Capítulo 10

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Hebe

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Hebe


Estaba soñando. Esa era la única explicación para todo lo que me había estado sucediendo.

Lo que tenía pensado para aquella semana era estar en casa, tener todo listo antes de entrar a clases y tal vez hacer planes con los chicos. Estar sentada en mi sillón leyendo o viendo alguna serie sonaba bien para mí.

Un maratón sonaba mucho mejor.

Pero eso no fue lo que obtuve sino algo que no vi venir.

Cuando fui a hablar con una de las mejores psicólogas del pueblo, para ver si podía atenderme con ella y que horarios se me harían accesibles, no esperaba verme a Esteban aunque tuve que haberlo previsto.

Era obvio que se debía atender con alguno de los psicólogos que tenían sus consultas en aquel edificio de ladrillo, pero no esperaba que la coincidencia fuera tan grande como para topármelo cuando iba saliendo.

Me sorprendió y debido a que recién yo estaba comprendiendo que volvería a tener sesiones, estaba fuera de mi elemento.

Kilómetros lejos.

Y tal vez esa fue la razón por la cual acepté su idea descabellada de volver a viajar.

Acababa de volver de dos hermosas semanas con mi tía, los chicos y sus respectivas familias como para volver a salir.

Era estúpido y aun así di le dije que sí.

Así que al día siguiente, temprano, salimos del pueblo y llegamos a la capital después de casi seis horas de conversaciones que eran cada vez más agradables.

Debido a como la emoción había comenzado a crecer como un fuego consumidor en mi interior todo el viaje, no pude esperar a comenzar el recorrido.

El Museo Precolombino me dejó sin aliento. Cada cosa en aquel lugar creaba un ambiente mágico y me tomaba mi tiempo para admirar todas las piezas que había en el interior.

Las cuales eran bastantes.

Luego fuimos a comer a un pequeño local de comida, viendo un mapa que no sabía que él traía consigo. Marcamos los siguientes lugares que queríamos visitar antes que el día acabara.

Fue simplemente mágico.

Aquellos lugares que visitamos solo había podido verlos a través de fotos. Leer como la gente había amado cada punto que visitamos.

Poder verlo por mí misma sacó a relucir una parte de mí que pensé que ya había muerto.

Cuando pequeña me gustaba salir a ver la belleza que las calles de Valparaíso tenían. Solo caminar y admirar lo que había a mi alrededor era mis pasatiempos favoritos.

Podía estar fácilmente horas en eso. Solo mirar los colores en cada lugar que veía.

Hasta que los colores se volvieron opacos, no brillantes y llenos de vida como solían ser.

Sentirse Completo (#2 Sentirse Viva)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora