Posteriormente de haber visto partir a sus compañeros escoltando al interno visitado, Candy se devolvió a su oficina. En el interior, recordó el chip; y su mano la metió en el bolsillo de su pantalón para mirarlo detenidamente.
La curiosidad por saber qué contenía las tuvo que aguantar al no ser el dispositivo de su propiedad sino algo que debía proteger muy bien.
Terrence había sido claro. Se trataba de su vida y también de todos los años laborados. Cuentas de banco, títulos de propiedad, acciones, ideas innovadoras y... una fórmula que consiguiera a cambio de un pago por un trabajo realizado.
Conseguido un dinero, el inventor había regresado a él para pagarle debidamente. Sin embargo, el adquiriente ya había tenido la oportunidad de investigar de qué se trataba, haciéndose lo que estaba en su poder, demasiado tentador para mentes ambiciosas y también peligrosas.
Richard Grandchester estaba entre ellos; y cuando interesados le visitaron para informarle
del contenido, del valor y de la compensación que le darían –mitad en ese momento y el restante al final– si la conseguía de mano de su hijo, el parentesco no le importó tanto para hacer lo que había hecho: prometer adquirirlo y entregarlo en un corto tiempo. Tiempo que por supuesto no estaba a su favor ni tampoco una buena relación que le facilitara lo que Candy se dispuso a meter en un compartimiento secreto de uno de sus estuches de maquillaje, los cuales a una mochila fueron devueltos. Ella a su escritorio y a su silla para hacer anotaciones en el reporte correspondiente a Terrence quien, a la lectura de su nombre en la hoja, provocó una sonrisa; también una serie de caricias proporcionadas por el dedo de la mujer que llevara a sus labios; partes carnosas que todavía sentían los labios sensuales y los besos candentes de él que... una alarma había accionado.
Hasta sus oídos llegó la señal de alerta; y Candy inmediata y velozmente dejó su área de trabajo para acudir y enterarse a qué se debía el llamado. Bueno, de esos sabía muy bien que únicamente podían activarse cuando algún interno intentaba saltar la peligrosa cerca electrizada.
Los elementos armados que uno a uno, fueron conglomerándose en el acostumbrado punto de reunión, prestamente en brigadas de diez se formaron para tomar rumbos diferentes e ir detrás del fugitivo. Uno que al saberse descubierto corrió para protegerse.
Quien de nuevo correría, pero en dirección a una celda fue Candy. No sabía por qué; no obstante, el corazón comenzó a latirle con cierto temor. Sensación de miedo que le llegó a la cabeza, en la cual pedía con fervor:
– Que no haya sido él, por favor.
Entre el revuelo que se hizo en el centro de rehabilitación la guardia se perdió. También en los pasillos, en donde en uno de ellos, Candy alcanzó a divisar de espaldas al comandante Andrew yendo acompañado de una contoneante morena, lo que produjo con mayor alarme el preguntarse:
– Terrence, ¿estás bien?
Para saberlo, la guardia prosiguió su vereda; encontrándose al arribar a su destino: una celda abierta y vacía.
A cerciorarse de que él no estuviera ahí, fue Candy. Después regresó por el camino tomado, topándose nuevamente con la pareja anterior que bajo el umbral de una puerta de dos alas se había detenido para platicar. ¿De qué? La guardia quiso saber. Empero no conocer el paradero de él, venció su curiosidad. Así que a toda velocidad la fémina se alejó de ahí para unirse afuera con el primer grupo de compañeros que vio.
De ellos fue informada lo que habían hallado: nada. Por radio un segundo equipo reportaba lo mismo. El tercero que se veía cruzando el patio del centro de rehabilitación traía idénticas noticias. Entonces Candy, entre esos treinta elementos que la rodeaban, se dispuso a buscar a...
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Desintoxicado por ti
FanfictionESTA HISTORIA, COMO LAS ENCONTRADAS EN MI PERFIL, SON DE MI TOTAL AUTORÍA. NO DE DOMINIO PÚBLICO. Historia corta del tipo universo alterno escrita y publicada en Mayo, 2016. Algo lo hizo caer en un centro de rehabilitación, siendo ella su custodia...