Era el inicio de otoño en Japón, era septiembre y las hojas de los arboles eran de tonos naranjas y amarillos, un espectáculo tan hermoso que los japoneses podían ver a diario antes de la llegada del helado invierno. Un Joven y apuesto príncipe había llegado a las tierras japonesas en busca de una esposa, quería un poco más de tiempo antes de que su madre eligiera esposa para él, siempre estuvo con su padre después del divorcio de sus padres cuando tenía diez años, siempre estuvo rodeado de lujos, podía obtener todo lo quería con solo pedírselo a su madre, así fue hasta que tuvo veinte años y su madre hablo sobre el matrimonio arreglado después de conocer la sexualidad de su hijo.
—¿Qué hace usted en Japón? —Una hermosa joven de cabello negro sujetaba la mano del príncipe de ojos azules
—Vine a buscar una esposa—Tomó su bebida y la bebió de un solo trago, haciendo algunos gestos
—Pero este no es un lugar para un príncipe—La joven mujer deslizaba su mano sobre el hombro de aquel hombre de alta sociedad, él tenía sus manos cubiertas con unos guantes blancos, quito de encima la mano de la mujer, con brusquedad tomó el mentón de la mujer
—Podría tomarla a usted, pero usted solo es una prostituta y yo necesito una dama—La mujer se molestó, él la soltó, pero ella miraba ese reloj tan caro que llevaba en su muñeca
—Es todo un príncipe, tan rico y joven, pero...—La mujer seguía mirando el reloj tan ostentoso que llevaba en su muñeca y solo levantó la mirada hacía el rostro del príncipe— tiene muy malos modales con las mujeres
—Solo a usted le interesa un hombre rico como yo, seducirlo para que la saque de este asqueroso lugar ¿No es cierto? —La mujer sonrió apenas, estaba ya molesta de que él ni siquiera lograba hacer que mirará su escote
—¿Que lograría tener un hombre como usted? Estoy tan segura que usted no ha enamorado ni siquiera una vez y estoy segura que solo se acuesta con cualquier mujer y solo es un gigolo... —Una risa salió de la boca del hombre
—No cualquier chica, sólo quiero un hombre que me joda...
El extranjero se levantó y puso unos billetes en la barra, estaba lo suficientemente ebrio para tambalearse
—Gracias por conversar conmigo... Has hecho que por fin vea tus senos, pero no es suficiente para mí —Dentro de su escote le puso unos billetes y caminó a la salida
Al salir el secretario que lo había acompañado al viaje lo esperaba, Daniel trataba de llegar solo al auto, pero apenas podía mantenerse de pie, hasta que el secretario se acercó para llevarlo al auto, el secretario lo subió y cerró la puerta trasera, miraba a su jefe desde el espejo retrovisor, se incorporó su jefe, el hombre ebrio lo miraba y comenzaba a desabrochar su camisa, en un semáforo en rojo el secretario se detuvo, volvió a lanzar una mirada por el espejo retrovisor, pero ahora su jefe se masturbaba en los asientos traseros, su jefe levanto la mirada y se encontró con la de su empleado, continuaba acariciando su miembro, el secretario no quitaba su miraba a su joven jefe
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Un amor de colores
FanfictionUna triangulo amoroso resulta complicado. Los padres de dos de ellos mantuvieron una relación homosexual, pero con el tiempo ambos hombres tomaron caminos separados y se casaron. Sus hijos eran predestinados, se conocieron cuando a los dos les rompi...