Madrugada - 20 de Julio de 2013.

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Estaba en su cama, con él, después de lo que me hizo hacerle. Me sentía peor que nunca. Después que él vino a acostarse, yo ya no tenía sueño, y antes de poder hacer cualquier cosa me quité el antifaz. Necesitaba ver. Necesitaba tomar fuerzas. Tenía insomnio. No sabía la hora, no quería averiguarlo, solo quería salir corriendo de ahí, estaba reprimiendo las ganas de llorar, además me estaba abrazando, Erick estaba a un lado de mí, me estaba sujetando y yo ansiaba en ganas de largarme de aquí.

Así que cuando se volteo, y tuve la oportunidad sobre mí, no lo dudé y me paré, ya no quería aguantar más, necesitaba algo de la poca voluntad que quedaba dentro de mí.

—¿A dónde vas? —dijo tomándome del brazo.

—Necesitó agua —contesté rápidamente.

—No te he dado permiso.

—Por favor Erick, no me tardo —dije aguantando las lágrimas que amenazaban con salir.

—Él me miro— Regresa rápido Nicole.

Asentí con un intento de sonrisa muy fingido. Podía ir, podría irme un ratito, podía llorar en paz, podía sacar todo lo que tenía dentro. Salí rápido y de la misma manera llegué a donde pensé que no me iba a escuchar.

Entre en la cocina, estaba alterada, tantas horas aguantando, ya no podía más. Luego de tomar agua intentando reprimir mis ansias, no pude más y me tiré al piso, tome mis piernas las abrace y comencé a llorar, ¿cómo? ¿Por qué? ¡Maldito! ¿Por qué me tiene a mí? ¿Por qué me escogió a mí? ¿Por qué me hace vivir esto? No me quiere, no me valora, cada día me hace sentir menos humana, ¿por qué? ¿Por qué tengo que aguantarlo? ¿Por qué me puso esta maldita pulsera? ¿Por qué yo? Mis miedos se estaban haciendo realidad, mis peores pesadillas y temores estaban naciendo día a día. Perder mi independencia, depender de un hombre, perder mi trabajo. Carajo lo había hecho, no sabía cuándo iba a volver, había perdido todo contacto con el mundo y la realidad y este hombre todos los días me decía que esta era mi realidad, ya no puedo, siento que voy a derrumbarme, en este punto de lo único que tengo ganas, en lo único que pienso es en que me quiero....

—¿Nicole?

Escuche su voz, no lo quería ver, no llorando. No quería que me viera así.

—¿Erick? —dije lo más serena que pude.

—¿Qué haces en piso?

¿Qué le diría? ¿La verdad? Por supuesto que no. No me lo merecía. No quería más castigos.

—Me golpee en el pie, estaba oscuro —dije entre sollozos, no quería que descubriera la verdad.

En un segundo Erick vino rápido a donde estaba, yo me había llevado las manos al pie y simulé sobarme.

—¿Estás bien?

—Creo que sí, ya me duele menos.

—¿Dónde te golpeaste?

—En la isla. Iba a tomar agua del grifo y no vi, me acerqué de más —una lágrima más cayó—. Me duele mucho.

Eso último fue cierto, aunque no exactamente era el pie lo que me dolía. Me dolía el alma, la vida misma, me dolía todo. Todo.

—Ven, vamos a tu cama, te pondré un ungüento.

Y sin que pudiera negarme Erick me levantó en brazos y me llevó a la cama, era el primer acto de nobleza que había hecho por mí, y por obra del destino y para que yo misma me creyera la mentira, al salir, Erick hizo que mi pie chocara con la puerta y ahí sí ahogue un grito, el pie me dolía y ahora si de verdad.

—Creo que ya te lesioné más. Disculpa.

Erick disculpándose, eso sí que me iba a hacer llorar.

—No pasa nada —una lágrima rodó en mi mejilla y él me miró—. Está bien, si me duele y ahora más.

En una manera muy rápida llegamos a mi habitación, me puso en la cama y antes de que yo lo notara, entró al baño, sacó un ungüento, una venda y en segundos de nuevo estaba junto a mí.

—Debiste de haberme hablado, no quedarte ahí llorando.

—Lo siento Erick, pero me dolía, no pensaba en llamarte.

—Con propiedad Nicole —dijo untando la pomada.

Evitaremos el tú nuevamente

—Lo siento Señor —cuando comenzó a poner la venda ajustada solté un grito—. Perdón, me duele —ahora si era real, el último golpe y mi dolor interno. Realmente estaba sufriendo.

—No debiste levantarte.

—Estaba sedienta Señor, aquí hay agua, pero en su habitación no.

—Recordaré llevar una la próxima vez y tú recuerda prender la luz, todavía no conoces completamente la casa.

—No lo vi necesario, tenía sueño, y solo era agua. Pero veo que tiene razón, no conozco bien la casa.

Necesitaba una excusa, aunque fuera esa, me estaba funcionando, esperaba que Erick no revisara sus malditas cámaras y se diera cuenta que solo me tiré al piso.

—Todavía es de madrugada, necesitas dormir.

—Está bien —dije tranquilamente, el llanto poco a poco iba desapareciendo— Gracias —dije forzadamente.

—De nada —él me miró y cerró el frasco— Solo por esto te dejaré dormir sola aquí, no quiero lastimarte más el pie y que mañana no puedas caminar.

—Gracias otra vez —dije llevándome las manos al pie—. Perdón por despertarlo —dije intentando cambiar de tema, quería que dijera algo más—, me siento algo enferma, supongo que por eso no...

—Mañana te daré unas pastillas, ya veremos cómo progresa esto y que no estés con gripe. Por ahora duerme.

Me ayudó a meterme en la cama y luego se retiró, mis pensamientos estaba ahora en otra parte, ¿por qué hizo eso? ¿Por qué me ayudó? Ahora sí, no sabía con quién estaba viviendo. Estaba completa y absolutamente confundida. Existía un Erick atento y comprensivo dentro de ese monstruo. ¿Cómo podía ser eso? ¿Cómo es que le fue tan fácil dejarme en este momento y en otras ocasiones me llevaba al límite? ¿Cómo le resultaba así de sencillo?

Quería bajarme de la cama, esconderme en alguna parte, pero volvía a lo mismo de otro momento. No había donde. Estaba cansada, los ojos los tenía hinchados por todo lo que lloré. Aunque no sé si fueron 5 minutos o 5 segundos, mis ojos estaban casi por cerrarse, necesitaba dormir.

Atrapada ||Completa||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora