—¿Dónde estabas? —preguntó Akito viendo, desde el futón, a la chica que abría la puerta con extremo cuidado.
Fuwa no respondió, estaba demasiado impactada, y asustada, como para entender lo que le habían cuestionado. Había salido por apenas un par de minutos, y esperaba que Akito siguiera durmiendo cuando ella volviera.
»¡Te hice una pregunta! —gritó el joven furibundo dejando el futón para ir hasta la chica que, asustada, buscó ponerse a salvo corriendo.
Fuwa corrió tan rápido como sus temblorosas piernas daban, pero esa no era mucha velocidad. Además, Akito y sus ansias asesinas siempre fueron más fuertes que ella.
El jefe de la familia Soma alcanzó a tomar el cabello de la que corría, deteniendo la carrera de la chica en un simple jalón. El cuerpo de la castaña se fue al suelo, donde volvió a ser presa de la persona que más odiaba sin dejar de ser presa de terror.
Los oscuros ojos de Akito se posaron en ella, congelandola y haciéndola llorar. Katsunuma Fuwa tenía miedo, estaba aterrada de todas las cosas horribles que prometían los ojos de ese chico que, desde que conoció, solo cosas horribles le había dado y hecho.
A pesar de que Akito, algunas veces, le mostró su lado más vulnerable. Siempre le dejó claro, con acciones, que tener ese lamentable lado no era algo que le diera ventaja, por el contrario, dicho lado era la razón de que Fuwa estuviera atada a él sin posibilidad de escapar.
La castaña maldijo el momento en que su amada sobrina decidió relacionarse con gente tan problemática, e incluso se maldijo a sí misma por terminar acatando sus estúpidas condiciones por "proteger" a lo que le quedaba de su hermana. Pensó que, de no haber sido tan idiota como para meter la nariz donde no le llamaban, justo en ese momento podría respirar sin tanta dificultad.
Akito, por su parte, no se preocupaba de más que de presionar con más fuerza el cuello de la que debajo de él se encontraba.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó Hatori aterrado. Akito estaba sobre el cuerpo inmóvil de la mujer que amaba—. ¡La estás matando! —gritó el médico y el agresor detuvo sus actos.
Akito miró la chica inconsciente debajo de él. Ni siquiera podía recordar el momento exacto en que ella dejó de forcejear con él, pero el morado de sus labios le aseguraban que no había sido hacía poco tiempo.
Hatori, en su necesidad de poner a salvo a esa que amaba, empujó a Akito, sin importarle su promesa de no hacerle daño. Además de que no estaba considerando que esto le haría daño, no había manera de que un simple empujón tuviera muchas repercusiones. Al menos no para Akito, porque seguro a él le cobraría caro semejante osadía.
El médico, aunque desesperado, concentró la poca atención en chequear los signos vitales de Fuwa, además de poner todo su esfuerzo en la reanimación. Luego de unos segundos, donde Hatori actuaba cual el mejor médico deseando poder ser la voluntad de Dios, la castaña volvió a tomar una enorme bocanada de aire que la hizo ahogar.
Akito reaccionó a la tos y movimientos de la chica, y se enfureció al ver como Hatori abrazaba a la mujer que él amaba y que casi mató.
Hatori se aferró al cuerpo de la chica, comprobando en su pecho que su corazón volvía a correr en esta vida, con demasiada fuerza; pero todo se acabó cuando sintió que la chica era separada de él por la fuerza.
Akito, posandose detrás de Fuwa, había tomado a la chica por el cabello, y la jaló consigo separando dos corazones que se amaban y le herían con ese amor puro que no era de él.
—Dije que no la tocaras —gruñó el jefe de la familia, levantando a la chica del cabello cual trapo sucio—. Ella decidió que las cosas fueran de esta manera, no tienes razón para entrometerte.
Las palabras de Akito eran crueles. Su amor, que era correspondido, además, era suficiente razón para que él se entrometiera, para que odiara que el otro lastimara a esa chica, y para defenderla con todo lo que tenía.
—El amor que siento por ella es suficiente razón para que no solo me entrometa, sino para que me haga cargo de proteger a Katsumuna Fuwa, aún si debo hacerlo de ti —dijo Hatori temblando, sin saber si era por la excitación de enfrentar lo que creía inafrontable, por el miedo a las represalias o por la rabia que tenía contra ese joven que lastimaba a quién él no se había atrevido a proteger.
—¿Vas a ser un héroe ahora? —preguntó Akito entre burlón y molesto. Él no perdería su familia, no por una idiota que ni siquiera lo quería. Akito decidió que la culpable era esa chica, y necesitaba reafirmar su autoridad contra el que pretendía salirse de su guacal, así que, para volver las cosas a su orden, decidió deshacerse de la causa de todo.
Akito levantó a la que sostenía del cabello y, con sus uñas acostumbradas a marcar la piel de Katsunuma Fuwa, le hizo un corte lateral en la garganta.
Continúa...
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UNA FRUTA EN EL ZODIACO
FanficKatsunuma Fuwa, tía materna de Tohru, llega a la casa de Shigure Soma para llevarse a Tohru con ella pero, debido a algunas extrañas circunstancias, ella termina viviendo en la casa principal de los Soma, convirtiéndose en el objeto de la discordia...