~|Capítulo IV: Ese Secreto no tan Secreto|~

10.7K 1.1K 570
                                    

Le habían dicho que el joven tenía un comportamiento extrañamente amable. Nunca imaginó que su protegido sería así... Tan solitario que derritió su corazón hasta el punto que podría guardar un enorme secreto. Sólo por bondad.

ו••×

«Antiguos sabios y pensadores del rey dicen: "El bosque es un lugar vasto y enorme, la belleza que lo rodea es única y exclusiva de la naturaleza local y perteneciente a nuestro reino. El hombre no puede modificarla sin su mano violenta, llena de egoísmo innato. La espesura natural cercana a un castillo es el único lugar de las dependencias que más secretos guarda por el humano a lo largo de la historia conocida por nuestros nobles..." Quizá tengan razón.
Porque los árboles cantaban al son de las finas brisas, llenas de secretos a voces sin idiomas. Ambos estaban sentados en la base de un viejo árbol de cerezos. En ese día disfrutan de la vida lejana a las paredes del asfixiante castillo, un breve momento íntimo para ellos y su gran mentira, llena de egoísmo. El caballero de hermosa armadura ama con todo su corazón al pequeño que lo abraza con suavidad en la oscuridad de sus pecados, sabe con todo el dolor de su alma que no le pertenece su vida y que probablemente haber sido su mejor amigo desde la infancia hasta que partieron al antiguo castillo del joven monarca Luca, lo condenó con demasía. No le toma tanta importancia para pensar por mucho tiempo en ello, lo único que le importa a sus años era la verdad que su pecho sentía.

Y eso era amor, prohibido y eterno.

—Eh, mírate tienes algo en tu cara pecosa, Gabriel—habló Patrick con su típica energía dominante; una que siempre lo caracterizó y que cautivó al joven de cabellos verdes desde el inicio de su amistad.

—Enserio... ¿Dónde?—susurró temeroso al verlo, esos ojos rojos siempre le provocaba lo mismo: una oleada eléctrica de nervios y placer incontrolable.

—Mira, eso...—se acercó hasta su rostro, ese día de noviembre el joven alfa rubio no vestía su típica armadura brillante, al contrario, traía puesta ropa simple y delgada de los trabajadores del castillo, era con la intención de pasar desapercibido a la hora de ir al bosque junto al monarca Gabriel.

Ellos siempre habían tenido una relación bastante estrecha desde el nacimiento del joven Gabriel. Aunque, solamente desde hace unos años disfrutaban de un intenso amorío y con el un pequeño escondite en las lejanías, cercano a un enorme árbol de cerezos. Justo en el límite del bosque espeso, próximo al castillo del rey Luca. Nadie pasaba por ahí, o tenían la valentía de hacerlo por culpa de la naturaleza caprichosa de lo confuso. En ese sitio podían demostrar todo el aprecio que se tenían mutuamente, con libertades y siendo la vida natural su mayor testigo.

—¿Sí? ¿Qué es? ¿Dónde está?—Patrick sonrió de medio lado al verlo ansioso, él era un ser muy nervioso, lamentablemente sabía muy bien la razón.

En esos tiempos su amante tenía una enorme cabellera verde. Esta caía con gracia por sus delicados hombros y su estómago semi abultado revelaba su estado, tres meses de embarazo, su primer bebé en camino. Todos en el castillo celebraban y creían que el compañero del rey Luca, su propio omega, esperaba, después de tantos intentos, un primogénito de sangre real... La verdad era muy diferente, el pequeño ser que crecía con lentitud y sin pausas era procedente del hombre que acunaba al príncipe en secreto, que proveía sus labios con besos amorosos y una pasión tan ardiente como joven; todo dedicado con sumo amor, uno honesto y legítimo; no arreglado como el matrimonio real en vigencia.

—Mis labios idiota pecoso—ambos sonrieron con las miradas desafiantes.

Patrick, lo tomó desprevenido y besó sus delgados labios con ternura, acariciando sus almas con secretismo y bondad; más ésta se acabó al momento en que el propio Omega del rey empujó al caballero contra el tronco del árbol, sentándose en su regazo, provocando una sonrisa ladina en los labios contrarios, tentando nuevamente al prohibido pecado que guardaban desde la oscuridad de sus corazones.
Ese día se amaron con una suavidad no propia de sus impulsos. El bosque fue su testigo, entre pinos y árboles silvestres, con el viento soplando entre el follaje de los árboles y apoyándose en las flores para no olvidar el aroma de su amor y deseando con fervor que su hermosa paz no se volviera una realidad indómita y violenta.

Nuestro Secreto |Terminada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora