Lo recuerdo como si fuera ayer, cada vez que me atrapa la oscuridad de la noche, siento algo extraño, pierdo todas las fuerzas del cuerpo, sin embargo este se mueve con voluntad propia, se estremece desde el interior y me aturde como si llevara enormes campanas que me repican por dentro. La vista se me nubla, el corazón se acelera y el estómago me da un vuelco. Todo eso no es más que miedo, miedo de que lo que se esconde en la oscuridad, que se oculta entre las sombras, porque una vez lo viví, y desde entonces ya no he vuelto a ser el mismo.
Estoy completamente aterrado, no sé cómo puedo vivir sabiendo que ellos existen, que esperan, esperan la noche más oscura como la que se dio después de un terremoto, hace un par de años. En el momento del temblor estaba atardeciendo, pero con tremenda sacudida se levantó una gran nube de polvo que opacó al Sol, al momento de anochecer, la energía eléctrica no se restablecía, y se notaba la incomodidad de la gente. Hoy en día no estamos acostumbrados a vivir de esa manera, sin electricidad, sin comunicación, nos dicen que puede pasar pero en realidad no nos preparamos. Nos iluminábamos con el celular porque no era buena idea encender cerillos, después de un terremoto no se sabe cómo quedaron la líneas de gas y menos estando a oscuras.
Me sentía ciego, no podía ver más allá de un par de pasos, y era justo ahí donde se escuchaban los ruidos, gemidos, gruñidos, respiraciones agitadas, los pasos que seguían los nuestros, apuntaba rápidamente mi celular a los rincones, pero no alcanzaba a verlos por completo, se movían muy rápido, para cuando extendía mis manos, ya estaban detrás de mí, me rodeaban, su aliento mojaba mi piel, los tenía tan cerca que pude tocar su babosa cubierta.
El nerviosismo me atrapaba porque a la carga del celular solo le quedaba una barra, pero en el momento que lo apagaba, de inmediato se acercaban a mí, podía sentir su presencia a unos centímetros de mí, así que lo encendía de nuevo, ellos chillaban y se escondían en las sombras de nuevo. A mí solo me pertenecía el pequeño círculo que alumbraba con el teléfono, todo lo demás, era para ellos, y quería que supiera que estaban ahí, tal vez el miedo me daba mejor sabor.
Yo no sé lo que fue, solo sé que están ahí, porque esa noche terminé con un par de mordidas y arañazos, cuando la pila del celular se agotó, no dudé en encender el cerillo y causar un incendio, después de todo eso fue lo que me salvó la vida, y la de muchos más, porque nos refugiamos en la claridad del fuego hasta el amanecer.
Por eso hoy le temo a la oscuridad, porque sé que ahí están ellos, esperando el momento junto para llenarnos de miedo, y después devorarnos por completo.