No todo siempre puede ser color rosa

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—¡Maldito cerdo! — en una fracción de segundos, antes de que pudiera reaccionar, un furioso ruso rubio invadió mi espacio vital — Viktor no ha aparecido en toda la tarde, seguramente tú tienes algo que ver con eso. No está en ninguna parte del campus —regañó entre dientes, esperando irritado una respuesta de mi parte, pero no consigo hablar — ¡Responde cerdo!

— T-Tranquilo Yurio — articulé con bastante dificultad, el susto me hizo entrar en una especie de parálisis mental. El rubio me mataría.

— No me pidas que me calme imbécil, te aseguro que, si le tocaste un solo cabello, no tendré la misma piedad que tuve la primera vez.

— Sí sé dónde está, pero por favor, relájate — aclaré con las manos temblando, enseñando mis palmas en son de paz, no quiero discutir con Yurio, esa sería una pelea que no ganaría, además Viktor está durmiendo, y la verdad no quiero que se despierte sin mí a su lado.

— ¡Así que si hablaste con él! ¡Eres un...! — exclamó levantando su mano para lo que evidentemente sería una fuerte bofetada en mi rostro. Era eminente, Yurio me volaría los dientes de un golpe, solté un chillido apretando los ojos, rogando que se detuviera por arte de magia o que mis sollozos no despertaran Viktor. Los segundos transcurrían, pero no sentí dolor en mi rostro.

¿Uh?

Abrí despacio los ojos y vi a Yurio completamente perplejo, su mirada inspiraba consternación, hasta me atrevería a decir miedo. Su mano estaba sujeta por una mano mucho más grande que la de él, sentí una respiración en la nuca que me hizo temblar aún más.

— Ni se te ocurra — Una gruesa voz resonó en mis oídos haciendo que un escalofrío me bajara por la espalda. Me volteé incrédulo, y vi algo que jamás creí que vería en mi vida: Viktor molesto de verdad. Su seria expresión lo hacía ver como alguien totalmente desconocido a mis ojos, sus poco dilatadas pupilas me causaban intimidación. Fue completamente aterrador.

— V- Viktor —susurré sin todavía poder creerlo.

— ¿Q-Qué haces con este cerdo Viktor? — preguntó Yurio arrancándose de su agarre — ¿¡Se te olvidó todo lo que este desgraciado te hizo!? — Viktor se abrió paso para encarar a Yurio, yo me quedé observándolo temerario desde su espalda.

— Yurio, ni se te ocurra volver a levantarle la mano — contestó el intimidante ruso ignorando sus preguntas.

— ¡Te golpeó! — me señaló con su mano, cosa que me dejó petrificado — ¡No es más que un maldito y sucio cerdo!

— Yurio, basta. No permitiré que te refieras a Yuuri de ese modo, discúlpate en este instante. Sé qué estás molesto, pero por favor, compórtate — afirmó irguiéndose cómo un estricto padre.

— ¡¿Qué te sucede?! ¿¡Ya se te olvidó todo lo que te hizo?!

— Yurio, todo fue un malentendido, deja de comportarte como un adolescente, eres un adulto, discúlpate ahora mismo.

— Primero muerto — afirmó casi escupiéndole en la cara — No pienso disculparme por decir la verdad, es un idiota — de un momento a otro, empujó a Viktor sosteniéndome del cuello de la camisa — ¿Sabes todo el daño que le hiciste repugnante cerdo? No comía, no dormía, solo tomaba como un maldito alcohólico. ¿Tienes idea de todo lo que lloró por ti? Tiene un maldito baúl lleno de botellas, y la mayoría vacías. — mis ojos se humedecieron por la cantidad de emociones que estaban pasando por mí, miedo, rabia, emoción, tristeza, ¿en serio Viktor sufrió tanto por mi culpa? — ¿de verdad vas a llorar ahora? Eres una hipócrita, una mugrienta rata, maldito imbécil.

— L-Lo siento. Y-Yo no quise... — gimoteé apretando los ojos, rogando no llorar.

— Yurio, basta. El que se está comportando cómo un imbécil ahora eres tú. ¡No toleraré este comportamiento! — Viktor subió su tono de voz haciendo que Yurio se petrificara, lo sujetó desde la parte de atrás de su chaqueta halándolo lejos de mi tembloroso cuerpo, colocándose entre ambos, protegiéndome del furioso ruso— Te pido que me esperes en la habitación en este instante.

Cambio de CuerpoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora