El chico de mi instituto (Itachi x lectora)

Locura Tras Locura

Sin darme cuenta, el amanecer llegó y con él mi madre, quien me despertó para que fuera a comprar con ella al supermercado. Odiaba que quisiera ir a aquella hora, porque tenía mucho sueño y quería dormir más, pero si me negaba a ir seguramente no me dejaría después ir al cine con mis amigos, así que no tenía más remedio que aguantarme. Me levanté aún con los ojos cerrados, razón por la que me chocaba con casi todos los muebles de mi casa, hasta llegar al baño y darme una buena ducha para intentar despejarme. Ya más espabilada, terminé de prepararme y fui a desayunar con mi madre, que me metía prisa por ir, para después salir de la casa y dirigirnos en coche al hipermercado donde solíamos hacer la compra de cada mes. Hacía un día maravilloso y la mañana rebosaba de alegría, alejando de mí el sueño que sentí al despertarme. Pero qué poco duró esa sensación de bienestar.

La sonrisa que adornaba mis labios se esfumó de golpe y porrazo nada más ver a cierta persona. No podía ser, bastante castigo me daba en el instituto, no podía ser posible que me estropeara también el sábado. Yo palidecí de inmediato, e intentando disimular delante de mi madre para que no se diera cuenta me fui escondiendo entre las columnas y estanterías del lugar, evitando a toda costa que aquella persona me viera. ¿Y quién era esa persona que me hacía querer desaparecer sin dejar rastro? Pues era nada más ni nada menos que mi profesor de matemáticas.

Por casualidades de la vida, o quizás no tan casuales, Orochimaru estaba comprando en el mismo hipermercado, en el mismo lugar, a la misma hora que yo lo hacía. No habían hipermercados suficientes en todo Japón, teníamos que coincidir. Maldije al maldito azar por hacer que mis caminos se cruzaran con gente indeseada y seguí escondiéndome sin llamar demasiado la atención. Ayudé a mi madre en todo lo que me pidió y, al fin, el carro de la compra estaba lleno con todo lo necesario para aguantar el mes y era hora de ir a la caja. Todo parecía ir bien hasta que vi que mi profesor también estaba en la cola, pero afortunadamente él iba a pagar su cuenta y yo tenía que seguir esperando hasta que tocara mi turno.

Suspiré aliviada al verlo salir de allí y toda la tensión que tenía en el cuerpo se desvaneció, pero al verlo pasar por el escaparate desde fuera pude ver con claridad que miró donde yo estaba y con una sonrisa seductora en los labios me guiñó un ojo. No daba crédito a lo que estaba pasando, él me había visto, nunca supe cuando ni cómo pero notó que estuve allí. Otra vez mi cuerpo se tensó completamente, ya no podía ocultar mi miedo y mi madre pensó que me encontraba mal, pero la tranquilicé diciéndole que no era nada mientras intentaba no ponerme peor.

Una vez pagada la compra nos fuimos al parking subterráneo del hipermercado para meterlo todo en el coche y después de colocarlo todo en el maletero mi madre me dijo que llevara el carro de la compra a su sitio, lugar que quedaba algo alejado de dónde estábamos. "Joder... ¿Puedo tener más mala suerte?" pensé entre frustrada y asustada llevando el carro a su sitio, y en seguida obtuve respuesta a la pregunta que me hice mentalmente: Sí, mi suerte podía ser mucho, muchísimo peor.

Nada más colocar el carro en su sitio sentí unas manos rodeándome la cintura acompañado de una pequeña risita maliciosa que me provocó un escalofrío en todo el cuerpo, entonces me giré con brusquedad liberándome del agarre y lo vi, maldito Orochimaru. Él me miraba de forma depravada, incluso diría que sus ojos de depredador despiadado me estaban desnudando en aquel momento, y yo retrocedía chocando con los carros, notando que estaba acorralada, sin salida.

-¿Creías que no te he visto esconderte de mí, (Nombre) ?- habló ensanchando aún más su pervertida y malvada sonrisa -No puedes escapar de mí, niña traviesa

-N-no te acerques...- dije asustada, no sabía qué hacer

-Venga, si te portas bien no te azotaré. Prometo ser bueno contigo