—¿Señora Adriana? —cuestioné confusa, sentí el pánico apoderarse un momento de mí, no había hablado con la señora Adriana desde el día que ella liberó mi servicio social —o sea la semana pasada— y no se me ocurrían muchas razones por las que ella me estuviera llamando, mi mente comenzaba a hilar el por qué y no pude evitar pensar en lo peor, como que algo le había ocurrido a mi madre o a Antonio, aunque en ese caso, definitivamente no sería la primer persona que ella llamaría—, ¿sucedió algo?
—Oh, no disculpa, todo está bien, lamento haberte preocupado y lamento si te estoy interrumpiendo, pero no sé a quién más recurrir
—¿De verdad todo está bien?, la escucho preocupada —logré acomodar mi teléfono para hablar con más comodidad mientras mis amigas me daban "privacidad" para hablar por teléfono y eran atraídas por otro aparador al otro lado del amplio pasillo.
—Todo está perfecto, en realidad esto se trata más de un favor personal, como te digo, no sé a quién más recurrir
—La escucho
—Me gustaría saber si podrías quedarte a cargo de Daniela un par de horas ya que al parecer mi niñera enfermó, aunque si no puedes venir puedes decírmelo con confianza —evalué mis opciones un par de segundos, ya tenía conmigo todo lo que necesitaba para el siguiente fin de semana y al parecer las mujeres con las que estaba planeaban pasar en aquel centro comercial, como mínimo otra par de horas. Mi decisión no era difícil.
—Claro que pudo —confirmé—, dígame a qué hora y yo estaré ahí
—¿Te molestaría en media hora?
—Media hora está bien —accedí.
—¿Sabes cómo llegar?
—Sí, lo sé
—Oh, perfecto, muchísimas gracias Danna, te esperamos
—Hasta pronto señora Adriana —dije antes de terminar con la llamada. Informé a mis acompañantes que debía dejarlas para hacer algo responsable y se quejaron un poco, pero lo superarían.
Poco menos de media hora después estuve en la entrada principal de la casa de los Briseño, todo parecía mucho más iluminado que la última vez que había estado ahí, y pronto la señora Adriana apareció frente a mí, enfundada en un hermoso vestido de color verde oscuro que resaltaba el color de sus ojos.
—¡Danna! —exclamó antes de darme un gran abrazo—, acabas de salvar nuestra velada, lamento haberte hecho venir tan repentinamente y sin previo aviso, pero ninguno de mis hijos pareció estar disponible por las próximas horas y hemos planeado esta noche por tanto tiempo que contaba con todo listo y mira lo que pasó a último minuto, no sabía a quién más llamar y bueno, Dani te adora así que parecías una opción estupenda
—No se preocupe —murmuré.
—¿De verdad que no te interrumpí en algo importante? —negué con la cabeza—, Dios santo, eres un sol; bien, acompáñame por favor —pidió comenzando a caminar a mi lado— Dani bajará en unos minutos, se estaba dando un baño; veamos, hay suficiente comida en el refrigerador que puedes recalentar en el micro, los teléfonos de emergencia pegados sobre el refrigerador, el teléfono fijo se encuentra en la sala y otro en la cocina, y recibirás el sueldo que normalmente pagamos a nuestra niñera
—No se preocupe por eso —realmente no esperaba un sueldo cuando había accedido a venir aquí, considerando que me había ayudado a escapar de la tarde de compras, ya había hecho un montón por mí—, no hay necesidad
—Insisto —inquirió la señora Adriana—, ya te hicimos perder tu sábado por la noche
—Señora Adriana, de verdad no se preocupe por eso, ya me hizo un gran favor con las horas de servicio social —comencé a decir mientras ella recogía de uno de los sofás de la sala el delicado y ligero chal que combinaba con su vestido y la cartera a juego.
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Mentiras de Amor
Roman pour Adolescents¿Qué haces cuando intentas reparar un corazón roto por tu propia cuenta? ¿Le lloras día tras día a la chica que te dejó por uno de tus mejores amigos? Porque claro, la sigues amando. ¿Sales con un montón de chicas para olvidarla? No, ninguna de la...