
Y me daba miedo.
Pero eso era lo que esperaba.
Esperaba que él pensara que yo era muy intensa.
Esperaba que me dijera que no quería mi detalle.
Esperaba que me cortara las alas.
Esperaba que rompiera mi corazón y mis ilusiones.
Fue entonces cuando me empecé a aterrar.
Ya había pasado 1 día de la entrega de mi carta y no tenía réplica.
Ya no sabía que era peor que me escribiera o que no me escribiera nada.
Suponía que, dentro de mis malos pensamientos, el no quería hablarme.
Vaya error.

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