Pov. Will
El roce de su mano no era el mismo, este se volvió frío y sin sentimiento alguno, parecía otra persona distinta a la que me había enamorado; no era mi chico de siempre, su mirada estaba llena de furia. Me sentía culpable de haber dicho todas esas cosas. Un silencio terriblemente incómodo se formó en el ambiente haciendo que mi corazón latiera como loco y sin sentido alguno, un nudo se produjo en mi garganta impidiendo que hablara con claridad y las lágrimas no dejaban de brotar de mis ojos -¡Perdóname por no pensar en ti antes que en todos! ¡Perdóname por preocuparme por otro antes que tu! ¡Perdóname por todo lo malo que he hecho!- grité con desesperación por escuchar su aceptación a mis disculpas.
Aveces llegaba a pensar que en cada pelea que surgía entre ambos al final yo era el que siempre pedía disculpas, siempre perdía todo mi orgullo por él. Llegaba al punto de ser masoquista, pero eso no me importaba por tenerlo a mi lado, nunca hubiese querido que todo se desbaneciera de esa forma.
El chico rubio dueño de aquella espalda que estaba entre mis brazos no se preocupó en mirarme y yo trataba de no mojar sus prendas de ropa con la humedad de mis lágrimas, aunque eso era inútil, al final terminó mojado totalmente. El sólo permaneció parado como una estatua de hielo rota, fría y sin sentimientos.
-Lo siento... Por favor sueltame... esta relación no va a funcionar en lo absoluto...- Dio la estocada final para que mi interior y mi corazón se rompiera en mil pedazos, todo en cuestión de segundos y con tan pocas palabras. Mi cuerpo comenzó a temblar hasta que me hizo desplomar en el suelo dejandome indefenso y como el ser más pequeño de toda la existencia, me sentía como un insecto luego de ser pisoteado por un zapato, como una hoja seca y sin vida; me destrozó por completo. El rubio dio vuelta sobre sus talones y camino hasta la puerta sin dedicar la última mirada, como un tigre al adentrarse en la jungla luego de ser liberado ¡ese hombre no tenía escrúpulos! Salió de la casa cerrando la puerta a sus espaldas suavemente y se podían escuchar sus pasos hasta la puerta que daba hacia la calle. Así el ruido de sus pisadas se perdió entre los demás sonidos del exterior.
La casa se sumergió en un silencio parecido al de una habitación de manicomio, el ambiente estaba fúnebre y pesado mientras que yo estaba tirado de rodillas en el suelo con los hombros caídos y la mirada totalmente perdida en el vacío junto con lágrimas que mojaban la marrón y limpia madera; parecía que una a deshidratarme por tantas lágrimas que salían de los orbes. Luego de unos pocos minutos reaccione ahogando todas mis penas en un grito lleno de rencor, desesperación, tristeza y devastación, ese grito contenía todo el peso de mi alma, todos mis revueltos sentimientos, todos mis pensamientos negativos, lo que había producido las últimas palabras del rubio llamado Alex.
Me levanté con pasos pesados y tomé el jarrón que se encontraba en la pequeña mesita de centro tirandolo contra la pared haciendo que este se rompiera, hiciera un ruido terrible y los pesados se repartieron en el suelo. Mientras tomaba diferentes cosas que estaban en la sala de estar y las arrojaba en diferentes lugares con todas mis fuerzas, pensaba en ¿Dónde quedaron todas esas palabras lindas? ¿Dónde quedó ese amor que juramos bajo el resplandor del sol de un atardecer de la playa? ¡¿En dónde quedó todo?!. Esos recuerdos felices y todas las cosas que pasamos juntos pasaron por mi cabeza como una cinta de tiempo atormentandome hasta más no poder. Mi temperamento estaba totalmente fuera de sus cabales, no sabia que era lo que en realidad sentía ¿Furia o dolor? ¿Rencor o agradecimiento? ¿decepción? No lo sabía, pero de algo si estaba seguro; solo me trató como a uno más de la lista sin importarle nada, una diversión, un simple juguete.
Luego de varias horas de destrar por completo la sala de estar, el corredor y mi habitación dejé caer todo el peso de mi cuerpo sobre la fría cama en el medio del lugar abrazando con fuerza una de mis almohadas estrangulandola con mis brazos. La casa quedó como si un huracán hubiese pasado, una manada de elefantes entró y destrozó todo por completo, pero no, todo lo hice con mis propias manos por despecho, la rabia y ganas de desahogarme reinaron en mi cuerpo. Mi mente no asimilan por completo lo que había pasado, no asimilaba el hecho de que Alex me dejó de la noche a la mañana como una basura o juguete inservible. Tan sólo dos noches antes había dicho palabras que nunca habia escuchado salir de su boca hacia otra persona, junto con una sorpresa de rosas por todas partes y una cena romántica. Un estúpido, eso fui, un estúpido al abrir mi corazón ¿¡Qué hice mal!? Eso era lo que surco mi mente y comencé a buscar en mis recuerdos para analizar todo; un esfuerzo inútil, no encontré absolutamente nada. Estaba en blanco.
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《~Agonía En El Puente De Londres~》
Short Story》 En el borde de un puente que pasa sobre el río, dicho río con una corriente indomable, Un chico con una imagen bastante desaliñada está sentado en el barandal del mismo, con el pensamiento divagando por diferentes caminos. El amor lo lleva a pens...