✘Capitulo 39✘

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Conduzco lo más rápido que puedo, mi teléfono no ha parado de sonar y algo me dice que Kail ha vuelto y se ha encontrado con mi fuga. No puedo parar de pensar en que hoy pudo ser la última vez que vi a mi madre, la última vez que fui a casa, la última vez que vi a mi mejor amiga, la última que bromeé con Eyden, la última vez que lo vi a él... Pero todo valdrá la pena si consigo que papá se vaya de ahí sano y salvo.

Y no soy estúpida, sé que Reese puede estar mintiendo y no tiene a mi padre, pero no me puedo arriesgar. Sé para lo que me quieren, voy a morir y mi muerte desencadenará el fin del mundo. Les estoy fallando a todos y aún así no me arrepiento de lo que estoy haciendo.

Recuerdos de mi padre no dejan de atormentarme, sus comidas con pinta asquerosa que terminaban estando deliciosas, los juegos de mesa que se volvían lo más gracioso del mundo, los partidos de fútbol que era de todo menos fútbol, sus bromas bobas para hacerme reír, los abrazos que me hacían sentir a salvo...

Una lágrima baja por mi mejilla y la seco rápidamente. Aparco y antes de bajarme del coche intento tranquilizarme, no le voy a dar a esa zorra la satisfacción de verme llorar.

Busco debajo del asiento del acompañante mi daga, Kail me hace cambiarla de coche casi a diario, quiere que siempre la lleve cerca. La agarro y cierro los ojos cogiendo aire.

Todo esto es culpa mía, si no fuera la maldita llave nada de esto estaría pasando y mi padre estaría a salvo, todos lo estarían.

Escondo la daga en la cinturilla de los pantalones, bajo la sudadera de Kail y me encamino al lugar. Dejo el teléfono en el coche, lo que menos necesito ahora es que me encuentren mis amigos y que se pongan en peligro ellos también.

Dentro está oscuro y recuerdo que Kail y Eyden hicieron estallar la bombilla la otra vez.

-¿Papá? - mi voz suena ronca por las emociones.

-C-Cariño. - me llama débilmente y el alivio recorre mi sistema.

Estoy a punto de hablar cuando una luz se enciende e ilumina todo el lugar. Alguien ha encendido una luz que no sabía que hubiera siquiera.

Localizo a mi padre atado en una silla, con la cabeza gacha y salgo corriendo a su encuentro. Me arrodillo a su lado y toco sus mejillas.

-Papá, hablame. ¿Qué te han hecho?

Me mira levantando la cabeza, veo sangre en su labio y un par de golpes más, pero no parece grave. Me apresuro a desatarlo.

-E-Estoy bien, cariño.

-Tranquilo,te sacaré de aquí. Lo siento tanto papá. - lucho contra los amarres y para cuando consigo desatarlo por completo tengo la cara empapada de lágrimas.

-Al fin nos conocemos. - una voz tras de mi me paraliza y solo soy capaz de mirar a mi padre, está herido y cansado, solo quiero sacarlo de aquí. -Es de mala educación dar la espalda, Dana Hunter.

Me giro lentamente para encontrarme con un hombre alto, de ojos caramelo y pelo rapado. Viste completamente de negro y aunque parece un hombre normal, yo sé que no lo es.

Mi padre me agarra fuertemente la mano. -Dana, corre, por favor...

-No pasa nada papá, no te preocupes.

-Mi nombre es Adirael. - interviene el hombre de nuevo.

-Estoy aquí, he cumplido. Ahora deja que mi padre se vaya. - creo que paso de las presentaciones, no necesito saber el nombre de mi asesino.

-Claro, no hay por qué retenerlo. Siento el estado en el que se encuentra, nuestra querida Reese está aprendiendo a controlarse aún.

Me agacho y paso el brazo de mi padre por mis hombros, sujetándolo por la cadera.

-Vamos, tengo el coche fuera. ¿Podrás conducir?

-¡Reese, querida! Acompañalos y asegurate de que nuestra preciosa invitada vuelva. - sonríe el hombre.

La zorra de Reese aparece tras una puerta y me sigue hasta fuera. Abro la puerta del coche como puedo y meto a mi padre dentro. Veo el teléfono sonando en el asiento del acompañante y lo ignoro, tengo que hacer que mi padre se vaya antes de que se arrepientan de dejarlo marchar. Le abrocho el cinturón y pongo las llaves en el contacto. Reese está recargada contra la pared del edificio sin quitarnos un ojo de encima. Aunque quisiera escapar no podría por lo que ni lo intento.

-Vamos cariño, sube. - me dice él, parece mucho mejor ahora. Será capaz de conducir, lo conseguirá.

-Papá escucha, ¿te acuerdas de eso que no te dije porque no estaba preparada? - el asiente. -Vale, pues ahora no hay tiempo, pero ve a casa de Daeve y él te lo explicará todo.

-No te voy a dejar aquí.

-Por favor confía en mi, conduce y no pares hasta llegar a casa de Daeve, ahí estarás a salvo.

-No. Sube al coche, Dana. -intenta bajarse pero lo detengo.

-Confía en mi, por favor.

-Cariño...

-Papá. - lo interrumpo. - Vete y haz lo que te he dicho. Confía en mi como siempre lo has hecho.

Él me mira y sé que está intentando confiar en mi y lucha contra el impulso de meterme dentro del coche. Al final asiente y acaricia mi mejilla. Lo abrazo porque sé que será la última vez que lo veré, es la última oportunidad que tengo para decirle que lo perdono.

-Te quiero. - digo incapaz de decir más, sabiendo que eso lo abarca todo. Me separo de él y saco la daga de mis pantalones. -Si alguien te para y tiene los ojos completamente negros, apuñala y luego pregunta.

En vez de cuestionar lo que he dicho coge la daga y me abraza otra vez. Cierro la puerta del coche y le sonrío para hacerle saber que estaré bien. Lo veo marcharse y la sensación de soledad ahora es casi abrumadora, estoy sola...

-Entra. - me ordena Reese agarrándome del brazo y la dejo que lo haga. Luchar no vale de nada ya, me tienen y son fuertes, mientras que yo... Yo soy yo.

Me empuja con más fuerza de la que debería tener siendo así de flacucha, y caigo de rodillas en el cemento duro. Oigo pasos, pero tan solo miro al suelo. Me obligo a no pensar en lo que va a pasar y cierro los ojos recordando la sonrisa de mi madre, los abrazos de mi padre, las risas con Alis, los juegos con Eyden, los besos de Kail... Kail. Le he fallado, él ha renunciado a su gente, a todo en lo que creía, a su padre, por mi y yo a la primera de cambio he corrido al peligro por salvar al mío.

Un golpe impacta en mi cabeza y todo se tambalea, la inconsciencia me llama tentadora y yo sin ganas de luchar me dejo ir a la oscuridad.

InfernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora