Capítulo Cincuenta y Nueve

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Antonio.-

—¿Cuánto más tendremos que caminar para llegar? —preguntó como por enésima vez Tamara, muchos pusimos los ojos en blanco con fastidio y Dan que iba a mi lado sólo rio en voz baja.

—Si pregunta eso una vez más encontraré un árbol al cual atar su trasero y dejarla ahí para que se la coman los mosquitos —aseveró Andrea.

—Escuché eso niña nueva —le respondió Tamara.

—Que bueno, estás advertida rubiecita —inquirió Andrea haciéndome reír y a otros más.

—Tu prima me cae bien —dije a Danna, pasando mi brazo alrededor de su cintura.

—Cinco minutos más —anunció Ramón al frente de nuestro grupo.

—Eso dijo hace diez minutos —refunfuñó Karly.

—Comienzo a odiarlo —opinó Marlen.

—Comienzo a creer que estamos perdidos —vociferó Carlos ganándose una mala mirada por parte de nuestro "líder".

—¿Marcaste un árbol o cómo lo sabes? —le preguntó Daniel.

—Los guapos sabemos esta clase de cosas —respondió Carlos.

—Los guapos se ven muy bien en ropa deportiva —agregó Sofía pasando a nuestro lado, sonriendo en dirección a Carlos que la miraba con un poco de miedo y guiñándome un ojo antes de adelantarse en nuestro camino junto con Tamara.

—Jesús —murmuró Dan a mi lado ahora con su ceño fruncido—, eso parecía un tic nervioso —Andrea rio escupiendo el agua que estaba tomando y empapando el brazo de Marlen.

—No te preocupes —decidió la castaña—, usaré tu playera para secarme —avisó acercándose a Andrea.

—Llegamos —anunció Ramón dejando caer sobre un espacio medianamente decente para acampar su mochila. Casi se pudo escuchar un suspiro de alivio grupal cuando todos dejamos lo que cargábamos sobre el suelo y comenzábamos a armar las tiendas.

Probablemente pasaron unas buenas dos horas antes de que las tiendas estuvieran listas y una fogata ardiera sin mucho uso, justo a media tarde, en medio del pequeño lugar de reunión.

—Ok, su atención por favor —pidió Ramón caminando alrededor de la fogata mientras Danna se acomodaba entre mis piernas con su espalda recargada sobre mi pecho— tenemos reglas simples —comenzó—, si quieren regresar al lugar donde nos registramos a comer algo decente, usar los baños o robarse el internet, no vayan solos —pidió—, no se embriaguen porque ni loco iré a buscarlos entre los árboles oh y si duermen en pareja por favor no nos hagan espectadores de cualquier show porno que tengan planeado

—Nuestros planes se han ido al carajo —murmuré a Danna ganándome un codazo en las costillas.

—¿Eso es todo? —preguntó Manuel a Ramón, este último asintió y la mayoría comenzaron a regresar a sus actividades.

—¿Qué hacemos ahora? —pregunté a Dan besando su mejilla.

—Antonio, disculpa la molestia —interrumpió Sofía haciendo que varias miradas curiosas se fijaran en nuestra dirección—, pero... ya que mi novio no ha venido con nosotros, no sé si tú podrías ayudarnos a Tamara y a mí con nuestra tienda —pidió sonriendo con inocencia, suspiré sintiendo a Danna tensarse entre mis brazos.

—Yo lo hago, no te preocupes —intercedió Carlos—, siempre es un placer ayudar —agregó sarcástico, la sonrisa de Sofía se transformó en una fingida y asintió de acuerdo con la ayuda de mi amigo.

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