La noche cayó apresurada sobre la ciudad, temiendo llegar tarde para cumplir su deber. A pesar de que las nubes cubrían la luna, los faroles se encargaban de alumbrar las calles escasas de gente, otorgándoles su efímera compañía a medida que se alejaban a sus destinos, siempre pendientes, aunque, aquellas luces no estaban preparadas para ver a ese par de muchachos besándose lascivamente a apenas metros de su hogar, apoyados en la muralla, ambos chicos de rostros iguales se acarician y comparten sus fluidos bucales sin importarles que alguien a la distancia pueda verlos, aunque sólo a uno de ellos dos le aterra la idea, pero, ¿Qué podía hacer él si estaba siendo forzado?, ¿Si se estaban aprovechando de su débil condición como enfermo y cómplice de un horrible acto?
—Kusomatsu detente... —Jadeaba entre los pocos segundos que el de sudadera azul le otorgaba para recuperar aire.
Fue muy trivial, las ganas de ir a los baños sobraban, por lo que ni siquiera se esperaron mutuamente para encaminarse los seis juntos hasta el lugar. Jyushimatsu, en cambio, aguardaba pacientemente a que Ichimatsu se tomara sus remedios antes de salir, amablemente se los alcanzó con una sonrisa, al cual apenas si fue correspondida, antes de entristecerse, una mano acarició sus cabellos, la grata sensación terminó por acallar las voces que murmuraban molestas burlas hacia su persona.
—Tu cabello es muy suave.
—¡Nii-san!, ¡No digas eso! —Cubrió su rostro ruborizado con sus mangas y, una suavidad, semejante a la que había sentido aquella mañana, topó su frente, un grato beso de parte de Ichimatsu, quien se limitó a desviar la vista, avergonzado.
—Ve a los baños, tengo que encargarme de ya sabes qué.
¿Cómo podía negarse luego de tal gesto? Sé dejó llevar, asintiendo enérgicamente, sin pararse a pensar de que aparte de ellos dos, un Matsuno más aguardaba en la puerta de entrada, siendo dolorosamente cordial.
Fue un grave descuido.
Saboreando un caramelo de melón, Ichimatsu arrastraba con la mayor cautela posible la bolsa de basura hasta el patio. Había sido difícil traerla desde el callejón sin levantar sospechas, escuchando a lo lejos los susurros de los curiosos que lo veían, catalogándolo como un vagabundo, agradecía que pensaran eso.
La bolsa se abrió por uno de los costados y un putrefacto y carcomido brazo emergió de la negrura plástica, el despeinado hizo una mueca, asqueado. Conteniendo las ganas de vomitar, metió como pudo la extremidad a su lugar, procedió a meter el cadáver bajo el porche de la terraza de la casa, allí donde él mismo solía esconder sus revistas pornográficas. Pateó aquel estropajo plástico y carnoso para terminar de acomodarlo donde ni la vista, ni siquiera estando frente a éste, pudiera percibirlo.
Tosió, más por el hedor que por su propia gripe y limpió su frente sudorosa, si se apuraba evitaría preguntas incomodas por parte de sus hermanos y más aún por Jyushimatsu.
—Se acabó..
—¿Qué se acabó?
Se giró anonadado y de inmediato quiso estrangular a ese maldito que, ya con sólo el hecho de preguntar, sabía demasiado, vió esos ojos azules que siempre le habían parecido llamativos, ingenuos, inocentes, encarándolo con curiosidad.
—¿Qué haces aquí?, deberías estar en los baños.
—¿Eh?, te estaba esperando, recuerda que sigues enfermo y no creo que fuera correcto dejarte sólo, brother —De nuevo esa estúpida sonrisa.
Masticó el dulce y los pequeños trozos se le incrustaron en la lengua, haciéndolo sangrar levemente. Apartó a Karamatsu de un empujón y salió de casa. En los adentros del segundo Matsuno deseaba preguntar acerca del suceso del otro día, pero sabía como terminarían las cosas, conocía muy bien a ese muchacho que gruñía la mayor parte del tiempo, lanzando improperios en su contra.
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ADDICTION [Jyushiichi]
Fiksi PenggemarPorque mientras más tiempo pasaba junto a su ser querido, más crecía su egoísmo. Este es uno de mis primeros fanfics referentes a esta pareja, a lo largo de la historia veremos cómo Jyushimatsu comienza a desarrollar una adicción enfermiza hacia I...