Capítulo 14

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EN BUSCA DE RESPUESTAS

Esa mañana, aprovechando que mamá iba con papá a la casa de la tía Margaret, me quedé en casa con Eric recopilando todos los recuerdos que él tenía y buscar una explicación razonable a su regreso, o a su existencia más bien.

—Puedo entender que con 12 años yo te viera y fueras mi mejor amigo imaginario pero... oye, es que tampoco coincido en que seas sólo imaginario. Cada vez que estoy contigo es como si nos uniera un lazo muy fuerte. ¿No lo sientes?—antes de que pudiera contestarme, le interrumpí evitando que lo hiciera.—No, no respondas porque es una gilipollez. Eres más que un amigo y creo que siempre he sentido algo por ti, por eso se debe mi...

  — Mía, no me dejas hablar.— hizo una pausa. —  Sí.

  — ¿Sí qué? ¿Eso es todo? — rodé los ojos y él sonrió.

  — Que sí sentía y sigo sintiendo eso. Pero no creo que tenga nada que ver... o sea, tiene que ver en algo pero no creo que en mi existencia, más bien en nuestros sentimientos... —se acercó un poco más a mí y nuestras caras quedaron muy próximas. Sonreí y él me imitó.—Eso es como nuestro beso, ¿no?

  — Ojalá fuera un beso. — reí.— A ver que nos desvíamos del tema. ¿Por qué te llamé Eric? Podría haberte llamado amigo,Mickey, Doraemon, Bob... directamente. Ya sabes, ¿por qué Eric?

—Sinceramente fue hace mucho desde que nos conocemos, pero aún así, no recuerdo que me bautizaras con ningún apodo. Ni con Eric ni con uno de dibujos animados.

—A eso me refiero. ¿Venías ya con el nombre?

  — A ver, mira, sinceramente no creo que yo fuera algo así como  un pedido que compras por amazon, ¿vale? No sé qué hacía aquí... o sea no tengo nada que pueda servirnos. Recuerdo que cuando te vi, y me podías ver, fue algo mágico, por un momento pensé que había encontrado mi hogar, contigo. Dejé de sentirme solo y recuerdo prometerme no separarme de ti si tú me hacías feliz, que me quedaría contigo para siempre.  Y es una locura porque era muy pequeño, pero vamos, preguntémosle a tu cerebro.

  — ¿Por qué no me lo dijiste antes?— pregunté desconcertada.

  — Creía que lo sabías. Ya sabes eso de que soy producto de tu imaginación, pensé que tú lo planeaste.

 — Claro que no. No. Ni siquiera recuerdo cuándo apareciste.

—Buah, gracias por no acordarte cuando me creaste.

— No seas tonto. Fue hace mucho. Recuerdo muy bien cuando te fuiste: Navidades, un día me levanté y dejé de verte. Fui corriendo, llorando y chillando hacia mamá y ella me dijo que todo iría bien, que eso era señal de que ya me hacía mayor y que estaba madurando, eso no me consoló en nada. Te estuve buscando como loca. Creía que era una broma. Las Navidades en mi casa nunca fueron agradables y lo sabes, porque siempre recordamos la muerte de los familiares y sobre todo la de Jack, y la de mi hermano... que el aniversario de su muerte es el día siguiente de Noche Buena, así que imagínate. Y si a eso le añadimos que te fuiste pues oye, fueron las peores, para todos. Mis padres no dejaban de mirarse todo el rato y me hacían sentir imbécil por seguir creyendo que volverías. 

  — Vaya, tampoco sabía que lo recordaras tan sufrido. 

 —¿Perdona? Para mí eras como un hermano. Y me dejaste sin más. ¿Has sabido el por qué?

  — No, lo único que recuerdo es que te echaban peste los píes y como no dejabas de peerte me tuve que ir porque estaba cansado de oler mierda. Yo antes era moreno. Tú me hiciste rubio.— solté una risa acompañada de un insulto.— Me fui no sé por qué. Todo este tiempo que no estuve contigo ha sido como si hubiese estado en un sueño profundo. Como si no tuviera otro motivo por el que vivir, ¿sabes? No quiero que suene romántico pero es cierto. Y cuando te vi cumpliendo 17 años me cagué en los pantalones porque no sabía que el tiempo había pasado tan rápido, incluso para mí cuando me miré al espejo. Ya te digo, pareces ser mi única razón para seguir aquí, suponiendo que no fuera proyecto de tu mente.

Mi amigo imaginarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora