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Kim JongDae tenía la voz más bonita de toda la primaria. Y Do KyungSoo, el segundo en el puesto (para su desgracia) su dongsaeng favorito, lo sabía más que bien.

En lo que llevaba del año escolar, el mayor había hecho un excelente trabajo recordándole lo mucho que le gustaba. Se había confesado ya alrededor de tres veces, siendo rechazado en cada una de ellas. KyungSoo siempre era insólitamente antipático, sobre todo cuando se trataba de ese muchacho odioso que tenía demasiado amor para todo el mundo. A sus siete años, las profesoras del párvulo se sentían aún aliviadas de no tener al pequeño demonio dando vueltas por la guardería, mientras los nuevos maestros de la primaria se preguntaban cómo lidiar con los niños que venían llorando hacia ellos porque habían recibido una mirada helada como un cubo de hielo al pedir un lápiz prestado. Lo cierto era que el niño sufría de astigmatismo, y debía entornar los ojos para ver bien sin sus gafas, pero al hacerlo, su cara daba mucho miedo a sus compañeros de clase.

A los cuatro años, esto le hacía sentir muy triste. Nadie quería entablar relaciones muy duraderas con alguien tan extraño, y a menudo se refugiaba en el regazo de sus padres para no sentirse tan solo. Pero con el tiempo, se volvió un poco más arisco, y luego un poco más y un poco más. Ahora, le traía sin cuidado si los chicos de su clase le tenían pánico o no, a él le gustaba mucho aprender y eso era a lo que se dedicaba durante las horas de escuela.

Ambos niños participaban en el prestigioso coro de la institución, pero claro, las preferencias en el asunto eran bastante obvias. KyungSoo se dedicaba a lloriquear, cuando nadie le veía, porque era injusto que tuviese todos los solos cuando él también podría hacerlos si se le diese la oportunidad. Ni siquiera era ser egocéntrico ー incluso soportaría que el insoportable y ruidoso BaekHyun cantara en frente, teniendo una voz de amplio registro también, o ese feo chino transferido que siempre se jactaba de hablar más de un idioma, pero al final sólo tenía cara de niña.

En un principio, y pese a ir un curso más adelante, se le pegaba como goma de mascar, intentando conseguir una oportunidad de acercarse, dándole un montón de cumplidos sobre lo linda que le parecía su camiseta de Pororo y lo bonito que se veía con el ceño fruncido y los puños de nudillos blancos por apretarse tanto, al evitar darle un puñetazo sólo porque su mamá le había regañado, diciéndole que eso sólo lo hacen los chicos malos — y KyungSoo podía ser muchas cosas, pero jamás un chico malo a los ojos de su mamá.

— Yo creo que te molesta que todos le adoren porque también te gusta. — le había dicho su mejor y único amigo, ChanYeol, quien a pesar de su altura inusual para su edad y sus orejas enormes había logrado derribar la coraza del contrario y ganarse su confianza.

— ¡Yah, ni siquiera lo pienses! — le gritó de vuelta, golpeándole con su pequeña manita que almacenaba una fuerza insospechada, pero luciendo adorable en el intento de alcanzar su cabeza de un salto. — Es horriblemente molesto, siempre tiene esa tonta sonrisa en su cara, como si le hubiese sucedido algo bueno, grita y se queja todo el tiempo, y siempre tiene un montón de gente mirándole como si fuese interesante, pero en clase de matemáticas jamás obtiene más de un 68 por ciento correcto. ¡Si yo sacara una calificación así, en casa me dejarían sin postre por un mes! Lo único que me produce ese bobo es ganas de robarle la voz.

Cualquier otro niño de su edad hubiese preferido no ser su amigo, pero ChanYeol había terminado acostumbrándose a los comentarios ácidos que este hacía. Fingió no sentirse ofendido por el comentario hacia la gente que tiene bajas calificaciones en matemáticas, y dio un pequeño respingo cuando una idea cruzó su cabecita de cabellos revueltos.

— ¡Ya sé cómo puedes hacerlo, Soosie!

¿Hacer qué? — le preguntó confundido, ladeando su cabeza hacia la derecha.

La voz de JongDae ー chensooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora