—Tú eres mi adoración y juro que no habrá nada ni nadie que te separe de mí. Éste es tu reino, Aleksei... y yo soy tu madre.
—¿Mi madre? —replicó confundido y fijando sus expresivos ojos en los contrarios. El azul brillaba en ambos como un cielo despejado, como una corriente de mar estrellándose en un acantilado; era hermoso y fascinante—. Yuko es mi...
Las enormes puertas de madera se abrieron, interrumpiendo la conversación de los príncipes, y un soldado hizo una reverencia. Viktor le indicó con una seña de dedos que ingresara, sabiendo de detrás venían los reyes de Krasys.
—Perdone, Su Majestad, pero no he tenido la oportunidad de anunciarlos —se disculpó nervioso el hombre y esperó recibir un regaño como acostumbraba a castigarlos Adrik.
—Está bien, sé que estaría impaciente de verme —canturreó, esbozando una sonrisa de lado al contemplar a los dos personajes que caminaban hacia él—. Retírate y que nadie más acceda a esta habitación.
—Sí, Majestad —asintió, echando un último vistazo al matrimonio Katsuki antes de marcharse.
—No he podido preparar una cena en honor a ustedes, pero su alcoba está ordenada y dispone de una chimenea —informó con sarcasmo Viktor, quien no pensaba moverse ni un milímetro de su asiento.
—No estoy para tus juegos —gruñó Yuuri, deteniéndose a una distancia considerable del trono, pues se pensaba que era una falta de respeto si se aproximaba más—. Aysel, ven aquí. Nos iremos —demandó a su hijo, que lo miraba conmocionado y sin entender qué ocurría realmente.
—Papá, él no me ha hecho daño —avisó el pequeño, creyendo que, tal vez, el motivo de la disputa era porque su padre imaginaba el peor de los escenarios—. Yo quise acompañarlo y viajamos rápido —narró el menor, entusiasmado y emocionado. Los recuerdos llegaban a su mente uno tras otro y se unían formando un día maravilloso—. ¡Él es Copito, puede transformarse en un lobo!
—¿Viajaste en su lomo? —cuestionó el pelinegro, asustado de pensar que Aysel pudo haber tenido un accidente.
—Es peligroso —murmuró Yuko, parada a un costado de su esposo—. ¡Eso fue muy peligroso! —remarcó.
—Es más peligroso que él viva con unos mentirosos —siseó el de melena platinada, atacando directamente a la mujer. Y no es que la odiara, pero debía admitir que se sentía frustrado por los celos que ella le producía.
—Y tú lo has secuestrado —enfatizó el de mirada castaña, misma que dirigió hacia la de Nikiforov—. No lo repetiré, entrégame a Aysel.
El niño suspiró rendido y dispuesto a bajar del regazo de Viktor, pero éste se lo impidió, aferrándose más al cuerpo diminuto que sus brazos envolvían. La presencia de su hijo lo llenaba de valor para enfrentar cualquier obstáculo, porque sí, estaba tan asustado de perderlo.
—Es cierto, yo no estuve con Aysel, pero fue para salvarlo —murmulló el príncipe de Snowland—. Tú sabes que yo atesoraba a ese bebé que crecía en mi vientre. Lo amaba y ansiaba tanto sostenerlo para besar sus mejillas sonrojadas.
—No es momento para hablar del pasado, por favor —pidió el rey de Krasys, que comenzaba a temer por lo que Viktor decía. No quería que la verdad se revelara porque eso significaba lastimar a la única persona que prometió proteger.
—Es momento —afirmó el descendiente de Madre Luna, haciendo conocer así sus intenciones—. Aysel Katsuki no es hijo de...
—¡Cállate! —gritó Yuko, interponiéndose delante de su esposo—. ¡No te atrevas a decirlo o no te lo perdonaremos!
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Reyes del invierno #Pausada
FanfictionEl norte y el sur; la nieve y las flores; la Luna y el Sol. Siempre han sido reinos opuestos, pero también han estado obligados a mezclarse. El destino no es un dictador, lo es el dios que descendió a la Tierra y tiñó los cabellos de sus hijos, otor...